
Por muchos años se ha considerado que las lesiones en la médula espinal son irreversibles. En los casos de paraplejia, la médula espinal del paciente queda tan dañada que las señales procedentes del cerebro no llegan, o apenas alcanzan a llegar a las piernas.
Hoy comienzan a documentarse los primeros casos en los que se ha logrado recuperar sensibilidad y movimiento de partes del cuerpo paralizadas por lesión en la médula espinal. Cada uno de ellos ha sido parte de un protocolo experimental y fue candidato a estas pruebas bajo ciertas circunstancias quirúrgicas y técnicas. Los beneficiarios son menos de una decena, pero son pioneros en un campo que parecía imposible de atender: devolver facultades motrices que fueron arrebatadas en segundos.
Desde hace cuatro años ya se habían reportado algunos experimentos con cierto éxito en devolver sensibilidad y poco movimiento a algunos pacientes con paraplejia, tratados en los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos.
Ahora, en el último mes, la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS por sus siglas en inglés) presentó nuevos casos de personas que quedaron inválidas tras sufrir accidentes que dañaron su médula espinal, y que en el último año pudieron volver a ponerse de pie y dar pasos, gracias a diferentes estrategias de atención de instituciones como Clínica Mayo, la Universidad de California en Los Ángeles y en San Francisco, así como la Universidad de Louisville, en Kentucky.
Cada paciente fue sometido a una estrategia de atención diferente. En algunos casos se trató de una cirugía menos de seis horas después del corte de la médula espinal, así como una estrategia para controlar el bombeo de sangre a la zona dañada. En otros casos, la estrategia de atención se puede describir como una combinación entre el uso de equipos electrónicos, familiares de los marcapasos cardiacos, que restauran la transmisión de señales en la espina dañada, unidos a meses de fisioterapias para reaprender y mantener la función de los músculos y nervios de las extremidades.
Estos casos son el avance más reciente dentro de un largo camino de desarrollo tecnológico para devolver la marcha a personas que quedaron total o parcialmente inmovilizadas.
Como resultado de este nuevo procedimiento, cuatro personas que tenían paraplejia desde dos años antes pudieron mover de forma voluntaria músculos que tenían previamente paralizados.
Los participantes fueron capaces de flexionar voluntariamente sus dedos de los pies, los tobillos y las rodillas mientras el estimulador estaba activo. Además, estos movimientos mejoraban con el tiempo cuando se combinaban con rehabilitación física.
Para los autores del estudio “la terapia tiene el potencial de cambiar el pronóstico de las personas con parálisis, incluso años después de la lesión”.
“Cuando vimos por primera vez que un paciente había recuperado el control voluntario, como resultado de la estimulación medular, fuimos cautelosamente optimistas”, explicó en ese momento Roderic Pettigrew, director del Instituto Nacional de Imágenes Biomédicas y Bioingeniería (NIBIB, por sus siglas en inglés), que participó en el estudio.
“Ahora que la estimulación de la médula ha sido satisfactoria en el total de la muestra, se puede apuntar que una gran cohorte de individuos, previamente con poca esperanza realista de una recuperación significativa de la lesión de la médula espinal, pueda beneficiarse de esta intervención”, añadió en aquel reporte pionero, del año 2014.
La pérdida de movilidad y el dolor persistente son dos de los problemas que comparten millones de personas en el mundo que han sufrido daños en el cordón nervioso que transmite señales a lo largo del canal que ocupa dentro de las vértebras.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el término “lesión medular” como el conjunto de daños sufridos en la médula espinal a consecuencia de un traumatismo, por ejemplo un accidente de coche, o de una enfermedad o degeneración, como puede ser el cáncer.
Los síntomas, que dependen de la gravedad de la lesión y su localización en la médula espinal, pueden incluir la pérdida parcial o completa de la sensibilidad o del control motor en brazos o piernas e incluso en todo el cuerpo. Las lesiones medulares más graves afectan a los sistemas de regulación del intestino, la vejiga, la respiración, el ritmo cardíaco y la tensión arterial. La mayoría de las personas con lesiones medulares sufren dolor crónico.
El reporte detalló que gracias a la implantación de un estimulador encendido, el hombre pudo dar unos pasos apoyándose en una andadera con ruedas delanteras, mientras los entrenadores le ayudaban esporádicamente. El paciente había acudido a 113 sesiones de rehabilitación en Clínica Mayo, durante el transcurso de un año. y en septiembre alcanzó a recorrer una distancia de 102 metros caminando, lo que involucró 331pasos.
“Esto nos enseña que los circuitos de neuronas localizados por debajo de la lesión de la médula espinal pueden funcionar aún después de la parálisis”, escribió en su reporte médico el doctor Kensall Lee, uno de los investigadores principales, neurocirujano y director de los Laboratorios para Neuroingeniería de la Clínica Mayo.
En el estudio, se estimuló la médula espinal del hombre a través de un electrodo implantado, lo que permitió a las neuronas recibir la señal de que deseaba ponerse de pie o dar un paso.
