Escenario

El altar de Garbage a su Versión 2.0 en la Arena Ciudad de México

Cualquiera que los siga desde hace dos, tres, diez o quince años, sabe bien que Garbage ama a México. Y no solo a México, Garbage es una banda tan sensible, que por lo mismo empatiza con cada país al que visita. Hace amigos, construye relaciones, abraza a sus fans, les da todo lo que tiene y espera regresar pronto.

La cantante Siouxsie Sioux en concierto.
La cantante Siouxsie Sioux en concierto. La cantante Siouxsie Sioux en concierto. (La Crónica de Hoy)

Cualquiera que los siga desde hace dos, tres, diez o  quince años, sabe bien que Garbage ama a México. Y no solo a México, Garbage es una banda tan sensible, que por lo mismo empatiza con cada país al que visita. Hace amigos, construye relaciones, abraza a sus fans, les da todo lo que tiene y espera regresar pronto.

La visita que hicieron este jueves a la Ciudad de México, no fue la excepción. Desde que pisaron el país se leía en sus redes sociales (casi siempre escritas por Shirley Manson) la emoción de regresar a México. En especial mencionaron, lo agradecidos que estaban con los mexicanos al decidir compartir una fecha tan importante con Garbage, en el marco de las festividades de muertos.

Cualquiera fuera de contexto, que haya escuchado a Shirley Manson hablar del día de muertos durante el concierto, diría que hasta exageró en la forma en que se expresó y el respeto que mostró por la tradición. Pero si nos ponemos en los zapatos de un extranjero, definitivamente debe ser peculiar y solemne ver nuestras fiestas y nuestro culto a los muertos, aunque a nosotros a veces nos parezca natural.

¿Qué tiene que ver el Día de Muertos con Garbage?

En palabras de Shirley Manson, esta última fecha en México marca el final de su gira de aniversario, con el que conmemoran 20 años del lanzamiento del material Version 2.0, nacido en 1998. No solo era la despedida de la gira, sino la del disco. Así es, Garbage, en la Arena Ciudad de México le dijo adiós para siempre a algunas canciones del 2.0.

La banda tomó el disco Version 2.0 y en escena, frente a todos los presentes, sin aviso, lo mató. Sí, lo mató. Y no se quedó ahí. Después de matarlo, en ese instante, con luces neón y uno de los audios en vivo más envidiables del rock internacional, le montó un altar y le rindió tributo, como el difunto que en ese momento se convirtió.

Quienes asistieron a la Arena Ciudad de México, a partir de las 9:30, presenciaron una verdadera despedida. Afortunadamente para los fanáticos, Garbage no se despide, al contrario, como banda se ha vuelto imparable, gracias a las relaciones de amistad que han surgido entre sus integrantes (aunque extrañamos a Butch Vig en escena).

La despedida fue de unos padres a su hijo. Como cuando sabes que es un adulto, que ya no es tuyo, cuando se va de viaje a quién sabe dónde, y ya no está en ti cuidarlo y sacarlo adelante, ya se fue… aquí está su altar. Adiós.

 

Sin embargo, siempre habrá personas que podrán argumentar que simplemente concluyeron la gira del aniversario de un disco, con mucho menos melancolía y ritualidad, más a la mexicana. Pero para esos alegres, eufóricos y felices presentes que vieron a una de sus bandas favoritas darlo todo, se mostraron agradecidos con Garbage, por haberlos escogido como su público para el final de una gira. Se sentían amados, porque saben que Garbage los ama y todos aman a Garbage de regreso.

Durante las 23 canciones del concierto, desde la primera “Afterglow”, hasta la última “Cherry Lips”, el público disfrutó de la energía que irradiaba del escenario. Y cómo no, Garbage es uno de los actos en vivo más energéticos de la actualidad.

El “altar” montado por la banda en el escenario, era salido de un sueño futurista. Un cubo imaginario dibujado por luces neón que cambiaban y actuaban según la canción. Ningún amplificador, pedal o cable a la vista, solamente la batería y el micrófono de Shirley. Una limpieza impecable electrizó a los integrantes con el público, e hizo que fluyera intensamente durante todo el concierto.

La coreografía no intencional de Duke Erikson, Steve Marker y el reemplazo de Butch, Eric Gardner, hacían entrar en un trance lleno de energía; luces brillantes, sonidos que se escuchaban nítidos y coordinados, sin un solo error.

Y en medio de todo eso, Shirley Manson, como la oficiadora del ritual, se podía apreciar vestida primero con una gasa negra que cubría todo su cuerpo, y luego con un sencillo conjunto negro, con la franja de guerra pintada sobre los ojos, y con un magnetismo difícil de igualar.

Es imposible quitarle los ojos de encima a Shirley Manson durante un concierto de Garbage. Su presencia en el escenario es apabullante. Así lo hizo mientras saludaba, despedía y honraba canciones como “Special”, “The World is not Enough”, “Medication, I think im Paranoid”, “Sleep together”, “Get bussy with the fizzy” – tema al que amenazaron con jamás volver a tocar –, “Push it”, “You look so fine”, “Only happy when it rains”, y más.

La Versión 2.0 llegó a su fin pero nos queda un Garbage para mucho tiempo más. En día de muertos le decimos adiós a uno de los discos importantes de los noventa. Lleno de sencillos que nos acompañaron y nos seguirán acompañando en nuestros mejores y peores momentos. Descansa en paz.

Garbage por otro lado, “vivito y coleando”. Una de las bandas que sabe cómo mantenerse vigente a pesar de haber nacido el siglo pasado. Aquí que esperemos por los 20 años del Beautiful Garbage, o un nuevo disco, o cualquier excusa para una nueva visita a nuestro país. Porque nos aman, y nosotros a ellos.

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