Cultura

El genocidio de los pueblos originarios de América no ha terminado: A. Enrigue

El escritor mexicano presenta su reciente novela Ahora me rindo y eso es todo. Se trata de un relato sobre el acorralamiento y exterminio de los apaches y de su nación.

Retrato de un hombre en blanco y negro
Retrato de un hombre en blanco y negro Retrato de un hombre en blanco y negro (La Crónica de Hoy)

"El genocidio de las naciones originarias de América no ha terminado", asegura  el escritor Álvaro Enrigue (Guadalajara, 1969) a propósito de su reciente novela Ahora me rindo y eso es todo, título que alude a la frase dicha por Gerónimo, un apache mexicano del siglo XIX que fue confinado sus últimos años de vida a un campo de concentración estadunidense que hoy es el Cementerio Apache de Fort Sill, Oklahoma.

“No escribo novelas históricas. Me preocupa el mundo contemporáneo y no puedo describirlo a partir de los elementos compositivos de una nota periodística, porque me parece que para eso está el periodismo. Un novelista tiene que verlo de otro modo y como maestro de una universidad trabajo con archivos porque es lo que hacemos con los profesores”, señala.

La novela editada por Anagrama y en la cual el autor mexicano narra un país borrado: la Apachería, que se situó en lo que hoy conocemos como Sonora, Chihuahua, Arizona y Nuevo México, “es un trabajo de archivo”

Ahora me rindo y eso es todo se presentará hoy a las 19:00 horas en la librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica, ubicada en  Tamaulipas 202, Hipódromo Condesa, CDMX.

“Mediante la utilización de un archivo quise señalar lo que hicimos mal o señalar que me irrita que lo sigamos haciendo mal porque el genocidio de las naciones originarias de América no ha terminado, lo seguimos ejecutando. Como los gringos fueron más eficientes en el siglo XIX les echamos la culpa mientras le estamos comprando chicles a un niño otomí en la calle”, indica.

En opinión de Enrigue los mexicanos tenemos que hacer un examen de conciencia.

“La guerra por la Apachería nunca fue entre blancos e indios: fue entre dos repúblicas mixtas y una nación arcaica que compartía una sola tradición y una sola lengua. Los indios no llamaban blancos a los mexicanos. Los llamaban nakaiye: que van y vienen. A los griegos los llamaban indaá: ojos blancos, nunca pieles blancas”, señala en la novela.

Enrigue comenta que los apaches fueron declarados prisioneros de guerra y nunca pudieron volver a su tierra porque el Congreso de los Estados Unidos no les quitó el estatus de combatientes enemigos hasta 1913, cuando los apaches ya eran 182 y vivían en un campo de concentración.

“Los metieron a un campo de concentración y no podemos hacer a un lado que la nación se construyó a costo de un genocidio”, indica.

En la novela el autor también habla de Gerónimo, el apache que se rindió ante la persecución mexicana y estadunidense, un hombre de armas y montaña pero también un orador sofisticado. “Nadie sabe que Gerónimo fue un ciudadano mexicano que hablaba español”.

—¿Qué significa el acto de nombrar?

—Es el ejercicio de imponer tu política y lengua en el otro. No tengo respuesta para la pregunta. Los mexicanos tenemos una afición a nombrar pero no sé por qué. Es un tema del México contemporáneo, poner nombres es un gesto masculino, es algo que hizo Adán antes de que existiera Eva. Es decir que esto se llama Sonora porque soy hombre y la tengo más grande o porque gané la guerra. Nombrar es masculino, violento y bélico.

—Describes a los apaches como personas con dignidad

—Fueron al final acorralados, en el último rincón, viviendo en extinción directa sabiendo que cada apache que se moría, que cada chiricahua que se moría, era el último que iba a haber porque la siguiente generación ya serían gringos, porque ya hablaban inglés. Hay una necesidad extraordinaria de ser ellos mismos que no hubo en muchas naciones americanas.

“Este gesto de nos vamos a extinguir peleando es enigmático para mí y la novela es una denuncia fuerte de violencia hacia las mujeres, contra las naciones originarias y violencia de las naciones originarias contra los criollos que llegaban a sembrar en un cacho de tierra porque los apaches los torturaban de una manera impresionante. No es un asunto de buenos ni malos, fue una guerra chica pero dura”.

► La novela se presentará hoy a las 19:00 horas en la librería Rosario Castellanos del FCE.

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