
El papa Francisco ha limitado con un motu proprio (documento papal) la celebración de las misas tridentinas, las celebradas según el rito antiguo, es decir, en latín, y ha estipulado que sean los obispos quienes se encarguen de dar las autorizaciones, informó este viernes el Vaticano.
El pontífice argentino ha explicado en una carta a los obispos que modifica las normas de las celebraciones de las liturgias en latín, de forma que ya no se podrán celebrar en las iglesias parroquiales.
En 2007, Benedicto XVI firmó un motu proprio en el que facilitaba la celebración de la misa en latín y en una carta explicaba que el Misal salido del Concilio Vaticano II, las misas en las lenguas locales de cada país o región, "es y permanece" como la forma "normal" de la liturgia y que el tridentino es el "extraordinario".
Además, precisó entonces que la misa en latín según el rito tridentino nunca fue jurídicamente suspendida y siempre estuvo permitida, y que en estos años muchas personas y movimientos permanecían ligadas a la misma, de ahí la necesidad de un reglamento más claro para llegar, además, a "una reconciliación interna en el seno de la Iglesia".
Entre estos movimientos es famoso el del arzobispo Marcel Lefebvre, quien se opuso al Concilio Vaticano II de 1976 y terminó creando un cisma en la Iglesia que le costó la excomulgación en 1988.
Ahora Francisco pone límites a las celebraciones en latín y pide, entre otras cosas, a los obispos no autorizar nuevos grupos de fieles que quieran este tipo de ritos.
Dice que envió en 2020 un cuestionario a la Congregación para la Doctrina de la Fe para ver cómo se estaban desarrollando las misas tras el documento papal de Benedicto XVI y que las respuestas obtenidas le dolieron y le preocuparon, y por eso optó por intervenir.
"Los libros litúrgicos promulgados por los santos pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, de acuerdo con los decretos del Concilio Vaticano II, son la única expresión de la lex orandi (ley de lo que se reza) del Rito Romano", ha añadido.
Además, el obispo será el "responsable de regular las celebraciones litúrgicas en su propia diócesis".
En aquellas diócesis en las que uno o más grupos celebren habitualmente la misa con el rito antiguo en latín, el obispo velará para que no se excluya "la validez y legitimidad de la reforma litúrgica” del Concilio Vaticano II, es decir, para que se garanticen las misas modernas.
Indicará los lugares donde los fieles podrán reunirse, nunca en las iglesias parroquiales, y los días en los que se permitirán estas celebraciones eucarísticas en latín, con el uso del Misal Romano promulgado por San Juan XXIII en 1962.
Francisco subraya finalmente que "los sacerdotes ordenados después de la publicación de este motu proprio, que pretendan celebrar misa con el Misal Romano de 1962, deberán presentar una solicitud formal al obispo diocesano que consultará a la sede apostólica antes de otorgar la autorización" y que los que ya lo hagan tendrán que pedir autorización para seguir haciéndolo.
Los grupos conservadores católicos piden desde hace tiempo que se mantengan los dos ritos y recientemente el cardenal Robert Sarah, que en el pasado se mostró crítico con el pontífice argentino, dijo en las redes sociales que "el respeto por las dos formas ordinarias y extraordinarias de la liturgia latina nos llevará a un impulso misionero por la evangelización".
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