Cultura

El ajedrez llevó a Homero Aridjis a ser cercano a Paz, Arreola, Rulfo, Toledo…

ENTREVISTA,Cuando llegué con Arreola y supo que jugaba ajedrez me puso a jugar con Eduardo Lizalde para medir mi calidad de juego. Cuando vio que le gané y jugó conmigo. También le gané. Ya era cerca de la una de la mañana y le dije: me voy, nos vemos la semana próxima; entonces Arreola respondió: cómo que la semana próxima, está muy lejos para la revancha, véngase mañana, cuenta Homero Aridjis.

El ajedrez llevó a Homero Aridjis a ser cercano a Paz, Arreola, Rulfo, Toledo…

El ajedrez llevó a Homero Aridjis a ser cercano a Paz, Arreola, Rulfo, Toledo…

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El ajedrez hizo que el escritor Homero Aridjis (Michoacán, 1940) entablara amistad con los autores Juan José Arreola y Octavio Paz, anécdotas que le permitieron vivir momentos con personajes como Juan Rulfo, Juan José Gurrola, Amparo Dávila y Francisco Toledo, las cuales son narradas en su reciente novela Los peones son el alma del juego.

“Este libro es de toda una vida, de una vida de escritor. En los años 60 llevaba una especie de diario secreto donde apuntaba cosas que sucedían, conversaciones que escuchaba, eventos de los que era testigo, era una especie de anecdotario personal que tenía que ver con la vida literaria”, expresa Aridjis en entrevista.

Esta novela editada por Alfaguara es para el autor la recreación de su mundo. “Es el mundo social-cultural de los años 60 y el mundo también urbano porque la Ciudad de México era una ciudad más dinámica, más habitable, más cultural y la más viva de América Latina, había cultura y poesía”.

-¿El ajedrez lo acercó a Arreola?

-El encuentro con Arreola fue importante porque me abrió la puerta, él era maestro de escritores jóvenes, hacía sus talleres y además de ser un gran escritor, era un pedagogo y un gran maestro. Se abrió conmigo por la ventana del ajedrez.

“Cuando llegué con Arreola y supo que jugaba ajedrez me puso a jugar con Eduardo Lizalde para medir mi calidad de juego. Cuando vio que le gané, quiso jugar conmigo y también le gané, pero como ya era cerca de la una de la mañana le dije a Arreola: me voy, nos vemos la semana próxima; entonces me respondió: cómo que la semana próxima, está muy lejos para la revancha, véngase mañana.Y de mañana en mañana nos hicimos amigos”, narra.

La casa de Juan José Arreola fue para Aridjis unacasa cultural y lúdica ya que ahí conoció a varios personajes, entre ellos, a Juan Rulfo. “Aunque a Rulfo lo conocí de una manera involuntaria en Paseo de la Refirma un día que perdió su dentadura. Pero en el medio literario, la casa de Arreola la llamaban la yunta de Jalisco”.

Otra cosa que el ajedrez hizo posible en la vida de Aridjis fue que conociera a Octavio Paz.

“Escribí un libro La tumba de FiIlidor y se lo mandé a Paz cuando estaba en París, él me escribió una carta generosísima y cuando estuvo en México lo conocí en persona. Caminos juntos por Reforma, lo estaban enviando de embajador a la India, él no quería ir, me dijo una cosa muy personal: viniendo de un país exótico como México, lo último que quiero es ir a otro país exótico como la India. Pero ahí encontró el amor”, recuerda.

En ese tiempo hubo varias anécdotas porque Paz acababa de tener una relación con Bona, una pintora italiana que vivía en París y con quien planeaba casarse, pero se cruzó Francisco Toledo, narra.

“Toledo llegó a París y Bona se enamoró de él, era jovencito, le llevaba Bona unos 15 años, él se enamoró de Bona y ella de él. Me tocó conocer a Bona y a Toledo juntos en casa de Ramón Xirau cuando se iban a Juchitán a vivir”, detalla.

-¿Le preocupan los comentarios que pueda generar su novela?

-Es una novela veraz, más bien me abstengo de mencionar muchas cosas que vi, había cosas de género, a varios personajes amigos les cambié el nombre porque tienen hijas y familia.

“Pero nunca vi a esos personajes como monumentos, sino como seres humanos, como cuando uno va al café y ve a fulano allí con noviazgos, hasta con infidelidades, murmuraciones, conflictos, es decir, como seres de carne y hueso, sin tratar de ser malévolo”.

CIUDAD NO ÍNTIMA. La novela Los peones son el alma del juego también es un recorrido por la Ciudad de México durante los años 60 del siglo pasado.

“La ciudad se ha vuelto más dura, antes había más centros culturales, nuestro presidente actual ha suprimido mucho la cultura, antes había lugares de reunión y cafés accesibles. Recuerdo que caminaba por Reforma en la media noche sin ningún problema, pero la ciudad se ha vuelto peligrosa sobre todo para las mujeres. Los gobiernos corruptos han empeorado la vida en la ciudad”, indica Aridjis.

-¿Qué es lo que más extraña de la Ciudad de México?

-Extraño a la Ciudad de México, es curioso extrañar a la Ciudad de México estando en ella. Extraño la ciudad vívida llena de actividad y muy interesante porque tenía muchos barrios desde el sur hasta el poniente. Era una ciudad que cambió para mal porque era acogedora, llena de cultura, pero ahora se volvió una megaciudad fuera de control, es un monstruo urbano y dejó de ser una ciudad íntima.

“Se volvió la ciudad del tráfico, de multitudes agresivas, una ciudad sin personalidad, el rostro de la Ciudad de México era amistoso”, responde