El conocimiento sirve para comprender más ampliamente todo lo que nos rodea. La información que nos vierten los medios de comunicación es limitada y en ocasiones tendenciosa. Por eso es importante diferenciar entre el conocimiento y la información. El primero deja huellas impresas en tu alma. El segundo es tan trivial que pasa sin mover tu espíritu. La ganancia que obtenemos al estudiar a profundidad cualquier tema, es la de convertirnos en mejores seres humanos.

Quien cree que todo lo sabe, desprecia todo lo que desconoce y se pierde el privilegio de ir descubriendo las verdades ocultas de todos los temas que tarde o temprano salen a la luz. Es la mente libre y abierta la que da pasos enormes en aras del conocimiento.

Los límites que nos auto-imponemos limitan nuestra capacidad de crecimiento.

Es maravilloso intercambiar conocimientos con la gente preparada y estar dispuestos a cambiar de opinión, si descubrimos la verdad en sus argumentos, porque cambiar de opinión es humano y, reconocer la verdad denota grandeza de espíritu.

Pero hay un cierto conocimiento superior llamado Sabiduría, al que pocos seres humanos tienen acceso. Este está fundamentado en el desarrollo espiritual del individuo, es decir, en el alma que le habita.

Para quién ya la posee es fácil entender que la felicidad no está fuera de sí mismo sino dentro, que diariamente se construye no desviando el camino. Qué se debe tener humildad para reconocer que desconocemos muchísimos aspectos de nuestra propia persona y, con mayor razón de los misterios del universo y de la vida.

La persona sabia toma en cuenta que cada causa tiene un efecto, y que ella provoca sus circunstancias, creando causas constructivas que desencadenarán efectos positivos. Dicha persona no se detiene en las circunstancias que rodean su vida, pues las observa como un paso hacia el logro de sus propósitos, y si estas son negativas logra elevarse por encima de ellas para retomar su propia grandeza, que le permitirá enderezar su camino.

La persona sabia permanece enfocada en su SER no en el TENER ya que sabe que lo primero es lo que le brinda auténtica felicidad.

Quien tiene sabiduría comprende que las actitudes que tomamos frente a los grandes desafíos de la vida, como las enfermedades, la culpa o la propia muerte determinan nuestro grado de madurez y de evolución.

También sabe que la aceptación interna, la serenidad ante lo inevitable, la postura valerosa de ser feliz a pesar del dolor, el aceptar nuestras responsabilidades y no trasladar la culpa a otros, nos ayudará a ser felices y a trascender nuestra vida.

Por lo anterior, querido lector: te invito a reflexionar en tí mismo. Reconocer que puedes auto-descubrirte. Que tú solo puedes y debes ser tu propio maestro observando tus cualidades y tus defectos, tratando de acrecentar los primeros y corrigiendo los segundos.

Claro que hacerlo es una misión enorme, pero también un gran entretenimiento henchido de muchas gratificaciones.

¿Te imaginas ser tú mismo quien estudie tu ser interior, utilizando todo lo externo para aplicarlo en tu propio desarrollo?

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