
“Al escuchar del tema Tlatelolco la gente tiene cierto prejuicio y miedo por lo que puede ver, pero no hay que olvidarse que el teatro también es un medio de entretenimiento y no sólo se trata de mostrar un suceso por mostrarlo”, afirma Mauricio Bañuelos, director de la puesta en escena El cielo de los presos, que reflexiona con audacia sobre lo que pasó después con los detenidos de la noche trágica del 2 de octubre, en Tlatelolco.
“En este caso la obra también tiene una historia de amor, hay momentos de humor y realmente es una experiencia que no sólo te hablará sobre el abandono, sino que es una obra que en el fondo habla sobre la esperanza colectiva, la esperanza como país y como ser humano”, enfatizó el realizador.
El cielo de los presos comienza con la historia de Miguel (Kristyan Ferrer) y su novia Marisela (Tatiana del Real), caminan junto a miles de personas en la Plaza de las Tres Culturas, de Tlatelolco, para ver la salida del ejército de las instalaciones de la UNAM y el IPN. Él le pide matrimonio y ella acepta, pero de un momento a otro el estado de felicidad cambia por la sangre de tragedia.
Ella está desaparecida y Miguel se encuentra detenido en el Campo Militar número 1 en una celda de dos metros por dos. Ahí se desarrolla toda la puesta en escena. Conoce a otros detenidos como Chuy (Gonzalo Vega Jr.), un estudiante del IPN que es miembro del comité de Huelga; también se encuentra con el desafortunado Ramiro (Aarón Balderi), a quien llevaron a la celda sólo por ser un curioso que pasaba por ahí, y también conoce a Simón (Alfredo Gatica) otro huelguista.
Lo que les espera a ellos es lo mismo que le espera al espectador. Una serie de escenas llenas de emoción y que nos ayudan a reflexionar sobre el olvido de aquellas personas. Sobre su abandono, sobre su voluntad y las historias que se quedaron en las celdas o en el silencio de lo que no dijeron cuando llegaron a salir, “creo que lo que se ve es un acto cruel y casi 50 años después si lo pudiéramos platicar con las personas que sí salieron de la cárcel después de estar encerrados por lo ocurrido en Tlatelolco, nos dirían que hay una parte de ellos que sigue presa, que se quedó en ese encierro”, destacó el director de la obra.
La obra nació bajo la influencia de la literatura que se escribió en torno al movimiento de 1968. El director explicó que surgió de lo que no decían libros como Regina, de Velasco Piña o La noche de Tlatelolco, de Elena Poniatowska. No hablaban de esos detenidos durante la matanza. Para hablar de ellos creó una historia que enlazó a diversos personajes bajo la premisa de un verso del poema Balada de la cárcel de Reading, de Oscar Wilde y que también es mencionado en uno de los libros de uno de los sobrevivientes de Tlatelolco: Luis González de Alba.
“Lo que debemos recordar es que es un movimiento importante porque miles de personas, sin redes sociales ni otros medios como los de hoy, se lograron unir, creo que eso se puede trasladar a lo que vivimos hoy y dejarle a la gente un mensaje de que nos podemos unir ante la adversidad”, destacó el director Mauricio Bañuelos, autor de esta puesta en escena que reflexiona sobre el abandono y la adversidad. Que tiene momentos intensos e impactantes por su forma de abordar la violencia y que nos dice que no solo el 2 de octubre no debemos olvidar, sino todo lo que pasó en torno a ese movimiento.
Además de los actores mencionados, Jorge de los Reyes y Héctor Kotsifakis forman parte de la puesta en escena en la piel de los militares que se encargan de lidiar con los presos. La obra, se presenta todos los miércoles a las 20:45 horas en el Foro Lucerna, de la colonia Juárez, hasta el 26 de abril.
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