
Venezuela es el país del mundo con mayores reservas de petróleo, pero el empobrecimiento de sus habitantes les ha abocado a comprar cucharadas de comida para intentar burlar una escasez de alimentos que se ha agravado en los últimas semanas, cuando la economía entró en una espiral hiperinflacionaria.
Productos de consumo diario como el café, la harina, la leche y el azúcar son ofrecidos ahora en bolsitas que pesan entre 50 y 150 gramos, cuyos precios suben cada día en los puestos ambulantes de los barrios populares al margen de las regulaciones impuestas por el régimen de Nicolás Maduro.
Cuatro mil bolívares (poco más de un dólar según la tasa oficial de cambio más alta) da para comprar cuatro cucharadas de azúcar. Con este precio, un venezolano que perciba al mes el salario mínimo (53 dólares) gana por día el equivalente a 6 cucharadas de azúcar.
Los revendedores, conocidos en el país sudamericano como “bachaqueros”, ofrecen otros productos como el café en bolsitas de menos de 50 gramos. Esta forma de comercio de subsistencia se viene registrando en el interior del país desde hace meses y se ha extendido en mercados del este y oeste de la capital venezolana en las últimas semanas, al mismo tiempo que el Parlamento, de mayoría opositora, informaba de una inflación anual acumulada hasta octubre de 825 por ciento.
En medios locales han circulado varias denuncias de supuestos fraudes con estos productos, por parte de oportunistas que ofrecían aceite de cocina ya usado o cal en lugar de harina de trigo.
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