Opinión

El Covid en la Milicia, un Silencio con Toque

El Covid en la Milicia, un Silencio con Toque

El Covid en la Milicia, un Silencio con Toque

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El toque de silencio que el alto mando ha ordenado diariamente en todas las instalaciones de la Sedena, en honor a los héroes y los caídos por Covid, es emotivo, pero mucho más lastimoso el grado de silencio con que se ha intentado ocultar la pandemia entre las filas.

Hace unas horas en la zona militar de Parral, Chihuahua donde se concentra un gran número de elementos por tratarse de la entrada a la sierra madre colmada de carteles, se confirmó que el número de contagios entre soldados pasó de 5 a 14 y de 13 sospechosos a 31 confirmados en tan sólo una semana en la que la comandancia y la Sedena sólo se negaron a suspender los retenes y a adoptar las medidas sanitarias para su personal. No hay información oficial.

Apenas el pasado lunes 25 de mayo en otra región militar, en Sonora, se lamentó el fallecimiento por Covid del Teniente Coronel RICARDO “M”, integrante del 73 Batallón de Infantería y Segundo Comandante del Puesto Militar de Seguridad Estratégico en Querobabi.

Un jefe militar que fue entrenado para morir por su Patria y por su institución, la misma que sin embargo lo abandonó. En ese puesto militar se reportó la existencia de varios soldados contagiados y en lugar de atenderlos y aplicar las medidas sanitarias, se ordenó el arresto de la médica militar que recorrió varias horas de camino para ayudarlos.

La arrestaron por reportar el brote de 15 enfermos y arriesgar las cifras que apenas el Secretario de la Defensa Nacional presentaba ante el presidente López Obrador con 39 contagiados confirmados y sólo 5 muertos sin contar Sonora.

Una semana después, el 4 de mayo, Querobabi, Sonora se convertía en un foco de infección por parte de los militares de aquellos que habían sido designados por el presidente Andrés Manuel López Obrador como encargados de garantizar la atención de la población con aplicación de medidas sanitarias y el control de 10 instalaciones hospitalarias para Covid, pero que estaban perdiendo la salud de sus propios elementos.

La indignación en las filas y sus familias ha ido subiendo con la curva no achatada de la pandemia porque la reacción militar ha sido demasiado lenta; el personal militar de Querobabi fue atendido 16 días después de presentarse el primer caso y también ha sido omisa, pues 250 soldados asignados en Sonora fueron puestos en observación y 61 de ellos enviados a hospitales estatales, sin dortarles información a sus familias.

La Sedena y la Semar se alinean a la política de ocultamiento y “enredamiento” del sector salud y del presidente, pero el nivel de responsabilidad en el tema es mayor para las fuerzas armadas porque, entre otros, fue la propia Secretaría de la Defensa Nacional quien lanzó una convocatoria abierta para contratar médic@s , enfermer@s, personal administrativo, de limpieza, mantenimiento, entre otros civiles, para atender hospitales Covid, cuando ni siquiera han podido garantizar la seguridad de sus elementos operativos en el país.

Porque los soldados y marinos mexicanos no han dejado de atender Covid, pero también la seguridad pública, la inmigración, las fronteras, resguardo de litorales, de los puertos, el huachicol y claro, construir aeropuertos, cuidar mamuts, entre otros y sin las medidas pertinentes.

Son también el primer frente ante la pandemia, igual que los militares de otros países. Estados Unidos, reporta que desde abril la tasa de contagio de sus soldados es de 438 por cada millón, muy superior a la tasa de sus ciudadanos promedio con 375 por cada millón. Los soldados rusos infectados ya suman un millón y medio y en México, claro, la Sedena evita dar cifras.

Así que en las filas militares la molestia empieza a desbordarse. Basta platicar con cualquier soldado, marino, piloto aviador, jefe, comandante, esposa, hermano, familiar, derechohabiente para escuchar la misma relatoría: “Son muchos, muchos. Puedo decirte que tenemos el ingreso de entre 15 y 18 personas de nosotros (militares o familiares) cada semana”, afirman.

Así que el tamaño de la pandemia entre las fuerzas armadas sólo puede hacerse, como todo el sector salud, por estimaciones.

Las cifras reportadas el 24 de abril por la Sedena y la Semar, representaban un 0.047 por ciento de militares muertos y 1,18 contagiados del promedio total nacional, pero considerando los incrementos de éste, a la fecha las fuerzas armadas podrían tener en sus registros casi mil elementos contagiados y un centenar de muertos de entre los 84 mil 627 contagiados y 9 mil muertos reportados en el país este fin de semana.

En San Luis Potosí, ha sido la Secretaría de Salud estatal confirmó que entre sus 179 contagios confirmados se encuentran trabajadores de salud, militares, de la Guardia Nacional, policías estatales, municipales y de la Fiscalía General de la República.

En Parral fueron los propios soldados los que usaron los medios de comunicación para informar, lo mismo que en Veracruz donde la Secretaría de Marina aún se niega a reconocer decenas de enfermos.

Así, no puede ser legítimo no creíble la alta sensibilidad social que la Sedena quiere mostrar a la opinión pública mediante un video que ya circula en redes sociales con la orden de entonar un toque de silencio en cada instalación militar al mediodía de cada día en honor de los caídos y héroes en esta pandemia. No parece congruente.

Twitter: @Ethelriq
ethel.riquelme.fe@usb.edumx