“Creo que ahora empieza el verdadero desafío, que es entender cómo sucedió esto, por qué sucedió y qué pacientes responderían”, comentó en la presentación a prensa la doctora Kristin Zhao, quien también participó en el estudio y es directora del Laboratorio para Tecnología de Asistencia y Restablecimiento, de Clínica Mayo.
El paciente que pudo recuperar parcialmente su movilidad es un hombre de 29 años de edad, llamado Jared Chinnock, quien quedó inmovilizado a nivel de las vértebras torácicas en la región media de la espalda, a consecuencia de un accidente con moto de nieve en 2013, y perdió completamente la función en el área por debajo de la lesión de la médula espinal, lo que le imposibilitó la movilidad y la sensibilidad por debajo del área media del torso.
El estudio empezó en el año 2016 y el sujeto primero hizo 22 semanas de fisioterapia; posteriormente, el doctor Lee y su equipo de neurocirugía de Mayo Clinic realizaran el implante quirúrgico de un electrodo.
El implante está situado en el espacio epidural, que es la parte exterior del canal espinal, en un lugar determinado por debajo del área de la lesión. El electrodo está conectado a un dispositivo generador de pulso por debajo de la piel del abdomen y se comunica inalámbricamente con un control externo. La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) autorizó a la Clínica Mayo a usar alternativamente el dispositivo para una afección no cubierta por las indicaciones de la FDA.
Después de recuperarse de la cirugía y durante las siguientes 43 semanas, el paciente regresó al laboratorio para sesiones de rehabilitación y ajustes en la estimulación. En un artículo publicado en mayo de 2017 en la revista interna Mayo Clinic Proceedings, estos primeros resultados mostraron que, dos semanas después de haberse encendido el estimulador, el hombre podía ponerse de pie e intencionalmente realizar movimientos similares a pasos mientras se encontraba suspendido en un arnés.
Una de las pacientes tratadas en Louisville, llamada Kelly Thomas, tenía 22 años cuando recibió el implante y siguió el tratamiento durante 15 semanas. Después de esto, pudo dar pasos en el suelo ayudada bien de un andador o de dos bastones, o dándoles las manos a dos fisioterapeutas.
El otro paciente de Louisville, Jeff Marquis, de 34 años al inicio del tratamiento, fue capaz de caminar con un andador tras 85 semanas de rehabilitación.
Los investigadores de la Universidad de Louisville administraron una terapia de cirugía y fisioterapia similar a la de la Clínica Mayo. Sus dos pacientes, que participaron voluntariamente en la investigación, habían perdido tanto la facultad motora como la sensibilidad en las piernas.
Aunque sí han recuperado cierta capacidad de mover los músculos de las piernas, no han podido articular los movimientos para andar. Por otra parte, uno de estos pacientes sufrió una fractura en la cadera durante el entrenamiento que le obligó a interrumpirlo.
“Las personas con un cierto grado de sensibilidad por debajo de la lesión pueden ser candidatas más adecuadas para el tratamiento, en comparación con aquellas que carecen de sensibilidad, pero son necesarias investigaciones en grupos más grandes de pacientes con lesión medular”, reportaron los investigadores de la Universidad de Louisville en The New England Journal of Medicine.
La Universidad de California en San Francisco, presentó este mes el caso de Matt Wetschler, un surfista que fue golpeado por una ola de gran fuerza que lo dejó inconsciente y con la médula espinal partida, inmovilizándolo del cuello hacia abajo.
Afortunadamente, cuando sus compañeros lo sacaron del agua, había una enfermera caminando por el lugar, que ayudó a que recuperara la respiración y detectó la fractura de dos vértebras que habían dañado el nervio espinal.
Wetschler fue llevado de urgencia al Hospital General Zuckerberg, en San Francisco y se convirtió en el primer paciente en someterse a un innovador protocolo para el tratamiento de lesiones severas de columna vertebral. Parte del nuevo protocolo se basa en un estudio reciente que encontró que el factor más importante en la recuperación de un paciente realmente se relaciona con la presión arterial en la columna vertebral. La médula espinal regula la presión arterial en el cuerpo, por lo que si se lesiona, el cuerpo no puede ser capaz de mantener una presión arterial adecuada.
Tradicionalmente lo que se hacía era elevar artificialmente la presión arterial de todos exactamente igual, ya sean 25 o 65 años, si son jóvenes y sanos o más y tiene problemas del corazón u otros problemas. Pero en este estudio los investigadores midieron realmente el flujo de sangre de cada paciente a la columna vertebral. Entonces los médicos impulsaron sólo artificialmente la presión arterial según sea necesario para alcanzar la presión única de un individuo.
“Por muchos años, estas lesiones se creía, irreversibles y que si se lesionaba la médula espinal, no volvía. Hemos sido capaces de refutar esa noción,” dijo Sanjay Dhall, profesor de asociado de la Universidad de California San Francisco de cirugía neurológica y quien dirigió la operación.
A su vez, Matt Wetschler, quien un año después ha podido volver a caminar y mover los brazos habló con la Universidad de California sobre sus movimientos recuperados y confesó: “Cuando algo tan grande y tan significativo te es arrebatado, pero sigues vivo y con incertidumbre sobre tu futuro, el volver a recuperar eso que perdiste y que creías imposible recobrar, te hace sentir que tocas la felicidad”.
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