
Un juez de Los Ángeles decretó ayer la pena de muerte para el padrastro de Gabriel Fernández, el niño de ocho años de edad que falleció a causa del maltrato, y cadena perpetua para la madre, que consintió en que fuese torturado hasta la muerte.
El magistrado George Lomeli, que calificó los actos de la pareja de “horrendos” e “inhumanos”, siguió la recomendación del jurado y decretó la pena capital para Isauro Aguirre, de 37 años, mientras que Pearl Fernández, de 34 años, fue condenada a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional
Pensaba que era gay. Durante el juicio, la Fiscalía aseguró que Aguirre, de 1.88 metros de estatura y 122 kilos, golpeó, pateó y quemó al niño hasta llevarlo a la muerte porque pensaba que era homosexual.
En febrero, la madre se declaró culpable de asesinato en primer grado y admitió las torturas realizadas al menor como parte de un acuerdo para recibir cadena perpetua en lugar de pena de muerte.
El menor murió el 24 de mayo de 2013 en un hospital, donde fue trasladado dos días después de que los servicios de emergencia lo hallaran inconsciente en su domicilio. Según la autopsia, el menor presentaba fractura craneal, varias costillas rotas y quemaduras en todo su cuerpo.
Los condenados miraban con seriedad al frente cuando el juez les dijo: “Solo puedo desear que se despierten en medio de la noche y piensen en las heridas de este niño. Lo deseo de verdad. Será otro tipo de tortura. Ese es mi deseo”.
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