
El Orient-Express. El tren de Europa es el más reciente libro de Mauricio Wiesenthal publicado (ya en una tercera edición) por la editorial Acantilado en 2020. ¿Quién es Mauricio Wiesenthal?, sin duda se descubre leyendo su literatura; pero para los que todavía no han descubierto a este autor, les puedo decir que siempre hacen falta palabras para describirlo. Es muy difícil escribir sobre un autor de su índole, porque es un gigante, un Titán (de la misma especie que un Goethe, un Cervantes, o un Shakespeare) y sus libros son el testimonio vivo que sustentan mi afirmación. Lo he dicho cada vez que he tenido la oportunidad de escribir o hablar sobre él: Wiesenthal, más que un escritor, es él mismo la encarnación del espíritu del humanismo europeo: un filósofo, en el auténtico sentido del amante de la sabiduría y de la cultura. Su escritura está cargada no sólo de una belleza de la narración, que muy pocos escritores tienen el don de compartir, sino de poesía; una escritura acompañada de sutileza, pero a la vez con la firmeza de un espíritu critico, a través del cual sabe mostrar las heridas abiertas de estos tiempos.
Wiesenthal es autor de una literatura iniciática, de una literatura testimonio. Y sumergirse en esta escritura hay que exigir del lector, desde mi punto de vista, por lo menos tres cosas (así como Nietzsche pedía que sus lectores sean espíritus libres): amor por la cultura, libertad del espíritu y paciencia. Wiesenthal no escribe para lectores que tienen prisa. En este libro llamado El Orient-Express. El tren de Europa, él mismo nos indica el ritmo melódico (clickety-clack, clickety-clack, clickety-clack) que los viejos trenes tenían a diferencia de los trenes rápidos de alta velocidad de nuestro mundo postmoderno. Por eso, en los viejos trenes se podía conversar, se podía escribir, bailar, cenar, cantar y se podía soñar al ritmo del clickety-clack.
El Orient-Express es un homenaje a lo que realmente significa viajar, Wiesenthal siendo para mí el escritor viajero, un Montaigne de nuestro tiempo, porque en un inicio remoto, el verdadero filósofo era el que viajaba y tomaba contacto con la sabiduría de otras culturas, de otros lugares.
Este libro surge en un momento peculiar: en “el año de gracia” 2020, el año del lock-down, el año en el cual se nos ha ordenado “estar en casa”. Nuestra vida se detuvo completamente, se suspendió en un lapso de tiempo indefinido. Los viajes se volvieron recuerdos. El Orient-Express es un libro sobre la filosofía del viaje, en un momento en el cual la posibilidad de viajar casi ha desaparecido de nuestros planes a corto e inclusive a largo plazo.
A lo mejor es el momento de aprovechar, para aprender de esta historia lo que significa realmente viajar. El Orient-Express ha marcado una época que ha desaparecido en el olvido, a través del cual borramos de la memoria aquello que realmente tiene valor. Fue el tren del “mundo de ayer” como diría Stefan Zweig, el tren de la Belle-Époque, del Ancient Régime, el tren del espíritu de Europa. Una vez que un pasajero se subía en este tren (sea en primera, segunda o tercera clase) ya se sumergía en una verdadera aventura que empezaba, a lo mejor en Londres, pasaba por París y acababa en Estambul. El Orient-Express, a diferencia de muchos otros trenes, era un hotel rodante o, porque no, un mundo andante. Por allí pasaron reyes, reinas, escritores, músicos, aventureros, espías, actores, artistas, pero también personas sencillas que cargaban en sus hombros las penas de sus vidas.
El Orient-Express es el homenaje de nuestro autor a hombres y mujeres que trabajaron en estos trenes; el homenaje a un mundo que hemos perdido, pero que sólo a través del recuerdo podemos recuperar. Y esto es lo que hace Wiesenthal: siempre luchando, a través de su bella escritura, contra la crueldad del tiempo y de la velocidad que quiere borrar todo aquello que tenía valor y sentido.
Wiesenthal nos quiere decir que para viajar no es suficiente comprar un boleto, ponerse unas chanclas, una gorra y llenar espacios. Viajar es todo un culto, un ritual sagrado: que implica tener cultura, tener respeto para los lugares, tener la humildad de descubrir la belleza en la sencillez y la apertura de dejarte educar por el viaje mismo.
Pensando en lo que estamos viviendo hoy en día, cuando la libertad está cada día más limitada para “nuestro bien”; pensando, en el casi imperceptible por la mayoría, surgimiento de los estados autoritarios, que con restricciones nos obligan, bajo la amenaza y la manipulación, a no viajar, temo, junto con Wiesenthal, que la cultura está en peligro de extinción. Cuando van desapareciendo los viajes, los trenes, los cafés, los restaurantes, los percheros, aquellos pequeños detalles y aquellos espacios para estar con el otro, para compartir, dialogar y recordar, no nos damos cuenta de que una parte de nosotros va muriendo poco a poco.
La lectura es la única forma de seguir viajando y los invito a viajar, por lo menos con la imaginación, en este fabuloso tren cuya historia Wiesenthal vive y nos la entrega como sólo él lo sabe hacer.
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