
El que tiene un amigo tiene un tesoro, solía repetir el expresidente español al referirse a sus llamados cachorros socialistas, que no eran otros que sus amigos empresarios, con quienes formó la nueva clase empresarial de ese país europeo.
En momentos donde la relación entre Palacio Nnacional y el empresariado mexicano atraviesa su peor momento, vale la pena recordar lo que instrumentó Felipe González (tan admirado por el presidente López Obrador) como política de Estado en España y consistía en crear una nueva clase empresarial, afín al PSOE, que sustituyera a la antigua y arcaica élite franquista, que no estaba a la altura de una Nueva España democrática e integrada a la comunidad europea.
El actual régimen está todavía en un momento oportuno para impulsar una nueva clase empresarial, salida de las pequeñas y medianas industrias y comercios, que esté a la vanguardia y que pueda sustituir a la vieja cúpula empresarial tradicional, muy ligada a los usos y costumbres del antiguo régimen. Para ello también es necesario renovar a los interlocutores del gobierno actuales y sustituirlos por actores políticos mas jóvenes y con otra visión más moderna de nuestro país.
Felipe González tuvo en Enrique Sarasola Lerchundi a su máximo operador para este fin, a quien conoció en 1974, cuando Sarasola tenía sus oficinas en la calle de Goya 15, en Madrid, y que también usaba el PSOE como oficinas, en la clandestinidad, en pleno régimen franquista, ahí trabaron una amistad incuestionable.
El empresario, quien en 1966 se casó con María Cecilia Marulanda, hija de Alberto Marulanda, uno de los hombres más ricos de Colombia y socio de Avianca; el famoso Pichirri, para los amigos, era el enlace entre Carlos Andrés Pérez y el Presidente español y ahí empieza la trama de la creación de los nuevos cachorros socialistas.
El primer paso fue la expropiación de RUMASA, el máximo conglomerado industrial de esa época y cuyo dueño, José María Ruíz Mateos, era el principal baluarte del empresario franquista. RUMASA era propietario de Galerías Preciado, tiendas departamentales competencia directa con el famoso Corte Inglés y que fueron vendidas por parte del gobierno español, en 9 millones de euros, al magnate venezolano Gustavo Cisneros, quien era muy cercano a Carlos Andrés Pérez y donde Sarasola fue la mano que meció la cuna.
El segundo paso era desplazar a los banqueros antiguos, para ello se valieron de los Albertos, los famosos primos de la gabardina, Alberto Alcocer y Alberto Cortina, casados con las mujeres mas ricas de España, las Koplowitz, Alicia y Esther, dueñas de construcciones y contratas y accionistas del banco central —que después sus esposos tomarían por asalto de la mano de Sarasola y del abogado catalán Javier de la Rosa, quien era ni mas ni menos quien llevaba la chequera del Jeque de Kuwait a través de KIO un fondo ilimitado de los jeques árabes para invertir en España para apoyar a Felipe en sus proyectos y también le manejaba dinero a Jordi Pujol, presidente de la Generalitat—.
Una vez tomado el control del banco central, el siguiente paso es Banesto, otro de los fuertes bancos españoles; en este escenario entra a pantalla Mario Conde, líder supremo de la masonería española, quien toma el control de Banesto apoyado por Miguel Boyer, ministro de Hacienda socialista. Con el control de los bancos y la industria a manos de aliados y no enemigos, el siguiente en la lista son los medios de comunicación y para ese fin es clave Jesús de Polanco, mandamás de Grupo Prisa, editor de El País, quien se vuelve uno de los mejores amigos del Presidente de Gobierno y su aliado incondicional y junto con Javier de la Rosa y Sarasola crean Cinepaq, y con la ayuda de François Mitterand, presidente francés socialista, incorporan a Marc Tessier, de Canal Plus Francia, para tomar el control de Tele cinco.
Todo esto no hubiera sido posible sin la ayuda y colaboración de don Manuel Prado y Colón de Carvajal, administrador privado del rey Juan Carlos y descendiente directo de Cristóbal Colón, cuya oficina se encontraba en el edificio pirámide enfrente del hotel Villa-Magna, en plena castellana, quien también entró a los negocios de la nueva camada empresarial.
A este grupo de empresarios auspiciados por el régimen socialista se sumarían Luis García Cereceda, dueño de la emblemática discoteca Pasha y del célebre restaurante Zalacaín, ademas de la urbanización La Finca (donde vive, entre otros, Ronaldo) , y los empresarios Farshad Zandi, de Trade Petroleum, quien hizo muchos negocios en Sudán por el apoyo de la dupla Sarasola-González; Jesús Barderas, con hoteles en Santo Domingo, y Abdul Rahman El Assir, hispano libanés, quien vendió armamento al rey de Marruecos por intervención directa de su amigo andaluz.
La izquierda española pudo crear una nueva y pujante clase empresarial. ¿Podrá la izquierda mexicana? Desde mi punto de vista, ni Poncho Romo es Sarasola ni Salinas Pliego es Polanco.
@yayocasas
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