
Un grupo de estudiantes de posgrado en biotecnología de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) desarrolló un proyecto para que familias rurales puedan tener en casa un sistema, del tamaño de una cubeta de pintura, dentro de la cual se colocan desechos de agricultura y microorganismos que transforman los desechos agrícolas en proteínas aptas para consumo humano.
Las proteínas que se obtienen en esas granjas moleculares pueden ser vendidas como suplemento alimenticio para licuados y galletas.
El proyecto científico llevó a la formación de la empresa tecnológica de origen universitario Molecular Farming, que será evaluada en San Francisco, California, en marzo, dentro de la competencia internacional Hult Prize. Ahí competirán con alumnos de universidades e institutos como Standford, Harvard y MIT, por uno de los lugares en la final global con sede en la ONU y disputar el premio del millón de dólares.
Molecular Farming es aprovechar la capacidad de transformación que tienen ciertos microorganismos para reducir de manera drástica el consumo de energía en la producción de nutrientes o alimentos.
El proceso usa energía solar pasiva y puede ser trabajado en traspatios o pequeños espacios. No se necesita un tipo de tierra en particular para que habiten los microorganismos transformadores.
Los autores del proyecto son los estudiantes de posgrado en biotecnología, Laura Grecia Fuentes, Luz Adriana López y José Luis Reyes. Ellos afirman que Molecular Farming proporcionará una fuente de ingreso a pequeñas comunidades o familias encabezadas por mujeres, mediante la generación de productos moleculares de alto valor agregado cultivados en granjas de microorganismos.
“Nosotros desarrollamos una cubeta que es capaz de producir, en este caso estamos utilizando proteína de producción, nosotros lo que queremos evitar es el uso de suelos cultivables, esta cubeta lo que utiliza en lugar de tierra es un sustrato que pueden ser residuos agroindustriales, unos pueden ser como rastrojo de maíz, bagazo de caña, desperdicio de trigo, hay un sinfín”, explicó Grecia Fuentes.
Por su parte, José Luis Reyes explicó que el sistema consiste en una cubeta de 20 litros, como en la que se almacena la pintura.
“Nosotros vamos a colocar dentro de ella una estructura en la cual vamos a colocar charolas, sobre este vamos a hacer crecer el microorganismo y nuestra cubeta tiene un sensor de humedad y temperatura ya que es muy importante controlarlos y así también éste va a captar luz solar para poder mantener a temperatura controlada lo que es nuestro bioproceso”, detalló Reyes.
Este nuevo modelo de producción es a través de la generación de alimento en forma de polvo, lo que mejora el sistema de almacenamiento y transporte.
La idea es aportar a comunidades pobres un proceso biotecnológico de fácil manejo para quien produce. Posteriormente, la producción de proteína que realicen diferentes familias se puede concentrar en centros de acopio comunitarios, específicos para cada región.
La idea es que la empresa Molecular Farming esté en contacto con las familias con transferencia de conocimiento, asesoría técnica, búsqueda de clientes para sus productos, tecnología energéticamente sustentable y una logística amigable con el medio ambiente.
Los proyectos fueron evaluados por un jurado multidisciplinario con personajes importantes en el ecosistema de empresas de base tecnológica en México como Marcus Dantus, de Startup Mexico; Ricardo Massa Peimbert, de KIO Networks; Eric Cardeña Rodríguez, director de programas de Mass Challenge; Enrique Islas, de Talent Network; Jordy Micheli, coordinador de campus virtual de la UAM Azcapotzalco y Laura Hernández, representante de la rectoría general de la UAM.
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