Opinión

Educación media superior y superior, experiencias significativas para la pospandemia

Educación media superior y superior, experiencias significativas para la pospandemia

Educación media superior y superior, experiencias significativas para la pospandemia

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Desafíos constantes y retos permanentes, ha enfrentado el sistema educativo mexicano en la operación habitual de sus servicios y en el quehacer cotidiano de cada centro de enseñanza; esto, no ha sido la excepción en los tiempos de pandemia, donde la creatividad, el esfuerzo y el compromiso de la comunidad educativa se han innovado para encarar el doble reto de implementar soluciones originales ante escenarios inéditos y de revertir problemáticas añejas, ante un estado latente de situaciones estrechamente relacionados con las desigualdades que caracterizan a nuestra sociedad y que, históricamente, han repercutido negativamente en los niveles de Educación Media Superior y Superior.

En 2012 la Educación Media Superior se volvió obligatoria en nuestro país; con ello, el Estado mexicano adquirió el compromiso de garantizar las condiciones necesarias para que todos los jóvenes de entre 15 y 17 años de edad ingresen, permanezcan y concluyan este nivel escolar mediante una oferta educativa que les permita aprender y desarrollar sus proyectos de vida, sin embargo, en la realidad persisten brechas y desigualdades sociales y educativas; un ejemplo, es el acceso a las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC).

Al respecto, según cifras del INEGI, en promedio, un tercio de la población mexicana, y por ende de estudiantes, no tiene las condiciones para continuar con sus clases a distancia, y en los hogares rurales únicamente el 20% tienen computadora y 23% conexión a Internet. De igual forma, la brecha territorial está muy relacionada con la brecha socioeconómica, ya que, en los niveles socioeconómicos bajos, sólo el 16% de las personas tienen computadora; en el extremo, los de mejor posición socioeconómica el porcentaje aumenta al 79%, y con respecto a la conexión a internet las cifras corresponden a un 19% y 90%, respectivamente.

Derivado de la crisis ocasionada por la pandemia, adicionalmente, el aumento del desempleo ha incrementado la pobreza, la cual es una grave amenaza para miles de jóvenes en edad de cursar la Educación Media Superior o Superior; representa un elemento para que se desistan de iniciar o continuar su formación académica ante la urgencia de tener una actividad remunerada, y, lamentablemente los coloca en desventaja frente a una competencia encarnizada por la obtención de un trabajo y ante el incremento del mercado laboral informal.

El confinamiento aceleró la digitalización de las empresas y elevó el comercio electrónico, aunado a ello, creció la demanda de profesionales para estos sectores. Con la transformación digital de muchas empresas, las profesiones relacionadas con dichos procesos de digitalización han sido revaloradas no sólo en el aspecto salarial (que ya estaban entre las mejor pagadas por la escasez de determinados perfiles), requiriéndose cada vez más de profesionales técnicos y de estudiantes que buscan obtener un grado en el nivel superior.

Durante la pandemia se ha visto esta necesidad de contar con más y mejores profesionales de otras áreas del conocimiento, como es el de la salud, por ejemplo, diversificando sus ramas y especialidades más allá de la medicina, en la que se formarán los futuros anestesistas, radiólogos, laboratoristas, geriatras, fisiatras, entre otros, con una visión inter y transdisciplinaria del ejercicio profesional que responda a la complejidad de la realidad nacional e internacional.

Lo anterior, a su vez exige reforzar las competencias básicas y transversales; implementar centros de emprendedores; incluir temas de economía social y solidaria; fomentar la cultura digital como competencia básica; reforzar la formación para el trabajo con herramientas y procesos de innovación; fomentar la cultura financiera, y consolidar la resiliencia y el bienestar socioemocional, lo que permitirá a los educandos incorporarse al mundo laboral para lograr sus propios proyectos de vida; responder a las expectativas sociales, y contribuir al progreso de nuestro país, rompiendo con ello los ciclos de reproducción social de la pobreza.

La Educación Media Superior, entonces, tiene que ser revalorada, dejar de ser un filtro del abandono escolar que acreciente los índices de deserción; una especie de justificación en las deficiencias formativas que se corregirían más adelante, o como un obstáculo para la calidad educativa crítica que debería ir perfilando la vocación profesional del alumnado. Por su parte, la Educación Superior, en el imaginario social, continúa siendo el ciclo del sistema educativo nacional mexicano que permite el ascenso y la movilidad social, una aspiración legítima de nuestras juventudes.

Por ello, me parece acertado que el Gobierno de la Cuarta Transformación haya sentado las bases para garantizar el acceso total y la gratuidad de la educación a miles de jóvenes mediante la Red de Universidades para el Bienestar “Benito Juárez García” que, en el marco actual, con este impulso académico, serán estos estudiantes los primeros profesionistas egresados en la era pos pandemia, esperando se consolide como uno de los pilares para el progreso de nuestro país.

Por el tema que hoy nos ocupa, y por la pertinencia de la propuesta, aprovecho este espacio para sugerir a las autoridades de la SEP y en especial a su titular la Maestra Delfina Gómez Álvarez, la realización de un Congreso Nacional de Educación Media Superior, con el objetivo de revisar a fondo los modelos educativos con sus planes y programas de estudio de los subsistemas existentes; de avanzar a un sistema que homologue criterios para la movilidad escolar; de disminuir drásticamente el abandono escolar, y dar seguimiento efectivo de la trazabilidad de la matricula a nivel superior.

Es necesario señalar que la Educación Superior, por la autonomía en gran parte de las universidades públicas y por la diversificación de la oferta por parte de las instituciones privadas, deberá abordarse de manera diferenciada; mientras, avancemos en revisar nuestro bachillerato como esa fundamental etapa de transición educativa, de desarrollo de talentos, de conocimientos significativos y de espacios de oportunidad en la vida académica y social de nuestras juventudes.