Opinión

El perdón

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El perdón

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Para perdonar, hay que tomar primero la decisión de hacerlo. Perdonar, en consecuencia, es un acto de la voluntad. El enojo que guardamos y mantenemos con tanto celo, es en realidad una coraza que fabricamos inconscientemente para que no vuelvan a lastimarnos. Lo más interesante de ello es que a los demás no les importa si la portamos o no. Sólo a nosotros nos pesa cargarla.

Al retener el enojo y no liberarlo le seguimos asignando poder a quien nos lo produjo. El perdón a quien en realidad beneficia es a quien lo otorga, no al receptor, quien puede ni darse cuenta de este acto.

Perdonar o pedir perdón fortalece nuestra autoestima y nos hace comprometernos a no incurrir en la misma falta. Perdonar es liberar cargas de dolor sin importar quién tiene la razón, lo que no debemos hacer es aferrarnos al sufrimiento que produce el no hacerlo. Quien no perdona lo pasado no está viviendo su presente.

Para empezar, es sano perdonar a nuestros padres por todos los errores que cometieron en nuestro crecimiento. Esto es un paso primordial, ya que ellos hicieron lo que pudieron con los conocimientos y recursos que tenían. Darnos cuenta que ellos existieron antes que nosotros y procesaron los eventos de distinta manera, nos ahorrará resentimientos innecesarios que sólo acarrean pena y rabia. Por tanto, es sano abandonar la idea de que ellos debieron ser o comportarse de determinada manera, o pensar que debieron brindarnos amor como a nosotros nos hubiera gustado recibirlo. Es útil pensar que quizá nosotros mismos los escogimos para aprender las lecciones que necesitábamos para evolucionar espiritualmente.

Es constructivo perdonar a la propia vida y amarla, porque la vida es un gran regalo y estamos en ella, Aunque hayamos experimentado cosas que no deseábamos, la vida está ahí para ser vivida y continúa, así que podemos moldearla a nuestro antojo, aplicando nuestra voluntad.

Uno de los mayores desafíos es el perdonar nuestro cuerpo y nuestra mente por todas sus imperfecciones. Esto nos encamina a la autoaceptación y a amarnos más a nosotros mismos, base esencial para la consecución de la felicidad.

Qué difícil es aprender a perdonar de corazón, pero por algo se empieza, por ejemplo: dimensionando qué tan grande es la ofensa. Normalmente sufrimos por ofensas insignificantes, en las que nosotros mismos hemos incurrido quizá varias veces. ¿Qué tan difícil es pasarlas por alto?, ¿en qué parte somos corresponsables de la ofensa infligida?, entonces ¿no deberíamos perdonarnos primero a nosotros mismos antes de emitir un juicio a la ligera sobre el comportamiento de los demás?

Los juicios condenatorios que emitimos normalmente son equivocados, puesto que a cada persona debería vérsele en perspectiva, como a un cubo, ya que tenemos muchas aristas, y sólo observando cada una de ellas llegaríamos a la comprensión del verdadero Ser. Y esto, no tenemos capacidad de realizarlo, porque juzgar no es nuestra función aquí. Aprender sí lo es.

Finalmente, recordemos en bien de la convivencia social que esencialmente perdonar, es no alentar deseos de venganza.

corzoalma17@yahoo.com