
Hace 500 años en Centla, Tabasco, sucedió la primera batalla entre la tropa española de Hernán Cortés y mayas-chontales. Fue el primer enfrentamiento de América en donde los caballos se usaron como arma de combate, elemento determinante para que los chontales fueran superados y vencidos. Los cronistas hablan de la muerte de 800 indígenas.
Crónica presenta una cronología de la Batalla de Centla acompañada de un mapa informativo en Google Maps (https://drive.google.com/open?id=1ev451extqNR-sjGkRAs_Vdca8bOBwjCw&usp=sharing), recreado a partir de tres obras: Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo; Hernán Cortés, de José Luis Martínez; y La conquista de México, de Hugh Thomas.
Después de abandonar Cozumel, Hernán Cortés y sus hombres se dirigieron al río Grijalva, Tabasco, donde encontraron una resistencia de mayas-chontales.
El historiador José Luis Martínez escribió: “Los indios de esta región que ya había combatido con éxito a los españoles, les exigen que salgan de su tierra y los amenazan de guerra. Cortés les hace por tres veces el requerimiento formal para que se sometan y no habiéndolo acatado, tienen varios encuentros con ellos hasta que finalmente los vence”.
El español Bernal Díaz del Castillo plasmó en sus crónicas que fue el 12 de marzo 1519 cuando los españoles desembarcaron en Punta de los Palmares, Tabasco, y encontraron a 12 mil guerreros dispuestos a darles guerra.
Cortés, narra Díaz del Castillo, le ordenó a su traductor Jerónimo de Aguilar les comunicara a los mayas que no hicieran la guerra porque ellos venían en son de paz, pero los chontales respondieron que si entraban a su pueblo, los matarían.
Los españoles insistieron que los dejaran desembarcar, tomar agua y hablarles de Dios, “y que si guerra nos daban, que si por defendernos algunas muertes hubiese y otros cualquier daños, fuesen a su culpa y cargo y no a la nuestra”.
Ante la negativa, la tropa ingresó por un sendero a Potonchán, esto sucedió el 13 de marzo, entonces Cortés desenvainó su espada e hizo un acto simbólico: “dio tres cuchilladas en señal de posesión en un árbol grande que se dice ceiba y dijo que si había alguna persona que se lo contradijese, que él lo defendería con su espada y una rodela que tenía en el brazo”.
Después, Cortés mandó 100 soldados, 12 ballesteros y escopeteros pero éstos se encontraron con el ataque de varios escuadrones mayas armados con flecheros, lanzas, rodelas, tambores y penachos.
Llegó de refuerzo el conquistador Pedro de Alvarado, quien al escuchar los silbos de los mayas —narra Bernal Díaz del Castillo— “bien entendió que estaban envueltos en guerra, y con mucha presta y gran concierto acudió a las voces y tiros, y halló al capitán Francisco de Lugo con su gente haciendo rostro y peleando con los contrarios, y cinco indios muertos”.
El cronista menciona que en esa batalla mataron a 15 indios; sin embargo, los mayas mantuvieron ventaja en el enfrentamiento por lo que Cortés ordenó sacar los caballos de los navíos y que se unieran los soldados que estaban heridos.
Ya en Centla, Tabasco, el 14 de marzo de 1519, los mayas hirieron a más de 70 españoles y tanto Hugh Thomas como Díaz del Castillo mencionan que por cada español había 300 indios.
“Daban los indios grandes silbos y gritos y echaban pajas y tierra en alto porque no viésemos el daño que les hacíamos, y tenían tambores y trompetillas y silbos y voces, y decían: Alala, Alala”, narró Díaz del Castillo.
Viéndose en desventaja, escribió, los españoles vieron llegar a los caballos a espaldas de los mayas.
“Creyeron los indios que el caballo y el caballero eran todo uno” porque jamás habían visto caballos. Con la llegada de estos animales, los españoles ganaron la batalla, resultaron muertos 800 indígenas y nombraron al sitio como Santa María de la Victoria.
El historiador Hugh Thomas plasmó que el impacto que produjeron los caballos fue espectacular, por la velocidad de los animales y la facilidad con que los españoles los montaban. “Los indios creyeron que realmente se trataba de monstruos”, escribió.
Tras la victoria, los españoles hicieron prisioneros a cinco chontales y a dos de éstos los enviaron como mensajeros para que los caciques mayas de la región hablaran con Cortés. Los caciques se negaron y enviaron 15 esclavos con regalos de cuentas preciosas.
Cortés molesto respondió que esa negativa causaría el enojo de los caballos.
“Los mayas, espantados, ofrendaron al caballo no sólo pavos, sino también flores. Cortés explicó a los indios que los apóstoles se habían enfadado porque sus tropas habían sido atacadas y, por ello, ordenó que se disparara un cañón. Eso tuvo también el efecto deseado: inspirar terror”, escribió Hugh Thomas.
Después, añade el autor, 30 indios principales llegaron envueltos en finas mantas, con aves, frutas y tortillas a pedir permiso para enterrar o quemar a sus muertos caídos y evitar que se los comieran los animales.
“Cortés dio su autorización, a condición de que el señor de Potonchán presentara personalmente la petición. Alguien que se hacía pasar por él, llegó trayendo más alimentos y regalos, entre éstos objetos de oro y turquesa, además de jovencitas que cocinarían para los conquistadores, puesto que, dijo, no tenían mujeres entre los castellanos. Cortés aceptó los reglaos incluyendo las mujeres”.
Entre las 20 mujeres regaladas estaba Malinali, quien hablaba tanto maya chontal como náhuatl y quien pocos días después se convirtió en la traductora principal de Hernán Cortés.
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