Cultura

El teatro, un vehículo para transportarse a la infancia, la época feliz: Javier Malpica

Las obras para niños no son un subgénero ni sinónimo de baja calidad o algo comercial donde se reciclan las mismas adaptaciones de cuentos de hadas, añade el dramaturgo

El teatro, un vehículo para transportarse  a la infancia, la época feliz: Javier Malpica

El teatro, un vehículo para transportarse a la infancia, la época feliz: Javier Malpica

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Javier Malpica es uno de los grandes exponentes de la dramaturgia nacional, de la literatura infantil y un asiduo espectador de teatro. En este Día del Niño, el dramaturgo habla acerca del teatro, y dice que aunque catalogado para niños ó adultos, siempre es un lugar de provocación, catarsis, encuentro, identificación y un fiel reflejo de las pasiones humanas.

¿Cómo vives y disfrutas una obra de teatro para niños?

Del mismo modo que disfruto de una obra de teatro para adultos. Entro en la convención y me involucro, hasta donde mi papel como espectador me lo permite, con los personajes y la anécdota. Claro que muchas veces convoco a mi niño interior para poder tener una mayor empatía con todo lo que el montaje me propone.

Al estar frente a una obra, evocas recuerdos felices, tristes y hay emoción, ¿cómo defines esta magia que crea el teatro para niños en los adultos?

Si la obra evoca a esa etapa de la vida que es la infancia, es decir, si es una obra más bien realista, evidentemente me despierta emociones y me hace recordar vivencias personales y eso permite que uno conecte mejor con la propuesta. Si la obra más bien construye mundos fantásticos o mágicos, o sea, una obra no realista, en ese caso intento verla con ojos inocentes, acepto el universo propuesto y también es posible que me transporte a mis propias fantasías o juegos de aquellas épocas

Una obra de teatro para niños entonces se convierte en un sitio de esperanza donde por un tiempo reconstruimos el mundo, ¿este es el gran viaje que se dan los adultos?

Muchas obras para niños proponen mundos mejores y soluciones esperanzadoras sobre ciertas temáticas, en ese caso, si la obra está bien construida, es decir, es consistente y verosímil, claro que uno acepta y agradece esa mirada positiva.

Las políticas culturales se han equivocado en sus programas de formación de públicos al no dirigirse más a los adultos, que disfrutan tanto las obras para niños como los mismos infantes.

Yo no diría que hay una falla grave en el enfoque, pues creo que el público infantil debe ser el referente. Por ejemplo, estoy de acuerdo en que las obras sean de corta duración (alrededor de una hora como mucho), que se presenten en horario de matiné y tal vez el que se permita que se consuman dulces o palomitas en la sala. Pero también creo que ciertamente podría haber una apertura a que exista un teatro con temáticas infantiles enfocado a un público más adulto (espectadores que disfruten el teatro para niños y que no necesariamente llevan a sus hijos o sobrinos, así como niños no tan pequeños), dichas obras podrían ser de mayor duración y las funciones podrían ser vespertinas e incluso nocturnas (ocho de la noche).

El teatro tiene rituales, porque no sólo es ir a ver la obra, sino comprar dulces, refrescos, o cualquier otra cosa para mirar la puesta en escena, ¿cuáles rituales añoras más ahora que no hay teatro presencial?

Lo que más se extraña en estas puestas virtuales es evidentemente la cercanía del actor con el espectador. La interacción, que es muy frecuente en el teatro para jóvenes audiencias, queda muy limitada. La respuesta del público, base misma del fenómeno teatral, está casi anulada. Y esto se debe a que la cuarta pared que se da en las funciones filmadas o a través de plataformas como zoom es mucho más rígida. Aunque hay otras partes del ritual teatral, que vivíamos antes de la pandemia, que no se extrañan tanto, como el traslado mismo al teatro en una ciudad con una vialidad y clima inciertos. Sin embargo, sí que se extraña el aplauso, la experiencia viva.

Si tuvieras que recomendar a los adultos que vayan a una obra de teatro para niños, ¿Qué les argumentarías?

Les diría que si recuerdan con gusto su infancia, el teatro puede ser un vehículo idóneo para transportarse a esa época feliz. También les diría que el teatro para niños no es un subgénero ni tampoco un sinónimo de baja calidad, ni de teatro comercial en el que se reciclan las mismas adaptaciones de cuentos de hadas o de películas exitosas. Les diría que actualmente en México se hace muy buen teatro, tanto para niños, como para los que alguna vez fueron niños.