Opinión

Definición simplemente injusta e inadecuada

Definición simplemente injusta e inadecuada

Definición simplemente injusta e inadecuada

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Desde que me acuerdo, el número de perros y gatos que hay en México se ha calculado con base en las vacunas que anualmente se adquieren para combatir la rabia, y que no se me niegue, porque la cifra coincide tanto a nivel nacional como lo que correspondería a la CDMX, sin que por ello sea una cantidad confiable. Se trataría de un universo que hubiera sido de primer orden conocer con mucho mayor certeza aprovechando el censo poblacional, pero, adivinen…

A los del INEGI cándidamente se les pasó incluir LA PREGUNTA y por lo

tanto seguiremos en las mismas y sin saber, además y con precisión hasta por materia de protección civil, qué otro tipo de animales de compañía son resguardados en los hogares. Lo peor es que ese Instituto seguirá siendo LA FUENTE más confiable para el propósito. No, pos sí…

Para el Senador morenista Ricardo Monreal Ávila —de conformidad a su más reciente iniciativa sobre el tema animales no humanos que he venido comentando— “el abandono es una modalidad de violencia que implica negligencia, descuido de las necesidades básicas de un animal, incluyendo el suministro de alimentos, agua, refugio y atención veterinaria", describiéndolo además como “una (de) las formas más frecuentes de maltrato animal y a la que menos atención se presta porque se normaliza". Bien, hay acuerdo pleno con lo primeramente expuesto, ya que además de tratarse de una acción abusiva, vil, cobarde y cruel, dispone un muy alto riesgo sanitario; sin embargo, no me queda claro que el proyecto implique también EL ABANDONO que se refiere a dejarlos a hurtadillas, a su suerte, dentro del espacio público que abarca todo menos la propiedad privada; ello, ante la dificultad de poderlo acreditar. Asimismo, no creo que se trate de un asunto normalizado, sino más bien todo lo contrario. Sólo hay que echarle ojo a las redes sociales para dar cuenta de que se trata de un reclamo comunitario, gracias también al tremendo esfuerzo del cada vez más sólido sector protector que incansablemente lo denuncia. Por otra parte, veo sanción ausente y precisa hacia la impunidad, esto es, para toda aquella autoridad competente que no cumpla con la obligación de vigilar y hacer cumplir la normatividad que tipificaría el abandono. Tampoco se está previniendo la carencia de políticas públicas eficientes y eficaces que impidan esa incuria o que le den curso correcto y no letal, al haber enemil razones por las cuales una persona tenga que “deshacerse" de su gato, perro, tortuga o pez, que son generalmente y en ese orden, las especies que más lo padecen. Igualmente, no veo impresa prohibición terminante para que quien resulte sentenciado sea impedido de volver a tener animales y aparezca en una lista actualizada, pública y publicada de maltratadores. Dado a que por hoy se me termina el espacio, termino dando por totalmente i-na-cep-ta-ble la segunda parte de la definición que el proyecto del zacatecano presenta para animal no humano abandonado (“que libremente deambula por la vía pública sin contar con placa de identidad u otra forma de identificación"), toda vez que es la misma que arrancó desde que se regularon los antirrábicos y similares, y que a la par se viene mal arrastrando en las diversas leyes de protección estatales y de la Ciudad de México convirtiéndose en una sentencia injusta para cualquier animal. Lo anterior indica que el exgobernador… o no tiene ni pajaritos en su casa o dispone de un ejército de ayudantes domésticos amenazado de que no le suceda nada a sus animalitos, ya que de otra sólo evidencia desconocimiento total de los usos y costumbres relativos al manejo particular de los perros en el país y desconocimiento de la facilidad con que accidental o antropopremeditadamente, tanto los guaguás como los mininos pierden las plaquitas de identificación; bien sea por el desgaste natural del arito que las une al collar o porque se les atoren. Otras veces es el servicio doméstico quien se las retira en cuanto no están “los patrones", para seguidamente abrirles la puerta y que “se pierdan". Casos del diario. Están igualmente los cazadores de recompensas y/o los extorsionadores que se quedan con los collares en la mano durante las persecuciones fallidas para atraparlos.

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