Opinión

Financiamiento para el estudio del sistema agrícola de la milpa

Financiamiento para el estudio del sistema agrícola de la milpa

Financiamiento para el estudio del sistema agrícola de la milpa

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

*Alfonso Larqué Saavedra

En  Yucatán se reporta que existen aproximadamente 35,000 milperos que cultivan cada año 150,000 hectáreas para su alimentación, practicando el sistema agrícola tradicional llamado milpa. Por su importancia fue que el pasado 24 de abril del 2019, se asignaron cerca de 5 millones de pesos a un proyecto relacionado con la sustentabilidad agrícola denominado “Establecimiento de una estrategia integral para impulsar la milpa maya en Yucatán incrementando sus capacidades productivas y contribuyendo a su conservación, preservación y revalorización”. El recurso fue aprobado dentro del esquema de los fondos mixtos y ciertamente ha dejado un buen sabor de boca porque después de 40 años de no apoyarse la investigación de este sistema de producción agrícola, se retoma por la importancia que ha cobrado recientemente. El objetivo central del proyecto está definido en su título, y se desarrollará en los próximos tres años con la participación de 21 investigadores de tres instituciones del estado. Resalta el señalar que el proyecto tiene como propósito diagnosticar y proponer opciones para su mejoramiento productivo, ecológico y social. Además, para reducir la problemática de la milpa que desde hace más de medio siglo ha venido reduciendo sus rendimientos, ocasionada por el deterioro de las condiciones ambientales y sociales de la región.

La milpa o kool en lengua maya, es el sistema agrícola practicado por los campesinos mayas desde antes de la conquista para la producción de maíz, frijol y calabaza, entre otros, y que por limitantes ­edáficas como la baja fertilidad de los suelos establecieron la práctica de roza, tumba y quema para restituir dicha fertilidad.

Es un sistema agrícola exitoso para el autoconsumo familiar que incluye además un conjunto de actividades productivas que demandan el conocimiento del ecosistema para su manejo y aprovechamiento integral del mismo, entre los que destacan además de la producción de granos, la caza, la extracción de leña y maderas para la construcción de casas y actividades paralelas como la obtención de miel, etc. Cuando por excepción hay excedentes de la milpa hay venta de los productos a nivel de la propia comunidad.

La milpa demanda la participación de la fuerza de trabajo familiar de manera intensiva ya que no se utiliza maquinaria como serían los tractores, por ejemplo.

El sistema de la milpa sustentable para la península de Yucatán fue seleccionado para recibir financiamiento en el 2016 por el Centro Internacional para el Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y la Fundación Haciendas del Mundo Maya (FHMM) para su revisión, validación y cotejo. De igual forma el gobierno de Yucatán desde 2016 estableció cerca de Valladolid una escuela para enseñar la milpa, en donde se dictan cursos para aprender a hacerla y se habilitó un albergue con instalaciones de internado para los jóvenes que desean capacitarse en este sistema agrícola.

Pero conviene anotar que el interés sobre este sistema agrícola específicamente en Yucatán no es nuevo. El estudio más formal que recordamos sobre este sistema fue el que estableció a finales de la década de los 70 del siglo pasado, el fundador de la línea de pensamiento llamada agricultura tradicional, y de la etnobotánica en México, el profesor Efraín Hernández X. El inició y condujo el proyecto de largo aliento Dinámica de la milpa en Yucatán, desde el centro de Botánica del Colegio de Postgraduados en Chapingo por más de una década.

El proyecto visionario se estableció con el objeto de ratificar la descripción que se había hecho de la milpa, y de incrementar la productividad de este sistema agrícola.

El proyecto fue financiado por el Colegio señalado y por la delegación regional de secretaria de programación y presupuesto de Yucatán de 1979 a 1988. Fue un proyecto multidisciplinario en el que participaron expertos en diferentes áreas del conocimiento como el Dr. Heriberto Cuanalo de la Cerda, líder de los edafólogos; el Dr. Alberto Castillo Morales, estadístico; agrónomos como Jorge Duch y Tomás González; antropólogos como Katarina Illsey; biólogos como la Dra. Elena Lazos; parasitólogos, economistas, entre otras especialidades, y alumnos: estudiantes del centro de botánica liderados por el propio maestro Hernández ,como Luis Arias, Samuel Levy, Manuel Parra, Ramón Mariaca, Luis Dzib y Eduardo Bello, entre otros.

El proyecto se desarrolló fundamentalmente en dos poblaciones del citado estado: Yaxcaba y Becanchen, en donde hace 40 años la milpa se practicaba   de manera tradicional. El señalaba, por ejemplo, que se establecieron siembras experimentales en este sistema agrícola con 22 variables, para cotejar el efecto de la quema, la aplicación de fertilizantes, herbicidas, etc.

Algunos de los resultados del citado proyecto fueron presentados en seminarios abiertos en la Universidad Autónoma de Yucatán y en el Banco de Crédito Rural, y posteriormente publicados en 1995 en dos tomos por el Centro de Botánica del Colegio de Postgraduados con el título de La Milpa en Yucatán.

Estas obras fueron presentadas a los habitantes y milperos cooperantes en el pueblo de Yaxcaba con traducción simultánea a la lengua maya. Este hecho fue realmente sorprendente y debe referenciarse en la historia de la ciencia en nuestro país. Sin embargo, como mucho de lo que pasa en la ciencia fuera del centro del país, ningún periódico nacional o medio de comunicación hizo comentario alguno sobre este hecho.

El mensaje quedó grabado en la mente de los que asistimos: La ciencia en nuestro país sólo existe si ésta se hace en el centro del país por los investigadores de las instituciones ahí localizadas.

Este proyecto entre otros, sirvió como antecedente para proponer la existencia de los “laboratorios naturales para la ciencia” en México, concepto que presentamos en El Colegio Nacional en el 2007 y que sostenía que “se debe preferenciar y apoyar la ciencia en el lugar donde existen estos laboratorios” porque de entrada cuentan con lo más costoso para hacer la buena ciencia.

Enhorabuena por reiterar que el número 40, sigue siendo valioso aun para la ciencia, como ha sido referido para la religión, la literatura, etc. Esperemos que los buenos proyectos que se llevan en los laboratorios naturales que tiene nuestro país, reciban financiamiento, por su pertinencia y para que se facilite la apropiación social del conocimiento en el menor tiempo posible.

Investigador del Centro de Investigación Científica de Yucatán