
La confusión imperante entre lo que se vale y lo que está prohibido para los aspirantes a la candidatura presidencial deja una sola cosa clara: la ley electoral tiene que reformarse otra vez, porque la actual es imprecisa e injusta.
El mensaje que envía el Instituto Nacional Electoral a los partidos políticos es: pueden hacer trampa si llevan a cabo los siguientes pasos: adelanten la selección del candidato presidencial y póngalo como dirigente partidista para que se pueda promover a sus anchas con dinero público en todos los medios de comunicación habidos y por haber. Es facilísimo violar el espíritu de la norma como lo vienen haciendo López Obrador y Ricardo Anaya y también, aunque no lo reconozca así, Alejandra Barrales, a la que también le late el corazón por la candidatura presidencial.
Los demás aspirantes que no sean dirigentes partidistas están fritos, pues el INE les lanzará a sus perros mastines para ponerlos quietos. Su argumento es por demás débil: unos son funcionarios y otros ciudadanos. Que solo es parte del problema. Lo de fondo es que en ambos casos se usan recursos públicos. Los dirigentes partidistas se engolosinan con los recursos del pueblo sin tener ninguna responsabilidad de gobierno. Están en el mejor de los mundos posibles. Gastan a su favor a manos llenas, no toman decisiones de políticas públicas y se pueden promover con el blindaje de los organismos electorales.
Todo mundo sabe que López Obrador será el candidato presidencial de Morena. Se autonombró dirigente para eso, para sacarle jugo a los spots. Ricardo Anaya, por su parte, le está jugando chueco a Margarita Zavala y al propio Moreno Valle, a quien apoya sólo en apariencias, porque en realidad quiere dejarlo en la cuneta y amarrar la nominación, aunque como presidente se la pase visitando a su prole en la tierra de Trump.
Nadie en su sano juicio ha tenido la ocurrencia de suponer que Enrique Ochoa puede ser el candidato presidencial del PRI, de modo que el tricolor está perdiendo la oportunidad de ganarle tiempo al reloj electoral y lucir a su candidato desde ahora. Lo sensato, siguiendo la línea del INE, que se convierte en el gran elector, es que Peña pusiera de presidente del partido a su prospecto de candidato, ya sea Osorio, Meade o Eruviel, y que se ponga de inmediato a pontificar en los medios.
Lorenzo Córdova se ensaña con Moreno Valle, todavía gobernador de Puebla. Se ve que no lo traga. El consejero presidente dice que no es una cosa personal, pero sus palabras lo delatan. Sostiene que el poblano tiene una aparatosa exposición. ¿No la ha tenido tanto o más el Peje en los últimos años? Ambos usan dinero público, no sacan el dinero de sus cuentas personales. Es un disparate. Si eres gobernador y haces un buen trabajo, no lo puedes presumir. Si no eres nada y presumes, eso sí se vale. Estamos ante una evidente falta de equidad en la competencia. No digo que todo sea responsabilidad del INE, que le agarra el gusto a ser censor, pero lo justo sería: todos coludos o todos rabones. Todos los que manejen dinero público tienen que sujetarse a las mismas normas. Una cosa es clara a estas alturas del partido: las caprichosas reglas electorales le dan ventajas a unos y le ponen obstáculos a otros. La ley misma y los organismos electorales se perfilan como los grandes electores del 2018. Los presidentes de los partidos van primero.
Copyright © 2016 La Crónica de Hoy .