Opinión

Coronavirus y fobias

Coronavirus y fobias

Coronavirus y fobias

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Ante el tsunami de información acerca del coronavirus, nos salpicó en la cara la información: su surgimiento en China, aclararnos que se trata de un microorganismo que afecta a varias razas del reino animal, que ocasionalmente infectaba al hombre por medio de un contacto muy cercano con los animales, pero que ahora se trata de una mutación que ha logrado infectar de humano a humano y, que por esta característica, simula la aparición de la epidemia de la gripe aviar del 2002. Al día de hoy, ya se contaba con reportes de que se había esparcido a varios países asiáticos.

Estados Unidos y la Secretaría de Salud Nacional ya había emitido alertas epidemiológicas con dos probables casos en duda en territorio nacional. Comenzamos a ver imágenes de Wuhan cerrada para que las personas entren o salgan, con calles desiertas y sólo con uno u otro valiente utilizando el obligatorio cubrebocas. Recomendaciones de evitar volar a China, si no es estrictamente necesario, así como especiales atenciones y vigilancia en aeropuertos de todo el mundo.

No seguiré esta columna hablando de las predicciones infectológicas del futuro comportamiento del virus y cómo seguramente se encontrará en muchos países más en las siguientes semanas. No. Ahora quiero hablar de lo que datos como estos nos hacen sentir a los mexicanos de a pie.

Comienzan a inundarse las redes sociales de recuerdos de la epidemia de influenza de abril del 2009, ya que nunca habíamos contado con medidas de seguridad que sólo se veían en las películas: suspensión de clases, evitar ir al trabajo favoreciendo el home office y, de plano, no salir de tu casa si no era absolutamente necesario. Se agotaron los cubrebocas en las farmacias, se registraron ventas record de gel antibacteriano y se cancelaron todo tipo de espectáculos con aglomeraciones de personas. Todos estos comportamientos tenían un racional claro y una lógica impecable. Lo que se anidó en nuestro espíritu y que ahora comienza a salir, es un miedo exagerado y que pocas situaciones nos lo pueden hacer sentir.

Justo esa es la definición de una fobia: un miedo que supera en intensidad a las explicaciones que podemos generarnos y que, como consecuencia, produce una conducta evitativa que hace notoriamente disfuncional al individuo que la padece. Se trata del padecimiento de la salud mental más prevalente en todo el mundo. Se calcula que cerca del 33% de la población terrestre es portadora de una fobia, aunque no todas tienen que llevar una relevancia tal como para afectar mi calidad de vida o, finalmente, requerir tratamiento profesional. Hay fobias tan comúnmente fuente de afectación que se clasifican por separado en los libros de la psiquiatría, como lo son la agorafobia (miedo a los espacios abiertos o a sitios en donde se está rodeado de mucha gente) o la fobia social (miedo a las situaciones donde se es el centro de atención). A todo el resto se les conoce como fobias específicas, y aquí sí se nos presenta uno de los territorios más fértiles para el uso de las etimologías grecolatinas para designar con nombres súper complicados a tantas fobias como eventos pueden surgir de nuestra imaginación. Su diagnóstico no reviste dificultades ya explicados sus elementos y su manejo es principalmente a base de psicoterapia cognitivo conductual y medicamentos estabilizadores de la neurotransmisión serotoninérgica y para las crisis de ansiedad derivadas de la exposición a las fobias.

Regreso a la crisis del coronavirus: reflexionen acerca de la prudencia de los cuidados que hay que tener para evitar contagios, hay que ser sabios y no exponernos innecesariamente, pero al mismo tiempo los conmino, a detectar y hacer todo lo posible por evitar caer en el pánico de las conductas exageradas de tipo fóbico.

Cuéntenme sus fobias a @Edilberto_pena