
Con sólo dos temporadas y un futuro incierto, Rick y Morty está conquistando a diversas generaciones que vieron el declive o cancelación de sus series animadas favoritas, como Los Simpson, South Park o Daria.
La serie está inspirada en los personajes principales de Volver al Futuro, Marty McFly y Emmett L. Brown, mejor conocido como el Doc; pero en la animación, Rick Sánchez es el abuelo de Morty, un científico alcohólico que lleva a su nieto adolescente —y a veces a la familia— a explorar mundos intergalácticos que terminan en aventuras complejas, irónicas, irreverentes y hasta existenciales.
Rick y Morty es una apuesta inteligente y brillante, de las mejores series animadas que ha dado la televisión en los últimos años. Sin embargo, como muchos otros productos culturales, aborda el feminismo desde una perspectiva todavía limitada y con estereotipos, aunque también tiene grandes y divertidos aciertos.
En el capítulo llamado “Raising Gazorpazorp”, Morty tiene un hijo con una robot sexual; Rick y Summer (hermana de Morty y nieta de Rick) visitan el planeta de la robot para conocer más acerca del hijo de Morty. Summer es secuestrada por una especie de cavernícolas extraterrestres que sólo piensan en guerra y sexo.
Rick logra liberarla, pero Summer debe usar hiyab, el velo islamista que usan las mujeres para cubrirse, y “avergonzarse de su género”. Toda una crítica a la cultura machista. Después aparece una nave espacial que arroja a las robots sexuales y recoge las cápsulas que fecundan los cavernícolas. Rick y Summer logran meterse a la nave para investigar más.
Aterrizan y descubren que Gazorpazorp es un planeta dominado por mujeres, en el que las arañas retrasan vuelos, porque, como dicta el prejuicio, todas les tememos a los insectos y bichos feos. Nadie ordenada nada, “sólo comparten”. Todas se saludan con un: “estoy aquí si quieres hablar”, que fue uno de los guiños que más me hizo reír.
Summer y Rick son llevadas con la líder Mar-sha, que le explica a Summer, no a Rick, por qué él es hombre y sólo puede ser visto como un esclavo, que las robots fueron creadas para mantener la población luego de “la gran agresión pasiva que hizo que las mujeres se separaran de los hombres”.
Las mujeres son seleccionadas y las colocan en programas educativos donde “pueden descubrir cómo servir al paraíso de la manera que se sientan más realizadas”. Mientras que a los hombres los mandan a “jugar afuera”.
Summer se equivoca y llama abuelo a Rick frente a todas. Una palabra “patriarcal” que “significa el padre de los padres”. Así que se dan cuenta de que “la Tierra es otro planeta dominado por hombres”. Rick trata explicar que en nuestro planeta hay igualdad. Summer revira: ¿somos iguales? Nos pagan sólo el 70% del salario por hacer el mismo trabajo que ustedes.
Rick no aguanta la presión y suelta una flatulencia que resuena en todo el planeta, un delito que se castiga con pena de muerte, el primer caso en 500 años, porque su sociedad “es fantástica”. En la Corte hay mujeres castigadas con la “ley de hielo” por “tener un flequillo horrible”.
Rick interrumpe todo el tiempo a la líder, es decir, aplica el mansplaining y ella no quiere aceptar que un hombre tiene razón. Todo el capítulo hasta ahí es hilarante y divertidísimo, con algunos clichés, pero funciona perfectamente. Lo que es decepcionante es el final de la escena, que termina siendo simplona y hasta homófoba.
Summer las convence de que no los maten porque su top (elogiado constantemente en el capítulo) lo creó un hombre —Marc Jacobs, el famoso diseñador— y explica que en la Tierra hay homosexuales que son hombres geniales, porque son femeninos.
Es decir, al final la masculinidad diversa es estereotipada y encasillada, y las mujeres somos superfluas y locas por la moda. Empero, se agradece que una serie aborde y satirice acerca del feminismo y lo pongo en la mesa.
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