
Imitando el camino que marcó el fallecido Hugo Chávez en Venezuela, al crear su propia Constitución para poder reelegirse de manera indefinida e imponer decretos a placer y decidir el manejo de leyes a su conveniencia, Daniel Ortega en Nicaragua va por su tercer mandato consecutivo y cuarto como presidente, al poner en marcha su campaña rumbo a las elecciones presidenciales del próximo 6 de noviembre. El comandante sandinista también adoptó la ideología de la revolución cubana, y desde hace algunos años ya prepara a su hijo Laureano Facundo Ortega Murillo, de 33 años, para que sea su heredero en el poder a través de una dictadura dinástica y familiar, tal y como hizo Fidel con su hermano Raúl.
Nicaragua, unos de los países de Centroamérica con un elevado nivel de pobreza en América Latina y donde la democracia ha sido borrada desde que el comandante sandinista regresó al poder por segunda vez en 2006, se prepara para elegir a su próximo presidente, al vicepresidente y 90 diputados, en medio de denuncias de la oposición que advierten que desde el gobierno ya se manejan artimañas para que el veterano ex guerrillero alcance su tercera reelección en fila.
Daniel Ortega, tal y como ocurrió con Fidel Castro, al apropiarse del gobierno mediante una dictadura, ha sido líder indiscutible del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), partido del que ha sido su único candidato a la presidencia desde 1984 a la fecha.
Así como ocurrió con el arribo de Chávez en Venezuela mediante una intervención militar para intentar sacar del poder al entonces presidente Carlos Andrés Pérez, a quien culpaban de la crisis social y económica que vivía el país a finales de 1998. Un año después y con apoyo militar se lanza como candidato y al ganar la presidencia en 1999 comenzó su etapa dictatorial, con expropiaciones, control de la prensa, nacionalización de bancos y fábricas y la creación de una Constitución que le permitiría ser el hombre fuerte del país sin necesidad de depender del Parlamento. Chávez logró lo que quiso y manipuló a las clases más desprotegidas con discursos populistas hasta su muerte el 5 de marzo de 2013.
Pero Chávez no actuó por instinto, siguió el consejo de su tutor ideológico, el líder cubano Fidel Castro, quien le enseñó la forma de cómo llevar su gobierno, buscar aliados que compartieran su postura antiestadunidense, y lo principal, dejar el camino puesto para heredar el poder a un familiar o gente de confianza.
De acuerdo con el periódico “Diario las Américas”, la era represiva de los Somoza inició con Anastacio Somoza García, quien antes de impulsar su régimen en la década de 1930, fue militar, empresario y terrateniente.
A sus hijos los preparó para que heredaran el poder. A Luis Somoza en el Congreso y a Anastasio Somoza Debayle en el ejército. Ambos dirigieron el país, aunque el segundo fue el último de la dinastía, al ser asesinado en 1979.
El comandante sandinista creía que tenía las cartas a su favor y tendría sin problemas un segundo mandato en fila. Sus pronósticos fallaron y en tres periodos consecutivos perdió la presidencia. Primero frente a Violeta Barrios de Chamorro (1990-1997), posteriormente sucumbe ante Arnoldo Alemán (1997-2002) y el tercer descalabro lo sufre ante Enrique Bolaños (2002-2007).
Ortega armó una campaña de desprestigio contra sus adversarios y en 2006 ganó las presidenciales, y asumió el cargo por segunda vez como mandatario el 10 de enero de 2007 y desde entonces sigue aferrado al poder.
Siguiendo los pasos y estrategias de Chávez y Castro, en 2009 logra controlar todos los poderes del gobierno, toda vez que en el Congreso tiene mayoría con legisladores sandinista. En ese mismo año crea una nueva Constitución, tal y como lo hizo Chávez en Venezuela el 15 de diciembre de 1999, bajo el argumento de que la anterior no servía y era nefasta.
Daniel Ortega no dejó escapar la oportunidad de lo que aplicó Chávez en Venezuela y de inmediato comenzó con el control de la prensa, la manipulación de empresas extranjeras y colocó a sus familiares en sitios estratégicos en empresas privadas y del gobierno para encaminar la herencia familiar hacia una dictadura hereditaria.
Los jueces sandinistas de la Corte Suprema de Justicia, sin presencia de magistrados opositores, declararon en octubre de 2009 inaplicable el artículo de la Carta Magna que impedía la reelección continua del mandatario y que la limitaba a dos mandatos.
Ortega fue reelecto en 2011, pese a denuncias contra su cuestionada candidatura.
La más reciente modificación a la Carta Magna, refrendada en 2014, establece la reelección presidencial indefinida, la posibilidad de elegir al presidente en primera vuelta y con mayoría simple de votos. No obstante, que la enmienda constitucional le allana el camino a aspirar a una nueva candidatura.
Ortega, de acuerdo con opositores políticos nicaragüenses y medios locales, ya prepara su tercer mandato consecutivo, mientras alista a uno de sus hijos para relevarlo en el cargo.
Según los periódicos “La Prensa” y “Diario las Américas”, el estilo centralizado de gobernar del comandante sandinista se apoya en el debilitamiento de la democracia, el control de las fuerzas armadas, la acumulación de empresas y capital, y reformas constitucionales para mantenerse en el poder.
Uno de sus hijos, Rafael Ortega Murillo maneja algunas de las empresas familiares, incluido canales de televisión y emisoras de radio; Camila dirige el canal 13 de televisión, emisora donde además trabaja su otra hija Luciana; Juan Carlos dirige el canal 8; Maurice controla la empresa de publicidad Difuso, la cual elabora parte de la propaganda oficial y Daniel Edmundo es director de canal 4.
Pero las miradas de Ortega para heredar el poder recaerían en su hijo Laureano, quien más ha aparecido en público con su padre y a quien señalan como el impulsor del proyecto de construcción de un canal interoceánico.
Medios locales aseguran que Daniel Ortega ve a Laureano, un asesor de la más importante agencia de promoción de inversiones del país, Pro Nicaragua, como su futuro heredero en la presidencia, pero mientras el momento llega, lo dirige y lleva a reuniones con inversionistas internacionales y en giras de trabajo para que comience a relacionarse mientras recibe su aval como el delfín de la dinastía Ortega.
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