Opinión

El voto y la gobernabilidad democrática

El voto y la gobernabilidad democrática

El voto y la gobernabilidad democrática

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

La elección más grande

No hay plazo que no se cumpla. Arrancó en México de manera formal el proceso electoral 2017-2018, cuyo momento cumbre será la jornada del primer domingo de julio del 2018, cuando los ciudadanos acudan a las urnas en la elección más grande de la historia de México pues estarán en juego más de 3 mil 400 cargos. Será la más complicada de nuestro tiempo, por el número de cargos en disputa y por la inédita concurrencia de elecciones locales con federales. Podrán ejercer el voto más de 87.8 millones de ciudadanos; el INE visitará casa por casa a 11 millones y medio de personas sorteadas, de entre las que seleccionará un millón 400 mil funcionarios de casillas, de los cuales casi un millón instalarán el 1 de julio los 156 mil centros de votación. La participación ciudadana en el proceso electoral se espera sea también la más nutrida.

La comunicación, la logística y los sistemas establecidos por el INE para hacer de la elección un proceso transparente y confiable pasarán una dura prueba que todos deseamos sea exitosa.

El día de la elección no es  toda la democracia ni mucho menos, pero sí condensa, en unas cuantas horas, el poder de los ciudadanos de decidir por medio del sufragio y de acuerdo a su voluntad qué gobierno desean para el País. El presidente consejero del Instituto Nacional Electoral, Lorenzo Córdova, lo explicó así el pasado 8 de septiembre. Las elecciones son el momento en el que las democracias procesan y encauzan las diferencias políticas en paz y sin violencia. El momento en el que los ciudadanos pueden decidir, con su voto en las casillas, el futuro político de nuestras sociedades a través de las diferentes alternativas que se presentan.

El voto, herramienta ciudadana

Para darle su verdadera dimensión al voto habrá que recordar, como lo hizo Córdova, que no sólo decide quiénes ocuparán los cargos públicos en disputa, sino que se ejerce un auténtico control ciudadano premiando los buenos gobiernos y castigando a los malos. Es, en consecuencia, la herramienta más poderosa de los ciudadanos en un régimen democrático. Votar es, desde esta perspectiva, una conquista de la civilización ya que nos iguala a todos, porque todos los votos valen igual sin importar diferencias de ingresos, de genero, de edad, de color de piel. Esas diferencias se diluyen en las urnas, considera Córdova. Por todo lo anterior, los diversos sectores sociales, incluidos los medios de comunicación, que sostienen un contacto permanente con los ciudadanos, deben contribuir a que se ejerza este derecho de manera libre, informada y que se cuente con todos los elementos de juicio para su decisión.

Corresponde a las autoridades electorales crear las condiciones para un voto libre y secreto, como está estipulado en la ley, pero a los medios corresponde dar la mayor información objetiva que permita que los ciudadanos voten con conocimiento de causa.

Se espera una competencia férrea, acaso dividida en tercios en los que, como suele decir el consejero presidente, no habrá ni ganadores absolutos ni perdedores absolutos. Habrá, eso sí y sin duda alguna, un nuevo mapa político, una redistribución sustantiva del poder político en el país. La pluralidad será el rasgo dominante en todos los congresos, incluido por supuesto el Congreso de la Unión, en el que, la oposición al candidato que gane la Presidencia pudiera ser mayoría. La gobernabilidad seguirá dependiendo, dice Córdova, de la necesidad y de la capacidad para que desde esa pluralidad se generen consensos y se concreten acuerdos.

El reto: la gobernabilidad

Por su parte, Manlio Fabio Beltrones, quien durante su carrera política ocupó el cargo de subsecretario de Gobernación de 1988 a 1991, participando activamente en la reforma política electoral que a iniciativa del Presidente de la República, de ese entonces, Carlos Salinas de Gortari, fue aprobada para crer el Instituto Federal Electoral y bajo la dirección de su jefe, Fernando Gutiérrez Barrios, secretario de Gobernación, vivió intensamente las reformas y los cambios políticos; en entrevista periodística señaló: “una elección como la de 2018, podría definirse a tercios. Las coaliciones electorales me tienen sin preocupación alguna. Las pueden hacer hasta de la manera contraria, ideológicamente hablando, o en combinaciones poco presentables. Los partidos políticos se han convertido en más pragmáticos que ideológicos. Eso no resulta completamente malo siempre y cuando no pierdan su identidad. El pragmatismo sin idea es puro oportunismo. Es ahí donde comienzan a descomponerse”.

“Como sucede en buena parte del mundo, donde los presidencialismos han tenido que moderarse a través de la fortaleza de otro poder. Un gobierno presidencial con fortaleza del Congreso es a lo que nos estamos acercando, así que tendríamos que hacer variar las reglas del juego. La mejor manera de que esta dispersión del voto pueda agregarse es con los Gobiernos de coalición, acordados entre distintas fuerzas políticas, que puedan dar estabilidad política”.

José Woldenberg, distinguido maestro universitario, sociólogo, escritor y politólogo, quien fue reconocido por todos los partidos políticos por su eficiente labor como presidente del IFE, ahora INE, en reciente entrevista afirmo: “Ante la fragmentación política que vive México, en 2018 la democracia abrirá una nueva historia, porque gane quien gane la elección presidencial, no tendrá la mayoría y el nuevo presidente tendrá que formar un gobierno de coalición con un programa de gobierno, uno legislativo y un gabinete multicolor que garantice la gobernabilidad en el país”.

No es lo mismo gobernar un país donde un solo partido tiene la Presidencia, la mayoría calificada en el Congreso, todas las gubernaturas y la inmensa mayoría de los presidentes municipales, que un país con una representación multicolor. Éste es el gran reto del futuro: pensar cómo coexistir en la diversidad con órganos legislativos eficientes.

Respaldar al árbitro

Por muchos años el debate democrático en México estuvo centrado en los asuntos electorales; en la actualidad contamos con un sistema electoral confiable. En el país hay un consenso a favor de la democracia. Por ello sería lamentable, que todo el trabajo que desplegarán organismos electorales y cientos de miles de ciudadanos sea descalificado, puesto en duda, desprestigiado, por voceros de partidos que quieran ganar en la mesa lo que no ganen en las urnas. Por eso es importante contener la embestida contra de los organismos electorales, porque pueden, si persisten, minar la confianza ciudadana. Pegarle al árbitro es una práctica nociva, que debe ser expuesta por los medios y reprobada por los ciudadanos.

Ahora estamos en una nueva etapa, como lo dicen y coinciden Manlio Fabio y Woldenberg: la gobernabilidad democrática. Existen coincidencias en que la elección presidencial podrá ser de tercios; no habrá un ganador con mayoría abrumadora por lo que es importante definir nuevas formas para conservar la gobernabilidad.

Los partidos políticos que hasta ahora se han olvidado de su principal tarea, que es garantizar buenos gobiernos y se han dedicado exclusivamente a ganar elecciones, tendrán que enfrentar con responsabilidad el nuevo reto: la gobernabilidad democrática, pensando antes que en sus propios intereses, en los del país y en los que les reclaman los mexicanos.