Opinión

El papelito no importa

El papelito no importa

El papelito no importa

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Que nada nos limite. Que nada nos defina. Que nada nos sujete. Que la libertad sea nuestra propia sustancia.

Simone de Beauvoir

Hace una semana fue presentado en la mañanera un documento con nombres de actores y puntos de acción presuntamente orientados a recuperar el control político del país.

¿De dónde se obtuvo? ¿quién lo hizo? No sabemos. Al Presidente se lo entregó el pueblo. ¿Por qué sin conocer su origen, sin contener nombre o firma, sin estar verificada su autenticidad se presentó en una conferencia de prensa oficial que conduce el mismísmo Presidente de la República? No sabemos, pero nos podemos imaginar.

Muchas personas que figuraron en el papelito se deslindaron de formar parte de ese supuesto Bloque, incluso negando su existencia, pero ¿y si no lo hubieran hecho qué? Hasta hoy, en México existe no sólo la libertad de expresión, sino también un derecho de la ciudadanía (ojo que ciudadanos somos todos los mayores de 18 años) para asociarse libremente y participar pacíficamente en los asuntos políticos del país. O sea que la asociación, la oposición, incluso la conformación de un bloque opositor, son ejercicios perfectamente lícitos y parte esencial de eso que los liberales llaman democracia.

Seguimos en las mismas. La permanente maña de condenar a los adversarios políticos, simple y sencillamente porque la oposición no gusta y no hay lugar para la competencia. Está enamorado del poder hiperconcentrado. Todo lo que, y todos quienes no están con él, están en su contra. Todo lo del pasado es malo, todo lo de su gobierno, bueno. Los políticos de otros gobiernos fueron corruptos, excepto aquellos cuyos pecados fueron redimidos a cambio de la muestra de devoción incondicional al Presidente, ser supremo de muchos y magnánimo absolvente de pecados para los arrepentidos.

Preocupa esa intención consistente del Presidente en culpar a terceros de los males que nos aquejan y de las insuficiencias de su gobierno porque, aunque digan lo contrario, las cosas no van bien o al menos no como nos prometieron. Por el bien de todos, ojalá que nuestras circunstancias mejoren. Si los buenos resultados no llegan, mucho me temo que el gobierno tendrá que buscar responsables y adivine usted quiénes serán los afortunados. La malvada oposición. Esa que no se gesta sólo desde otros partidos políticos, sino desde organismos internacionales, gobernadores, expresidentes, periodistas, académicos, organizaciones no gubernamentales, sector empresarial, organismos constitucionales autónomos, pero, principalmente desde ciudadanos, todos en ejercicio de nuestro muy legítimo derecho a criticar.

Ahí le van algunos datos de lo que fue, ya no es y de lo que hay. El 13 abril del 2007 se derogaron del Código Penal Federal los tipos penales de difamación y calumnia que atentaban contra el honor de las personas. Así, sencillito, difamar era decir lo que no se debía, aun cuando fuere cierto y la calumnia consistía en una imputación falsa. En esencia, esas figuras fueron incorporadas a donde debieron estar siempre, en el ámbito civil y no reguladas como delitos. Ahí, en el propio Código Civil se precisa que, para acceder a la reparación por daño moral, no se consideran ofensas las opiniones desfavorables que se emitan en el ejercicio de un derecho.

Hoy en claros ejemplos de derecho penal anacrónico, en estados como Hidalgo, Nuevo León, Sonora, Zacatecas y Campeche subsisten tipos penales de difamación y/o calumnia.

En 2018, el Congreso de Veracruz aprobó una reforma al Código Penal (“Ley Anti-memes”), adicionando un capítulo de acoso cibernético al difundir por medios digitales, información lesiva de otra persona, revelando o transmitiendo imágenes, grabaciones audiovisuales o textos, que dañen su reputación o su autoestima y causaran afectación psicológica, familiar, laboral o en su entorno. El entonces Gobernador, por fortuna, vetó esta ley.

En su último informe la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, manifestó su preocupación por la continuación de la utilización de los llamados “delitos contra el honor”, porque su fin se enfoca en callar la crítica.

El presidente calificó como legítimo ese Bloque Opositor, ¡bravo! Preocupa, sin embargo, que aún así lo presentara a la opinión pública como algo perverso, algo que le divierte. Mientras de verdad le divierta y no le moleste o incomode todo estará bien, porque sólo con esa ideología de tolerancia y respeto es que tendremos garantizado nuestro derecho a decir lo que pensamos.

Profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM

@capastranac