Cultura

En Veracruz se ubican los primeros registros masivos del juego de pelota

La arqueóloga Annick Daneels ofreció la conferencia Juego de pelota, organizada por el Webinario Internacional de Arqueología de la Universidad Veracruzana. “Este juego fue un ritual que caracterizó a Mesoamérica y congregaba hasta tres mil espectadores”.

La arqueóloga Annick Daneels ofreció la conferencia Juego de pelota, organizada por el Webinario Internacional de Arqueología de la Universidad Veracruzana. “Este juego fue un ritual que caracterizó a Mesoamérica y congregaba hasta tres mil espectadores”.

En Veracruz se ubican los primeros registros masivos del juego de pelota

En Veracruz se ubican los primeros registros masivos del juego de pelota

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El juego con pelota de hule lanzada con la cadera fue el juego de pelota que caracterizó Mesoamérica, sus primeros registros masivos se encuentran en Veracruz y era un ritual que congregaba hasta tres mil espectadores. Esos fueron algunos planteamientos que expuso la arqueóloga Annick Daneels durante la conferencia Juego de pelota, organizada por el Webinario Internacional de Arqueología de la Universidad Veracruzana.

“El juego con pelota de hule en cancha, el juego de cadera, el ulama, ése fue el juego de pelota que caracterizó Mesoamérica. El origen del juego será naturalmente donde hay árboles de hule, no se puede inventar un juego si no tienen el árbol con qué hacer la pelota”, detalló la también investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Annick Daneels comentó que existen dos evidencias tempranas del juego de pelota hacia el año 1600 a.C.: la cancha del Paso de la Amada (Chiapas) y una ofrenda con pelotas de hule asociadas a entierros de bebés en El Manatí (Veracruz). Después, del 900 a.C. al 500 a.C., el juego se extendió más allá de los lugares donde crece el árbol del hule como el norte de Yucatán y Morelos.

Un tipo de juego de pelota que se difundió por Mesoamérica fue el que contemplaba el ritual centroveracruzano, que en palabras de la arqueóloga, las representaciones muestran a los jugadores portando un yugo (cinturón protector), un hacha (protector dorsal), una palma (protector frontal) y cuchillos de sacrificio.

“La evidencia más antigua del ritual está en el sur de Veracruz, en el sitio Cerro de las Mesas, (ahí) entre dos pirámides, en los años 40, encontraron tres personas depositadas frente a un yugo”, comentó Daneels.

A la pregunta de por qué fue tan importante ese ritual de juego para que se adoptaran en gran parte del espacio mesoamericano, la especialista respondió que el juego de pelota fue un instrumento de legitimación de las élites.

“La importancia del juego de pelota es una forma de legitimación de las élites para lograr la atracción de la población sobre un concepto de cohesión, cohesión por el juego, por el equipo, por el simbolismo. Es un mecanismo político, por eso fue adoptado en cada espacio de Mesoamérica”, dijo.

Como ejemplo de esa expansión, la arqueóloga habló que en tierras veracruzanas existen muchas canchas.

“Nadie vivía a más de 2 o 3 kilómetros de una cancha, eso es media hora de camino. A lo mucho, viven a 6 kilómetros de una cancha. La cancha es un elemento que organiza y fundamenta la vida social y política de la época. Se ve que es un fenómeno que corre para todo el centro de Veracruz donde existe la combinación de yugos, hachas, palmas, volutas entrelazadas. La cancha está en el espacio principal de los centros principales”, destacó.

TRES MIL ESPECTADORES. ¿Quiénes participaban en el juego de pelota? es otra pregunta que respondió la arqueóloga Annick Daneels.

“Si uno ve la iconografía se sugiere que fueron hombres. No hay indicación iconográfica de que hayan participado mujeres. Se ha dicho que sólo son gente de élite, pero no alcanzaría la élite para jugar en tantas canchas que hay en el centro de Veracruz. Estoy segura que aceptaban a gente del pueblo que mostraba talento para jugar bien. Eso es también una parte del sistema de integración política dentro de ese mecanismo de utilizar el juego como un atractivo político”, detalló.

La investigadora de la UNAM se refirió a un estudio reciente de la arqueóloga Bárbara Stark quien midió cuánta gente pudo estar viendo un juego en la cancha. El cálculo señala que mínimo 323 personas y un máximo de 2 mil 869 para las canchas grandes, propuesta con la que coincide Daneels

“Mi propuesta, de acuerdo a la iconografía, es que a lo mejor estaba reservado a los hombres adultos y a los jóvenes de cierta edad que ya hubieran sido iniciados dentro de una lógica social”, añadió.

Sobre los jugadores, la arqueóloga indicó que no todos los juegos terminaban en sacrificios, de lo contrario las comunidades se hubieran quedado sin jugadores.

“Pero el sacrificio sí es lo más recurrente mostrado en la iconografía. La atracción del juego debió de haber sido el aspecto gore, por decirlo de alguna manera. Esta espectacularidad del sacrificio donde la sangre brota hacia el cielo salpicando probablemente a todos los que estaban entorno, debió haber sido parte del gran espectáculo que representaba el ejercicio de ese ritual”, dijo.

Sin embargo, Daneels cuestionó que si el ritual del juego de pelota estaba de alguna manera restringido a los hombres, “¿cómo entonces entender la articulación que tuvo ese ritual de estado con el ritual común del centro sur de Veracruz donde hay tanto hombres como mujeres y mujeres también en representación de poder”.

La especialista destacó que aún falta más por investigar sobre los tipos de juegos de pelota, conocer mejor su cronología y hacer más análisis de iconografías y de las ofrendas asociadas.

En la conferencia también participaron: Sara Ladrón de Guevara, rectora de la Universidad Veracruzana, y el arqueólogo Gibránn Becerra.