Opinión

Educación, juventudes y utopía

Educación, juventudes y utopía

Educación, juventudes y utopía

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

En diversos estudios sobre las dimensiones social, política y económica de la realidad, se resalta el contraste entre ésta y la de una “visión romántica”; entre el deber ser y el ser, y entre lo existente y lo utópico.

El ser humano, a lo largo de su historia, antes de emprender cualquier actividad ordinaria o de realizar cualquier proeza, tuvo que aprender a conocer sus habilidades y limitaciones, tanto en lo particular como en lo colectivo, generándose procesos internos de profundos cambios en su pensamiento y en su quehacer cotidiano, para incidir activamente en el mejoramiento del contexto para la satisfacción de necesidades, aunque éstas a escala mayor y en el devenir histórico se tradujeran en el dominio del prójimo y en la sujeción de un pueblo sobre otro.

La transmisión de todo este bagaje de conocimiento, incluso generacional, se transmitía y perfeccionaba de acuerdo con el entramado de las relaciones sociales, del ­desarrollo económico y de las relaciones políticas de poder, cada vez más desafiantes y exigentes para el pensamiento0 y la obra humanos.

Esta transmisión y perfeccionamiento del conocimiento se realizaba mediante la educación no formal, entendida como el aprendizaje no estructurado ni intencional adquirido en la vida cotidiana, y sin un objetivo determinado.

Conforme la complejidad se manifestaba en las distintas dimensiones de la realidad, su interpretación y comprensión exigió parcializar el conocimiento y el saber, sin que llegará a establecerse la interconexión en un sentido holístico, generando un pensamiento adaptativo.

A través de la educación formal institucionalizada, con su carácter intencional y planificado, se planteó el objetivo de formar mediante procesos pedagógicos y didácticos al ser humano para que estuviera en sincronía con el tipo de sociedad en que se encontraba, generando roles específicos para cada uno.

Sin embargo, en el devenir histórico, ante los conflictos sociales, políticos y económicos, y con sus subsecuentes conflictos bélicos, la educación formal, informal y no formal, mediante valores y principios basados en los derechos del hombre y del ciudadano y posteriormente en los derechos humanos, buscaron la formación de una sociedad distintas y de un ser humano nuevo.

Recordemos que en la educación en el siglo XIX europeo, con el apogeo de la primera revolución industrial, alemanes, franceses y británicos prepararon generaciones de militares formados en ingeniería, aviación y nuevos materiales para las guerras que destruirían el mundo decimonónico y darían paso a una nueva era de desarrollos tecnológicos.

La aspiración, entonces, de un ser humano nuevo, sensible, feliz, pleno y solidario, en un sistema de gobierno y en una sociedad perfectos, justos y armoniosos (o cuando menos óptimos), no es un asunto nuevo; evoquemos la belleza de La Ciudad del Sol de Tommaso Campanella; La Nueva Atlántida de Francis Bacon, y la misma Utopía de Tomas Moro.

Y sin embargo, el tema en nuestro país y en nuestro tiempo adquiere actualidad y relevancia, ante un proceso de transición, que, después de profundas crisis económicas y políticas reflejadas en la ruptura del tejido social, se encuentra en un proceso de transformación en que las juventudes tienen un papel decisivo por su frescura, fortaleza, ímpetu, creatividad y por su inclinación cultural hacia la Utopía, es decir, al devenir de algo mejor que hay que construir desde el presente y a través de la educación, sea ésta formal o informal.

Las juventudes deben de apropiarse del espacio público (no solamente escolar) para generar comunidades educativas en las que se pueda pedagogizar la Utopía, con su carácter liberador de conciencias y de talentos innovadores, donde el joven contribuya, partir de sus expresiones culturales y artísticas, y en el contexto de la Cuarta Transformación, a la reorganización sociopolítica de una realidad caótica, fragmentada y discontinua.

El presidente de la República ha mencionado que su objetivo dentro de esta cuarta transformación, es el de hacer de nuestro país una potencia económica, al contar con un pueblo “bueno, honesto y trabajador” y al aprovechar nuestros recursos naturales, invitándonos a construir esta “bella utopía”

Recuerdo ahora las palabras del extraordinario Eduardo Galeano “La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.”

Ulises Lara López
Twitter: @UlisesLaraCDMX