Cultura

Muere Amparo Dávila, “la escritora fundamental del siglo XX mexicano”

“La última vez que la vi fue en Zacatecas, como un gran personaje; pero la recuerdo chiquitita y muy alegre, la recuerdo como mamá, gateando con sus hijas y me imagino que en ese instante fue la mujer más feliz de su vida”, comentó Manuel Felguérez.

“La última vez que la vi fue en Zacatecas, como un gran personaje; pero la recuerdo chiquitita y muy alegre, la recuerdo como mamá, gateando con sus hijas y me imagino que en ese instante fue la mujer más feliz de su vida”, comentó Manuel Felguérez.

Muere Amparo Dávila, “la escritora fundamental del siglo XX mexicano”

Muere Amparo Dávila, “la escritora fundamental del siglo XX mexicano”

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Amparo Dávila (1928-2020) falleció ayer por la mañana a la edad de 92 años. Fue la escritora que usó la imaginación para hablar de lo onírico, de la resistencia, del terror y de la libertad; pero sobre todo, fue una mujer amorosa que recordarán con cariño sus amigos y las generaciones de escritores que sedujo a través de sus cuentos.

Autora de un corpus literario que está considerado como de los más importantes en literatura fantástica en Latinoamérica, también su trabajo fue muy importante en la poesía. Las instituciones culturales del país y la comunicad artística lamentaron el deceso de la autora de Árboles petrificados.

“La última vez que la vi fue en Zacatecas, como un gran personaje; pero la recuerdo chiquitita y muy alegre, la recuerdo como mamá, gateando con sus hijas y me imagino que en ese instante fue la mujer más feliz de su vida”, comentó vía telefónica el artista Manuel Felguérez.

Amparo Dávila perteneció a la generación de medio siglo y que por edad y efervescencia creativa convivió con los hermanos Pedro y Rafael Coronel, Fernando y Juan García Ponce, Inés Arredondo, Salvador Elizondo y Manuel Felguérez.

“Fue una gran escritora que se mantuvo en lucha por seguir escribiendo sin perder su calidad y estilo. Durante toda su vida hizo una literatura de corte fantástico y, evidentemente, el hecho de que fue zacatecana y durante un largo tiempo la mujer de Pedro Coronel, la hizo muy cercana al grupo que integramos Coronel, su hermano, Juan Soriano, Tamayo, entre otros”, recordó Felguérez.

Sin embargo, uno puede contra todo, menos contra la edad, lamentó el escultor.

“El estilo de Amparo, como el de la generación a la que pertenezco, pues tengo 91 años, se caracteriza por su creatividad, fantasía y su originalidad, misma que la hizo existir con una personalidad propia. A mí me gustaba mucho su fantasía porque siempre tenía un toque poético”, dijo.

Amparo Dávila fue para muchas generaciones posteriores de escritores un motivo de creación, es el caso de la autora Cristina Rivera Garza.

“Amparo Dávila es sin duda una escritora fundamental del siglo XX mexicano, es una escritora de la que todo mundo se beneficiaría de su experiencia, de sus letras. Hace muchísimos años, cuando todavía se hablaba poco de ella, recibí de regalo un libro con los cuentos de Amparo Dávila y ese libro se convirtió en una especie de obsesión para mí, adoré cada una de sus letras y desde entonces, se convirtió en la base para mi ­novela La cresta de Ilión”, externó.

Sobre la obra de Dávila, Rivera Garza destacó el registro del terror psicológico, de lo fantástico, pero también de la condición femenina.

“Amparo también trató con una singular sabiduría los asuntos de género que en esa época no estaban en el centro de una discusión, no digamos en la literatura ni siquiera en lo social, entonces el registro de lo fantástico le permitió entrar realmente a analizar fenómenos de muchas desigualdades, de mucho dolor, de mucha violencia a través de lo fantástico”, opinó.

La autora lamentó la pérdida de una gran escritora, pero recordó que todavía hay otras voces que seguir escuchando. “Hay unas nuevas generaciones investigando de manera muy activa las vetas que abrió Amparo Dávila en la literatura”.

Para el poeta Jaime Labastida, la autora de Música concreta fue una de las narradoras más importantes del país desde los años 60 a la fecha.

“En su obra fue muy precisa y con una gran imaginación. En esos tiempos no había en México ni muchos editores ni muchas escritoras, así que el hecho de que ella haya destacado como lo hizo fue fundamental porque aparte fue amante de la poesía y eso se nota en su prosa”, dijo.

Al respecto, el escritor Benjamín Barajas comentó que además de ser una de las grandes narradoras del siglo XX, no debe olvidarse su poesía.

“Dávila tuvo como poética —arte de escribir poesía o cuento— el acierto de la brevedad, producto de la influencia de gente como Borges, Cortázar y Arreola, Además, la brevedad la enlaza con la poesía lírica. Su obra va a trascender y seguirá leyéndose este siglo y el que viene, tanto por gente que se dedica a la literatura como por quienes disfrutan de su escritura, no obstante, para leerla como poeta habría que esperar un tiempo, ya que su poesía la dio a conocer cuando era mayor”.

En opinión de Barajas, ella tuvo la ética de escritor, “de dedicarse profundamente a la literatura, de elegir la escritura como oficio. Desde su contacto con grandes autores como Juan José Arreola fue consciente de la fuerza y trascendencia que tenían sus escritos y su trascendencia, pero nunca se entregó a la fama”.

Para Alberto Chimal, se debe reconocer que Amparo Dávila no negó la escritura de lo fantástico.

“Lo fantástico es eso: una imagen, una representación, aquello que está dentro de nosotros y no se puede manifestar de otra manera. Amparo Dávila nunca renegó de la imaginación fantástica, eso hay que subrayarlo porque muchas veces se menciona como si fuera un defecto u obstáculo. Ella nos demuestra que la imaginación fantástica es una herramienta y un vehículo para expresar algo de lo más profundo y desgarrador de la experiencia de cualquier ser humano”, dijo.

Chimal también destacó su importancia como mujer escritora. “Viviendo en un entorno represivo, patriarcal, que constantemente intentó reducirla y no lo consiguió —aunque su reconocimiento tardó más de lo debido—, estuvo una buena cantidad de tiempo ignorada en el canon literario. Ahora le estamos dando su justo valor a la grandeza de su obra”.

En 1954 publicó dos libros de poesía Meditaciones a la orilla del sueño y Perfil de soledades, en el Troquel de San Luis Potosí. Ese año llegó a la Ciudad de México, donde fue secretaria de Alfonso Reyes, quien –mencionan los autores Jaime Lorenzo y Severino Salazar– le insistió en publicar sus primeros cuentos, motivo por el que aparecieron en la Revista Mexicana de Literatura, Revista de Bellas Artes, Estaciones y Revista de la Universidad.

En 1957 el Fondo de Cultura Económica (FCE) se interesó por publicar su obra, siendo así que editaron Tiempo destrozado, en la colección Letras Mexicanas; después Canción música concreta y su tercer libro Árboles petrificados, con el cual obtuvo el Premio Xavier Villaurrutia 1977, se editó con la editorial Joaquín Mortiz.