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El Premio Nacional de la Cerámica distinguió a siete maestros artesanos como ganadores de su 43 edición. “México es un país labrado en tierra y moldeado en barro. Las piezas que hoy ganan tienen esa grandeza y señorío. Somos un país que lleva una civilización comunicando a través del barro, de las manos, la arcilla y la piedra”, señaló la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto Guerrero, durante la entrega de este galardón.
“En cada proceso de la elaboración, amasado, decorado y quemado, se queda parte de nuestra vida, pero, sobre todo, de nuestra cultura. Por eso nos sentimos orgullosos de ganar este premio nacional”, expuso Verónica Martínez Parra, ganadora en la categoría Cerámica Tradicional con su pieza Jarrón con Asas.
El barro nos da libertad, explicó, porque podemos hacer lo que queramos y descubrir parte de nuestra alma. Junto a ella, Venancio Dionicio Andrés recibió el premio a Figura en arcilla por Compra de mercado; Germán Vázquez Montoya, en la categoría Alfarería sin plomo, fue premiado por Qué molazo; Rodolfo Sánchez Fierro en cerámica navideña con Nacimiento en rosca; José Antonio Ayala creó la escultura en cerámica Duelo de la infancia; Fernando Peguero García en cerámica contemporánea presentó Corteza y Abel Ávalos Guerrero fue galardonado por cerámica en miniatura con Inspiración del corazón.
“El trabajo de la cerámica es una tradición desde el mundo antiguo, hasta nuestros días. Este país es grandioso a partir de este oficio, en el cual no se transmite violencia, sino conocimiento y saberes. Éste es un país lleno de barro que ahora tiene diseñadores y artistas que trabajan con este material, como el maestro Francisco Toledo, poniendo un grano de arena para el desarrollo del oficio”, agregó Adán Paredes, miembro del jurado.
Para todos nosotros, explicó Verónica Martínez Parra, la alfarería es un medio para el mantenimiento de nuestros hogares. Todos los alfareros aprendimos el oficio porque así nos lo transmitieron nuestros padres; varios no tuvimos la oportunidad de estudiar, así que echamos mano del oficio de nuestras familias, lo aprendimos por costumbre y para este premio perfeccionamos nuestra técnica.
“Todas las piezas que presentamos para este concurso siguen en proceso parecido, comienza con la recolección del barro y la arcilla, luego lo preparamos; luego sigue el quemado, algunos quemamos con leña, otros en horno, pero al final queda disfrutar lo que la tierra y el fuego nos regalaron; admirarlo y tratar de venderlo, a veces a precios muy bajos, y sufrir que nos regateen”.
EXPOSICIÓN. Las siete piezas ganadoras de la 43 edición del Premio Nacional de la Cerámica se incorporarán a la exposición Escultura de la tierra. Cerámica Mexicana, la cual se inauguró ayer en el Complejo Cultural Los Pinos y reúne 749 piezas que abarcan desde los mil 500 años antes de Cristo, hasta nuestros días.
Homero Fernández, director del Complejo Cultural Los Pinos, puntualizó que la muestra comienza en la casa Miguel Alemán y se divide en cinco núcleos: prehispánico, virreinal, arte popular, moderno y contemporáneo.
“Es la primera vez que se hace una exposición de cerámica, de este tamaño, en México. Estas expresiones normalmente se han separado y ahora conviven, dialogan y tienden puentes entre ellas. Tenemos una línea de tiempo desde el México antiguo, pasando por el contacto con el mundo, lo que salió de ahí, lo contemporáneo y lo que realizan los diseñadores en las comunidades”, agregó Adán Paredes.
El barro es ancestral, explicó, pervive y vive, desde que se inició, quizá en una primera hoguera, y tiene presencia en nuestros días, ya sea en cohetes espaciales con las fibras de cerámica o en los frenos para coche; asimismo, resaltó que muchas de las fechas arqueológicas que se han dado en la historia de la humanidad y, sobre todo en México, es a través de piezas de este material.
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