Opinión

De las alianzas a los daños colaterales

De las alianzas a los daños colaterales

De las alianzas a los daños colaterales

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Cuando López Obrador lanzó su famoso ultimátum, para muchos de manera déspota,  imaginó una desbandada de miles de ciudadanos, líderes territoriales y grupos enteros de varios partidos, tocando a las puertas de Morena en espera de ser recibidos, pero ¡oh sorpresa!, el timbre nunca sonó, pues todos hicieron caso omiso a su autoritario llamado, por ello, es entendible que ahora el tabasqueño critique las alianzas entre partidos, pues se dio cuenta que nadie quiere una coalición con él ni con su movimiento.

Revisando un poco la historia, en su momento Obrador como presidente nacional del sol azteca, fue uno de los principales impulsores de las alianzas políticas, basta recordar una de ellas precisamente con el Partido Acción Nacional (PAN), a quien por medio de su candidato a la gubernatura de Nayarit en 1998, Antonio Echeverría Domínguez, mostró su apoyo y se sumó a la “Alianza para el Cambio” misma que por cierto, hizo historia al sacar al PRI de ese estado.

Con ello, resulta patético y contradictorio el discurso del presidente nacional de Morena, al calificar como “promiscua” la alianza entre el PAN y el PRD, una alianza que no es otra cosa más que un llamado a la unión nacional luego del divisionismo que padece el país por diversos factores.

Entre esos factores, destacó el que López Obrador aportó para dividir al país al recordar sus dos campañas rumbo a la Presidencia de la República, en las que prevalecieron los discursos cargados de insultos, de descalificaciones y sobre todo de segregación de ciertas clases políticas y sociales.

Todo ello, nos mostró con el paso del tiempo, que con su comportamiento y forma de hacer política, Obrador creó un escenario propicio para sus intereses y que no es otra cosa más que una perversa división nacional que a la vez, le resulta un área de confort para operar y descalificar todo lo que no sea de Morena y sin duda, un fenómeno maligno para el país, de tal magnitud que por esa segmentación, urge un adecuado control de daños y qué mejor que basado en la unidad.

De ahí, podemos entender muchas alianzas entre partidos, pues hoy en día, ya no es posible que uno solo gane por sí mismo una elección por la gran división social que existe, por lo que, sin temor a equivocarme, afirmo que el propio Andrés Manuel, sin querer, ocasionó este fenómeno aliancista al que él se opone, claro, siempre y cuando no sea en favor de su partido.

Por ello, Morena le apuesta a que a México le vaya mal, los discursos de los miembros de ese partido son de satisfacción y de deseo de que haya desestabilidad, inseguridad, pobreza, desempleo, corrupción, impunidad y todo lo que ese partido pueda capitalizar para hacer política a favor de su mesías, y eso, es perversidad y un gran intento de engaño al pueblo, pues nadie que siempre ha deseado un mal a toda una nación, puede hacerle un bien, si es que llegara a gobernarla.

Con esos antecedentes, está claro que Andrés Manuel no podría gobernar una nación a la que él ha dividido y ha deshonrado al mandar, como un anarqueto, sus instituciones, incluso, ha descalificado al partido que lo hizo Jefe de Gobierno y dos veces candidato a la Presidencia de la República, por ello imagine estimado lector a un partido como Morena en el poder.

Y de Pilón:

Y hablando de negligencias, urge que el Estado de México implemente acciones de control de contaminantes, ya que de acuerdo a estudios, los municipios de Tlalnepantla, Coacalco, Tultitlán, Naucalpan, Atizapán y Ecatepec, que colindan al norte de la capital del país, son responsables de hasta el 70 por ciento de los altos índices de contaminación que prevalecen en la metrópoli y que ha obligado a autoridades de la Ciudad de México, a activar contingencias ambientales, tema que ni un candidato a la gubernatura de esa entidad ha querido tocar a excepción de Juan Zepeda, quien incluye en sus propuestas una agenda verde.

Twitter: @julioc_moreno