Escenario

Familia de medianoche, un ejemplo de cómo la corrupción juega con la vida y la muerte

ENTREVISTA: El cineasta Luke Lorentzen retrata las carencias del servicio médico en la Ciudad de México, donde sólo operan 45 ambulancias para 9 millones de personas.

Accidente de tráfico
Accidente de tráfico Accidente de tráfico (La Crónica de Hoy)

Al comenzar el documental Familia de medianoche se da a conocer un dato que atrapa al momento al espectador. En la Ciudad de México operan 45 ambulancias para una población de 9 millones de personas. El filme de Luke Lorentzen, que se perfila a ser uno de los más importantes en México tras ganar premios en Sundance y en Guadalajara, cuenta la historia de las experiencias de una de esas ambulancias administrada por la familia Ochoa:

“Fui personalmente a hablar con los directores de los sectores que dan ambulancias por parte del gobierno, sólo son dos: los de la Secretaría de Salud y la Secretaría de Seguridad, que tiene ambulancias del ERUM (Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas). Ellos me dijeron los números de las ambulancias que operan durante la noche en la Ciudad de México, y 45 es un número bastante amable, porque hay ambulancias que sólo operan dos o tres noches a la semana”, expresó el cineasta en entrevista exclusiva con Crónica.

“La Cruz Roja también tiene parte de las ambulancias de la ciudad pero lo que encontré es que ellos hacen menos del 15 por ciento de los accidentes de la ciudad. La mayoría de los accidentes que cubre el gobierno son por parte del ERUM. Cuando fui hace tres meses ellos tenían once ambulancias obrando 24 horas y sólo subieron su capacidad a 16 o 18 cuando ocurren situaciones de alerta como el temblor (­19-S)”, agregó el realizador.

Estas cifras tienen un impacto mayor si se compara con sistemas de otros países: “La OMS (Organización Mundial de la Salud) ha manejado que lo ideal es que exista una ambulancia por cada 20 mil personas, obviamente en México el gobierno no se acerca en nada a ese número. Hace una semana presenté el documental en Copenhague (Dinamarca) y alguien ahí señaló que hay más ambulancias en esa ciudad, en la que hay una ambulancia por cada dos mil personas”, dijo Loretzen.

Las revelaciones sobre el alarmante sistema de atención en la Ciudad de México llegan a través de una denuncia compleja que se realiza a través de la historia de una familia que maneja una ambulancia particular, de las que forman parte de las 45 funcionales en la capital del país.

“Llegué a la Ciudad de México a finales del 2015, con la idea de hacer una película que iba sobre retratos de camionetas, coches y autobuses, de la ciudad. Una de las cosas que quería retratar era una ambulancia, pero una mañana me desperté y me encontré a la familia Ochoa, estacionada con su ambulancia frente a mi casa y les pedí si me dejaban subir con ellos a ver cómo es su trabajo, y en la primera noche me encontré con todo un mundo de ambulancias privadas. Eso me atrapó y al final estuve con ellos tres años filmando”, comentó.

El realizador sigue a la familia Ochoa, que se compone casi en su totalidad por paramédicos que luchan a diario por ser los primeros en responder a la llamada de los pacientes que necesitan asistencia médica tras sufrir un accidente. La familia, integrada por Juan, Fer y Josué Ochoa, así como Manuel Hernández, sale cada noche a las calles a cazar accidentes, una labor que no cuenta con ningún tipo de ayuda ni reconocimiento por parte del Estado.

Esto implica que, con cierta frecuencia, los conductores de las ambulancias tienen que someterse a una serie de contratiempos que han de solventar de manera ilícita, ya sea a través de sobornos a las autoridades o mediante prácticas poco éticas que afectan directamente el bolsillo de los propios accidentados.

“Fue un proceso de hablar con ellos desde el principio cada noche sobre qué era lo que queríamos demostrar con el proyecto. Al final estuvieron de acuerdo de mostrar la realidad de su vida y querían mostrar todo; hablar de la vida de una ambulancia nocturna y las dificultades a las que se enfrentan cada noche, y las decisiones que deben tomar cada día, sobre cómo van a cobrar y cómo van a manejar cada situación”, explicó.

“Lo vi como un sistema en el que nadie está sobreviviendo, ni las patentes ni la familia Ochoa están ganando. Es un ejemplo muy íntimo de cómo la corrupción empieza desde arriba en el poder y poco a poco llega a la calle, jugando con la vida y la muerte de las personas. La familia Ochoa son personas que hacen todo lo que pueden pero llegan a un punto al que no pueden hacer lo que ellos quisieran, están condenados a tomar decisiones difíciles para ganar dinero y poder comer”, añadió.

A través de la historia de esta familia, el realizador encuentra un propósito para exponer las carencias sociales. “La vida de los Ochoa es un ejemplo de lo que pasa cuando pones a buenas personas dentro de un sistema que está roto, de cómo la corrupción puede cambiar el menú de opciones que tiene una familia para vivir y sobrevivir en una ciudad con un sistema que no funciona. Creo que es una historia muy importante para México”, enfatizó.

“Vale la pena ver cómo funciona el sistema de salud en México y también valorar cómo funciona en otras partes del mundo. Lo que ocurre en el documental es una buena forma de contar lo que pasa cuando el dinero está metido en la salud de la gente”, dijo.

Finalmente, el cineasta compartió cómo el rodaje de este proyecto lo marcó a nivel personal: “Ha sido la experiencia más difícil y emocionante de mi vida. Empecé cuando tenía 23 años y no sabía lo que encontraría. Estoy bien ahora, pero incluso para mí fue un proceso de cuidar el impacto emocional de lo que se vivía”.

El filme forma parte de Ambulante, Gira de Documentales que actualmente se efectúa en la Ciudad de México.

Copyright © 2019 La Crónica de Hoy .

Lo más relevante en México