Andrea Perales Covarrubias (Matamoros 1994) en su primera exposición individual de carrera adapta en 9 lienzos su personal uso de la fotografía con cianotipia creando una instalación arquitectónica diseñada para las paredes. En una ventana de la Galería Plomo experimenta con la trama abierta de costales de plástico rosa para transportar cebollas.

A diferencia de Sarah Crowner, quien cose gajos de brillantes colores planos, Perales juega con la bidimensionalidad de sus obras al utilizar la estructura reticular de sus cianotipias y unir múltiples fragmentos cosidos por sus lados, y donde la blanquecina retícula impresa llega a reconectarse entre un recuadro recortado y otro creando un continuo bidimensional. Estos dos efectos de planitud, hacen que estas "fotografías solares" parezcan el fondo de azulejos venecianos de una piscina distorsionados por el movimiento del agua y los reflejos de la luz, cosa que diluye nuestra percepción entre lo bi y tridimensional, diseminación explorada por Tauba Auerbach y a la que Andrea agrega sus propios hallazgos.

Artistas como Perales rompen el límite interdisciplinario entre lo artesanal y el arte contemporáneo, entre el diseño textil y la tradición del arte abstracto geométrico del Siglo XX, ampliando así la tradición representada por artistas mexicanos o extranjeros como Anni Albers, Carlos Mérida, Clara Porset, Mathias Goeritz, William Spratling, Víctor Fosado, Francisco Toledo, Oscar Hagerman, Ana Pellicer, James Metcalf, etc. ¿Solamente a través de concienzudos planteamientos estéticos es como los artistas pueden cumplir una verdadera función social?, ¿La continuidad interdisciplinaria de jóvenes como Andrea Perales Covarrubias reafirma las pocas vías con que disponen los artistas del Siglo XXI para enfrentar lo que viene después del arte contemporáneo? ¿A las complejas herencias del arte del siglo XX solo les queda convertirse en artes aplicadas y regresar a ser oficios?

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