Cultura

“El graffiti es una forma de recuperar el espacio público”

Edgar López, “Mesin”, relata que el graffiti es una de las pocas vías de expresión artística que tienen muchos jóvenes como él, quienes no lograron acceder a una educación en artes visuales

Abejas en panal rosa
Abejas en panal rosa Abejas en panal rosa (La Crónica de Hoy)

“Quienes se empiezan a acercar al graffiti buscan una forma alternativa de desarrollar una necesidad de expresión gráfica o cultural”, comenta el artista visual y sociólogo, Edgar López, quien bajo el alias “Mesin” desarrolla el muralismo en 3D en México desde hace más de 10 años.

En conversación con Crónica, Mesin cuenta que su acercamiento al mundo del muralismo y el graffiti tuvo mucho que ver con la falta de espacios culturales en Lázaro Cárdenas, Michoacán. La preparatoria CetMar 16, donde estudió, se especializaba en cultura agropecuaria (administración portuaria, cultura agropecuaria, cultivo de peces y cuidado de las especies marinas…) y ofertaba actividades deportivas como futbol o voleibol, pero no había ninguna actividad que promocionara la expresión artística. Al mismo tiempo, gracias a la creación paulatina de plataformas como redes sociales, el segundo boom de la cultura urbana llegaba a México y permitía la difusión de manifestaciones que en la Ciudad de México ya estaban muy avanzadas.

Mesin refiere que en Michoacán hay un pobre desarrollo y acceso a la cultura y bellas artes, por lo que fue en el grafitti donde encontró la forma de expresarse, buscar una identidad y practicar una actividad.

El artista urbano realizó sus primeros murales durante la preparatoria, entre el 2005 y el 2008. Después, los tiroteos entre carteles explotaron con la declaración de guerra contra el narcotráfico que lanzó Felipe Calderón. Caminar por la calle se convirtió en una actividad peligrosa. Tanto él como su familia tuvieron que trasladarse a la Ciudad de México a buscar oportunidades de estudio y trabajo.

Durante tres años, Edgar intentó ingresar en la UNAM, la UAM y a La Esmeralda del INBA para estudiar una carrera de artes visuales. Sin embargo, supone que el nivel educativo que tenía no fue suficientemente alto para alcanzar el puntaje requerido, ya que no tenía ningún conocimiento general o artístico, “yo no sabía nada de arte, lo único que sabía era la técnica: sabía pintar con acrílico, con óleo, aerosol, aerógrafo y tenía buen diseño en boceto, pero lo que yo hacía no lo podía poner en palabras”.

Al ver que muchos grafiteros hacían una carrera artística alternativa a lo establecido, decidió seguir desarrollando su estética de forma autodidacta y entrar a alguna de las tres carreras para las que le alcanzaban los aciertos: trabajo social, bibliotecología y contaduría. Hizo la carrera en trabajo social a la par que hacía graffiti. “Mi propuesta en ese tiempo era muy llamativa porque era diferente y nueva. Tenía un cierto nivel en la onda del 3D que me hacía invitado a eventos, fui a muchas partes de la república para dar exhibiciones de graffiti.”

Su estética se inspira en lo robótico y elementos mecánicos, juega con estructuras rígidas y líquidos, “con algo que no existe, que es esa estructura geométrica en 3D, junto con elementos reales”, relata.

En su opinión, pintar un muro es en sí una apropiación del espacio público, pero también una forma de recuperarlo, pues hay lugares que están en malas condiciones, abandonados –parques, edificios- y al hacer un mural “te preocupas por hacerlo estético. Haces tu pinta, pero si está lleno de basura o en malas condiciones tratas de, con tus recursos, transformar y mejorar ese espacio. Te lo apropias, lo recuperas y le das otro significado”.

Como ejemplo, narra el caso de una calle que intervinieron en el marco del festival Barrio Vivo, en la colonia Doctores, la cual se usaba como tiradero de basura y donde ocasionalmente la gente paraba a hacer del baño. “Pintamos una barda de unos 40 metros, se limpió, se hicieron las intervenciones. El mural daba una excusa para que la gente no hiciera destrozos ahí. Además, era un lugar con cierta recurrencia de asaltos, entonces a la par de que se pinta se pone alumbrado público para los murales.”

Durante esta pandemia, el trabajo de Mesin ha consistido mayormente en acudir a convocatorias y concursos, que lo han hecho replantearse la postura frente al papel del gobierno en incentivar este tipo de expresiones visuales. Si bien en un principio desconfiaba de estos eventos porque sospechaba de una motivación más afín al proselitismo político que a los mensajes sobre el cuidado del agua que pretendían transmitir, ahora considera que es necesario involucrarse para dar una opinión sobre los costos, los materiales que se necesitan y observaciones que puedan mejorar la relación entre gobierno y artistas callejeros.

“Siento que va por ahí esto de la convocatoria de la SEP (…) Me llamó la atención que en la convocatoria de la SEP aparecieran grafiteros, cuando hace cinco años no se podía usar esa palabra en nada que tuviera que ver con el gobierno. Te excluían o apoyaban sólo si le cambiabas el nombre por arte urbano”.

Sobre su experiencia con el graffiti ilegal, Mesin señala que hacerlo tiene connotaciones muy personales para cada quien. Para algunos es un sentido de resistencia y una manera de ir en contra de las normas sociales establecidas, hay quienes lo expresan conscientemente y pintan “bombas” en Zara, Oxxo, o en otras cadenas comerciales porque piensan que así hacen visible algo que no está bien. Otros no tienen ninguna intención de protesta, simplemente entraron al medio, les dijeron que tenían que pintar en espacios con visibilidad que sean arriesgados, y les gusta la adrenalina.

Añade que la segmentación entre lo que se considera “real” (que es lo ilegal) y lo que se considera “arte urbano” (legal) es cada vez más difusa porque quien pinta en realismo una cara que supera al muralismo, al día siguiente hace una bomba, “si él te dice que es graffiti por la técnica en aerosol –el tiempo, su can control- y porque se considera a sí mismo grafitero, pues entonces lo es, no puedes decirle que no”.

“Cuando platicas con ellos ves mucho resentimiento o enojo social que no se puede expresar y hacer graffitiilegal es una forma de sacarlo, estás diciendo que algo no te parece socialmente. Para muchos grafiteros ilegales su condición es de marginación y exclusión de derechos a la cultura, educación y trabajo, entonces hacerlo da cierta identidad y reconocimiento dentro de la comunidad, cierto renombre”, agrega.

Copyright © 2021 La Crónica de Hoy .

Lo más relevante en México