El quehacer del ensayo representa una forma de relación activa -entrañable y productiva a la vez- del sujeto con la lengua, necesariamente abierto a los problemas del discurso y la significación, y siempre capaz de indagar, a través de sus escritos, el tema mayor: el encuentro dinámico del lenguaje y la vida, la representación del mundo y la búsqueda de sentido. El ensayo es prosa de no ficción que va en busca de lo posible”, manifestó la ensayista, crítica literaria, investigadora y editora, Liliana Weinberg, en el marco de su ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua (AML).

En su discurso, Weinberg definió al ensayista como alguien que indaga las implicaciones de la palabra hablada, escrita, e impresa; y que se preocupa por fenómenos como la edición, escritura, lectura y su multiplicación a través de distintos medios. “La prosa del ensayo incorpora e interpreta a su vez las infinitas voces, registros y discursos de una sociedad. Muchos de nuestros más grandes ensayistas han hecho de la reflexión sobre la lengua un modelo para pensar su tiempo, cultura; ver cómo la sociedad organiza lo ininteligible […] y explorar nuestra historia presente y destino”, elaboró durante la transmisión que se llevó a cabo en línea el 20 de agosto, desde las plataformas de la institución.

Weinberg fue elegida por el pleno académico el 23 de abril de 2020 para ocupar la silla X, que correspondió a humanistas como Victoriano Salado Álvarez, Ermilo Abreu Gómez y José Pascual Buxó. Tras su alocución, fue bienvenida por Gonzalo Celorio, director de la institución, y dejó la categoría de académica electa para convertirse en académica numeraria.

Dentro de su propuesta teórica, el ensayo se concibe como un nuevo vínculo entre la experiencia personal y el mundo, así como un eminente ejemplo de la capacidad de la lengua para generar sus propios universos de sentido.

“En suma, es posible y necesario volver a emprender una lectura del ensayo e incluso volver a escribir historia del género a partir del redescubrimiento de su relación con la lengua viva, el lenguaje y la palabra”, concluyó.

Liliana Weinberg es licenciada y maestra en Ciencias Antropológicas por la Universidad de Buenos Aires y doctora en Letras Hispánicas por El Colegio de Méxic. Entres los premios que ha recibido, destacan el Premio Internacional de Ensayo otorgado por Siglo XXI Editores, la Universidad Autónoma de Sinaloa y El Colegio de Sinaloa; así como el Premio Nacional a la Investigación Socio-Humanística, otorgado por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí; el Premio Anual de Ensayo Literario Hispanoamericano Lya Kostakowsky; y el reconocimiento Sor Juana Inés de la Cruz.

Entre sus publicaciones destacan Ezequiel Martínez Estrada y la interpretación del “Martín Fierro” (1992); El ensayo, entre el paraíso y el infierno (2001); Literatura latinoamericana, descolonizar la imaginación (2004); Umbrales del ensayo (2004, reeditado en 2008); Situación del ensayo (2006, reeditado en 2013); Pensar el ensayo (2007); El ensayo en busca del sentido (2014); Biblioteca Americana. Una poética de la cultura y una política de la lectura (2014) y Seis ensayos en busca de Pedro Henríquez Ureña (2015).

VALOR. En síntesis sobre el papel e importancia del ensayo, Weinberg señala que se trata de un “Proteo capaz de adoptar distintas formas, un Prometeo cuyo destino es vincular mundos, un centauro con vocación de atravesar los círculos de lenguas y lenguajes, cuyo afán interpretativo lo lleva a combinar y reconfigurar voces, discursos y experiencias, un género capaz de traer a sí mismo vivir en su propia pulsión creativa y resolver simbólicamente los momentos de búsqueda y recreación, encuentro y tensión, reconocimiento e imaginación, entre la escritura y la lengua".