Se nos ha hecho creer hasta la médula y hemos aceptado como verdad irrefutable el hecho de que la única solución que existe para frenar la propagación letal del coronavirus es necesario tener a la mayoría de la población mundial vacunada, en tanto que a todas las alternativas que han alzado la voz han sido desacreditadas, mofadas, prohibidas y hasta satanizadas, inclusive los líderes religiosos guardaron su fe por unos minutos, se hicieron sumisos a dicha idea y se les ha visto sonriendo a las cámaras mientras reciben su vacuna.

Esta fe ciega en la vacuna se ha convertido en un mecanismo de control y conflicto entre las naciones, aspecto que ha sido un tema ampliamente debatido, de cómo unos cuantos países acapararon el total de las vacunas dejando a la inmensa mayoría sin acceso a ellas o canjeándolas por prevendas geopolíticas. Esto, independientemente de quienes las apartaron o compraron con antelación, está generando una serie de rencores y resentimientos en contra de un neo imperialismo que aleja a unas cuantas naciones de otras en la carrera por su reactivación económica y de vida social, cuyos efectos están aún por verse.

Por si esto fuera poco la Organización Mundial de la Salud acaba de emitir la recomendación de que los países no deberían introducir requisitos de prueba para los viajes internacionales como condición de entrada, ya que existe todavía incertidumbre acerca de la eficacia de la vacunación para reducir el contagio y la limitación en su disponibilidad, aunado a ello ya son múltiples los casos denunciados en el mundo por contagio o muerte tras recibir la vacuna . Con lo anterior querido lector no quisiera que dude en vacunarse, si tiene la posibilidad de hacerlo ¡vacúnese!, aunque sea por efecto placebo.

Pero lo que resulta más lamentable de todo este proceso fue la negativa que dio la Organización Mundial del Comercio a la solicitud de la liberación de patentes de las vacunas contra el covid-19, una propuesta presentada por India y Sudáfrica a la que se le añadieron 100 países de todo el orbe. Es decir, frente a una crisis sanitaria y humanitaria como la que ha desatado el Coronavirus, los países que tienen industria farmacéutica decidieron priorizar y proteger su negocio, aún cuando la humanidad tiene la capacidad para la elaboración masiva de vacunas y en unos cuantos meses podría terminar con la pandemia.

Todo cuanto tiene que ver con el proceso de vacunación ha quedado seriamente cuestionado y paradójicamente sigue siendo la fe de la humanidad en estos tiempos. Entre tanto, a los mexicanos nos queda aún la obligación de cuidar y priorizar la salud y el bienestar de los adultos mayores que en todos los sentidos están siendo el frente de batalla.

César Daniel González Madruga "El Siervo"

@CesarG_Madruga