Cultura

El ser humano a través del arte hiperrealista en una exposición en Bruselas

El ser humano a través del arte hiperrealista en una exposición en Bruselas

El ser humano a través del arte hiperrealista en una exposición en Bruselas

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy
Confusión, vergüenza, extrañeza y, en ocasiones, incluso miedo es lo que despiertan las más de 40 obras de la exposición "Ceci n'est pas un corps" ('Esto no es un cuerpo'), que reúne a los grandes maestros de la cultura hiperrealista en una de las capitales del surrealismo, Bruselas.
"Los hiperrealistas dan la espalda a la abstracción y quieren mostrar algo más", explica a Efe Emilie Derom, directora de comunicación de una exposición que intenta servir de antología de este tipo de arte contemporáneo.
El hiperrealismo nació en los años 60 en Estados Unidos como una reacción figurativa al abstractismo dominante en el arte de aquellos años, como así lo hicieron otros movimientos como el Arte Pop o el fotorrealismo.
Como su propio nombre sugiere, el objetivo del hiperrealismo es imitar la realidad lo máximo posible, a través de la precisión técnica, utilizando materiales como la resina, la cera o incluso la madera, para reproducir el más mínimo detalle, hasta el punto de conseguir réplicas casi exactas de lo real.
Y para los hiperrealistas no hay nada más "natural" que el ser humano.
Tal y como indica Derom, el visitante, cuando observa las obras "se siente muy confundido, tratando de averiguar si está ante un cuerpo real o un cuerpo falso", puesto que cada figura posee todos los detalles de uno real: "los contornos, las texturas, el pelo y las uñas están ahí. Es muy inquietante", reconoce.

JUGANDO CON LAS ESCALAS
Un bebé recién nacido, que apenas contará con unos minutos de vida, con un ojo entreabierto, que le permite descubrir por primera vez los colores del mundo real, los puños cerrados y aún con manchas de sangre y con el cordón umbilical colgando es una de las obras maestras de la exposición.
Es "The girl", una obra del artista australiano Ron Mueck, cuya particularidad es que mide cinco metros de envergadura, lo que permite al espectador admirar cada detalle del pequeño gran cuerpo, provocando una sensación de extrañeza y sobrecogimiento.
Es la pieza dominante de la sección “Juegos de estatura", que reúne a diferentes figuras humanas en escalas distintas a la natural, con el objetivo de influir en la percepción del espectador y revelar aspectos emocionales de su propia conciencia.
Al igual que esta, otras cinco secciones pretenden abarcar las diversas vertientes y aplicaciones del hiperrealismo en la escultura.

DISTINTOS MENSAJES, UN MISMO OBJETIVO
La primera de ellas está dedicada a las réplicas humanas, con obras de, entre otros, dos de los maestros hiperrealistas más reconocidos: John DeAndrea y Duane Hanson.
Sus esculturas representan a gente normal y corriente intentando crear la ilusión de una palpable presencia. Esto lo consiguen reproduciendo fielmente las texturas y detalles del cuerpo humano e intensificando la ilusión a través de la combinación de las propias esculturas con objetos reales, como es el caso de "Cowboy with Hay", que representa a un vaquero con sombrero y una cuerda en la mano.
Un mensaje distinto pretende lanzar la sección de las obras monocromáticas: esta corriente, iniciada por George Segal en los primeros años de la década de los 60, se centra en la forma y el contorno del cuerpo para despojarlo de personalidad, intentado reflejar lo que significa el ser un humano, sin referirse a individuos concretos.
Otra de las vertientes del hiperrealismo que más significado busca es la que se centra en partes concretas del cuerpo, como el torso de dos chicas en bikini, en la obra “Genera's Twin", de Carole A. Feurmean, en la que impresiona el realismo de las gotas de agua sobre la piel, o un retrato a gran escala de Andy Warhol, obra de Kazu Hiro.
En esa misma sección se emplaza la obra “Back to Square One", un autorretrato de Peter Land representado como un mendigo durmiendo y tapado por una hilera exageradamente larga de cajas de cartón, representando el sentimiento del escultor durante una situación difícil en su vida.
“Representa la pérdida de control sobre su propio cuerpo", explica Derom, “son situaciones sin perspectiva y eso es lo interesante de estos artistas", un ejemplo del "mensaje sociopolítico" que, asegura la guía, los autores pretenden lanzar a través de su obra.
Una parte de “realidades deformadas", con “The Comforter", de Patricia Piccini, como la escultura más sobrecogedora de la muestra, y otra sección de “esculturas en movimiento" completan una exposición imprescindible para entender los objetivos y vertientes de la escultura hiperrealista, un movimiento que intenta poner en entredicho si es el arte el que imita la vida o viceversa