
“Actualmente hay menos historietas para niños y casi no existen las dirigidas a niñas. Antes había muchos comics infantiles pero hoy prácticamente desaparecieron, no existe la historieta infantil para niños o es muy rara. Creo que el origen de la escritura o de la creación de casi todos los libros es cuando dices ‘me falta un libro así, de tales características’ en el estante que me gustaría leer, es por eso que sentía la deuda de escribir una historieta para niñas”, comenta en entrevista Bernardo Fernández, Bef, a propósito de su nueva novela gráfica El instante amarillo.
Dicha publicación editada por Océano, narra la historia de María, una adolescente de 13 años que sufre bullying en la escuela, el cual se acentúa cuando descubre sus peculiares gustos: la música rock, el dibujo y la lectura de Frankenstein, de Mary Shelley. “La idea la tenía desde hace 20 años, pero no sabía cómo contar la historia, desde entonces pensaba en una niña que no sabe qué quiere, que no se halla y cuando llega su instante amarillo, su revelación, descubre qué es lo que no quiere”, señala el autor.
En palabras de Bef, es una experiencia bastante universal sentirse fuera de lugar y más para las personas que tienen inquietudes creativas como tocar un instrumento, escribir o dibujar.
“La adolescencia tiene este asunto de que no sabes qué quieres y para qué quieres las cosas, aparte es el momento en que estás obligado a decidir qué quieres hacer de tu vida, aunque no estés listo, todos los que pasamos por ahí, sabemos que es complicado, aunque seas el más popular del salón es bastante probable que te sientas aislado. Entonces si eso les sucede a los populares, imagínate a los niños friki”.
Aunque esta novela no pretende ser autobiográfica, el autor platica que en uno de sus momentos de confusión durante la preparatoria, un profesor de biología le sugirió leer Las flores del mal, de Charles Baudelaire. “Me gustaba la idea de que alguien en ese momento me diera un libro que me salvara. Mi novela gráfica no es autobiográfica, a pesar de que mi personaje se llame María como mi hija y de que mi autora favorita sea Mary Shelley”.
En la novela, la protagonista descubre el libro Frankenstein, de Mary Shelley, gracias a Alfredo, un estudiante de física que le da clases de regularización, ¿por qué usar la historia de la narradora británica como parte de la trama?, se le pregunta a Bef.
“Considero que Frankenstein es una de las más bonitas metáforas de la adolescencia. La máxima creación del papá son sus hijos, pero cuando éstos entran a la adolescencia se convierten en monstruos irreconocibles, entonces siempre me gustó la metáfora de Frankenstein, novela que leí de adolescente pero que conocí por primera vez a mis seis años cuando leí una versión infantil”, responde.
Sería cansino hacer este tipo de libros dirigidos a niños y jóvenes con una consigna educativa, decir que hay que leer y no hacer bullying, agrega. “Me interesa más presentar la historia y decir que en esa gran confusión, tanto la música, la lectura y en general, cualquier creación, nos salva. A mí me salvó descubrir a los Sex Pistols, leer a Baudelaire, entonces quería compartir esa experiencia a través de este libro”.
“La palabra monstruo tiene una connotación espantosa, pero también tiene una connotación de lo prodigioso, de lo peculiar, es por eso que es mi palabra favorita en español. Además, aunque no es el tema principal de la novela, el bullying es un terrible miedo a la diversidad, a lo diferente y extraño, entonces hay que abrazar a la diversidad porque lo estrambótico e inusual está en todos lados”, precisa el autor.
—Tu personaje descubre con Frankenstein a otros monstruos...
—Muchas de las grandes aportaciones del mundo en nuestra cultura, están hechas por monstruos, por ejemplo Albert Einstein o Sor Juana Inés…son estos personajes inusuales los que hacen que las cosas avancen.
“Aparte cuando vas a la idea original de Frankenstein, cuando vas al libro, es un ser muy dulce pero atormentado, es mucho más humano él que el doctor. A este monstruo todo mundo lo rechaza, menos un anciano ciego, entonces es casi una historia pre existencialista y me gusta que no es un criminal, hay momentos de extremada ternura del monstruo”, agrega.
En palabras de Bef, esta novela también es una gran carta de amor a Mary Shelley, al monstruo literario, al caricaturista Jack Davis que le dio rostro a Frankenstein, a las películas de Universal Pictures, al actor Boris Karloff, al punk-rock y al tianguis del Chopo.
Por último comenta que la novela está dividido en cuatro niveles gráficos. “El grueso de la novela es la historia que sucede en 1990 la cual fue hecha con lápiz, pincel y tinta a la manera tradicional, pero hay otras partes, por ejemplo para la inspiración de Shelley al escribir Frankenstein en 1816, usé papel chino de arroz que traje de Japón. Las partes del presente, cuando la protagonista crece es gráfica digital y cuando incluyo el formato de diarios emulo el uso del prismacolor y la pluma para representar el cómo dibujaría una niña de 13 años”, concluye.
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