Opinión

COP13, la estrategia mexicana

COP13, la estrategia mexicana

COP13, la estrategia mexicana

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

La dificultad mayor de la política ambiental, en general y muy especialmente en los asuntos relativos a la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas, consiste en la negativa de los sectores económicos por integrar criterios de preservación y uso sustentable en sus respectivas políticas para el fomento productivo. Lo que la OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos) llevó a cabo durante la década de 1990, mediante su programa de integración de políticas económicas y ambientales, pero que México, siendo miembro de esta organización desde abril – mayo de 1994, todavía no lleva a cabo.

Debido a ello, los especialistas de la Conabio —que lideran la organización de la décimo tercera Conferencia de las partes (COP13: http://cop13.mx/), del Convenio de las Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica (CDB)—plantearon, como eje de los trabajos de esta COP13, involucrar en primera fila de la reunión a los líderes gubernamentales de cuatro sectores productivos: agricultura, pesca, forestería y turismo. Convocaron entonces a los titulares de los ministerios responsables correspondientes, de todos los países Parte del CDB, para que presenten compromisos que integren, en sus políticas económicas, los principios y criterios de uso sustentable de la biodiversidad y los ecosistemas. Lo que en inglés se denomina mainstreaming aplicado a políticas sectoriales.

Esto es una innovación en los formatos, que mantenían solamente a los titulares de los ministerios de medio ambiente, involucrados en la adopción de compromisos. Esta práctica ha mantenido aislado al sector ambiental respecto de los sectores económicos. La idea es pues movilizar a los políticos de fomento productivo para que incorporen la dimensión de la biodiversidad en sus respectivos sectores y los ministerios a cargo de ellos. Hacer equipo con los sectores productivos, pues. Uno de los demonios claves contra el medio ambiente son los subsidios perversos, particularmente sustantivos en agricultura y pesca, que fomentan la degradación de ecosistemas, el agotamiento de recursos biológicos y la pérdida de biodiversidad.

El tradicional segmento de alto nivel, aunque será presidido como siempre por el titular de medio ambiente, incluirá más de 190 presentaciones en paneles presididos por los ministros de los cuatro sectores económicos involucrados.Un mensaje político previo ofrecerá orientaciones precisas sobre cómo integrar la dimensión de la biodiversidad en estos sectores. En relación con COPs anteriores, seguramente se romperán límites en el número de ministros participantes.Ministros sectoriales de muchos países ya confirmaron su participación. También tendrán lugar foros de jóvenes y sociedad civil; foro de alcaldes de ciudades, foro de legisladores, foro científico…

Infortunadamente, todo parece indicar que el presidente mexicano, apoyado por el PVEM, presentará una Ley general de biodiversidad que, sin consultas públicas previas a academias, investigadores expertos y organizaciones de la sociedad civil, elimina un capítulo de la Ley general del equilibrio ecológico y la protección al ambiente (LGEEPA) y la Ley general de vida silvestre completa (LGVS). Esta ley presenta algunos aspectos positivos, sin duda, pero lo inteligente sería presumir que, a partir de la COP13, México inicia un proceso de amplias consultas públicas para concluir con la formulación de una ley general de biodiversidad, como fue el caso de la Ley general de cambio climático (LGCC).

Por su parte, organismos de las Naciones Unidas, como la FAO y el PNUD, o el Consejo Mundial del Turismo, están participando de manera destacada, ejerciendo presión para que los tomadores de decisiones y hacedores de políticas de fomento económico integren las propuestas de uso sustentable que estos organismos vienen planteando desde hace tiempo. El 18 de octubre fueron presentadas propuestas integradoras para agricultura, pesca, silvicultura y turismo. La amplia aceptación lograda, hasta el momento, de esta estrategia, ya configuró expectativas en otros sectores (energía, transporte, construcción, minería, etc.), para que se les invite a las siguientes Conferencias de las Partes del CDB.

De tal modo, lo que está en juego no es un gran acuerdo al estilo del Acuerdo de París sobre cambio climático, que logró establecer una meta global precisa: que la temperatura promedio superficial global no sobrepase los +2º Celsius en el curso de este siglo XXI. Ojalá las cosas estuvieran suficientemente maduras como para un acuerdo del estilo de «no sobrepasar cierto límite de pérdida o degradación de ecosistemas en el mundo» (ruta de choque contra la naturaleza que Homo sapiens insustentabilis mantiene, en perjuicio de sí mismo). Lo que está en juego es, apenas, pero es mucho en las condiciones actuales, que cuatro sectores de actividad económica tomen acuerdo de cómo integrar, en serio, criterios de preservación de la biodiversidad en la formulación de sus políticas públicas de fomento productivo; que eliminen subsidios perversos; que metan freno a fondo al avance de la frontera agrícola – forestal – turística a costa de los ecosistemas. El verdadero y mayor trabajo empezará una vez concluida la COP13.

*Coordinador Editorial del Centro Interdisciplinario de Biodiversidad y Ambiente.

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