
El intelectual y activista chino Liu Xiaobo, Premio Nobel de la Paz de 2010, falleció ayer en un hospital del régimen, rodeado de fuerte vigilancia policial, y víctima de un cáncer de hígado terminal que fue revelado recientemente.
Liu murió a los 61 años tras pasar los últimos 7 y medio encarcelado, cumpliendo una condena de 11 años que le impusieron por “subversión”, tras haber ayudado a redactar, en 2008, un manifiesto que exigía reformas democráticas al gobierno chino.
El gobierno chino anunció el pasado 26 de junio que liberaba a Liu de la cárcel porque sufría un cáncer de hígado en estado terminal, y le trasladó a un hospital en Shengyang, al noreste del país, donde siguió vigilado de cerca por el gobierno.
El abogado del premio Nobel, Mo Shaoping, aseguró entonces que a Liu le habían informado de su dolencia apenas un mes antes, el 23 de mayo.
En este tiempo, el activista pidió al régimen que le permitieran salir de China para recibir ayuda médica, y, a través de los dos médicos extranjeros que pudieron visitarle, manifestó que si moría, quería hacerlo en un país libre. El régimen de Pekín no le concedió ninguno de los dos deseos.
“Ahora podemos mostrar al mundo que China es como la Alemania nazi”, consideraba el activista y amigo del fallecido Hu Jia, poco después de recibir la noticia, entre la tristeza y la rabia. El pacifista alemán Carl von Ossietzky, había sido hasta entonces el último Nobel de la Paz que murió bajo custodia, en 1938, tras haber sido internado en un campo de concentración nazi por denunciar el rearme militar de su país.
FAMILIA. Precisamente, como represalia por el Nobel de 2010, Pekín condenó a la esposa del activista, la poetisa Liu Xia, a arresto domiciliario, al que sigue sometida.
La pareja pudo reencontrarse brevemente en estas últimas semanas, pero ahora la preocupación del círculo de Liu se centra en ella, puesto que aseguran que sus condiciones física y mental ya llevan tiempo quebradas. “Estamos muy preocupados por el estado de Liu Xia”, manifestaba Zhao Hui, escritor y amigo de Liu Xiaobo, también conocido por su pseudónimo Mo Zhixu.
El letrado del disidente, Mo Shaoping, explicaba que de momento nadie ha podido contactar con la familia de Liu, y desconocía si el gobierno respetará los deseos de su mujer en relación al entierro.
“Algún día la historia le devolverá su inocencia”, aseguró Mo, que compartió con Liu tres décadas de batallas pacíficas.
“La gestión del caso de Liu Xiaobo es parte de los asuntos internos de China, y los países extranjeros no están en posición de realizar comentarios inapropiados”. Esta fue la reacción ayer del régimen chino al fallecimiento del premio Nobel de la Paz, según expresó en un comunicado Geng Shuang, un portavoz de la secretaría de Asuntos Exteriores china.
Geng insistió en que su gobierno dedicó “todos sus esfuerzos” a tratar a Liu por razones humanitarias y en base a la ley, después de que fuera diagnosticado con un cáncer de hígado en fase terminal en la cárcel donde se encontraba recluso.
“China es un Estado de derecho. Pedimos a los países correspondientes que respeten nuestra soberanía judicial y que no interfieran en los asuntos internos de China a través de este caso individual”, añade el comunicado, en el que se recuerda que el disidente y activista por la democracia fue condenado por “violar la ley china”.
Liu fue condenado el 25 de diciembre de 2009 a 11 años de prisión por “incitar a la subversión”, tras ayudar a redactar un manifiesto político que pedía reformas democráticas al régimen.
La agencia oficial Xinhua ofreció la noticia obviando el Nobel de la Paz y asegurando que Liu era un “convicto”. Otros medios oficiales, como los diarios ‘Global Times’, ‘Diario del Pueblo’ o la Radio Internacional de China, no mencionaban el fallecimiento al cierre de esta edición o ignoraban también la concesión del premio Nobel.de la Paz.
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