
En la sociedad teocéntrica de antaño, un huracán parecía demostrar la ira de los dioses, así que desde hace siglos, los humanos recopilamos información sobre ellos. Nos fascinan. De hecho, el más mortífero del que tenemos constancia fue el huracán San Calixto, o Gran Huracán, ocurrido en 1780. Aunque todavía no existía la escala Saffir-Simpson, los registros parecen indicar que la tormenta alcanzó rachas de 320 kilómetros por hora, lo que probablemente lo situaría en una categoría 5.
Entre el 9 y el 20 de octubre de aquel año, el Gran Huracán barrió las Antillas, la isla de Hispaniola (actuales Republica Dominicana y Haití), Puerto Rico, Bermuda y las costas de Florida. Las muertes se calculan en entre 20 y 22 mil.
Tenemos que trasladarnos hasta 1998, casi 147 años después del inicio del recuento oficial de huracanes en el Atlántico, para encontrar el segundo más mortífero: Mitch. Muchos en México lo recordarán, puesto que mató a 9 personas a su paso por Cancún. En total, provocó la muerte de 11 mil personas, y causó un daño tremendo en Honduras. Allí, una lluvia como nunca se había visto antes provocó inundaciones y aludes que arrasaron campos y ciudades.
Aunque Mitch también alcanzó categoría 5, los ciclones tropicales (su término científico) más mortíferos no fueron necesariamente los más potentes. Por ejemplo, otro de los más fatales fue Fifi, que en 1974 mató a 8 mil 200 personas siendo apenas un huracán de categoría 2. La peor parte se la llevó también Honduras.
Y precisamente, a estas horas, otro gran huracán, Irma, ha tocado tierra en Cuba. Por ahora, ha dejado 15 muertos a su paso por las Antillas y Puerto Rico, pero con la mayor potencia registrada en la historia, con vientos sostenidos de 285 km/h, se teme que su impacto crezca. La amenaza de Irma también es mayor porque, tras más de dos días, ya es el huracán que más tiempo se ha mantenido como categoría 5.
PROBABILÍSTICA ROTA. Dos huracanes potentísimos consecutivos. Las inundaciones en Houston se clasifican como “de 500 años”, un concepto estadístico desarrollado para medir la probabilidad de que un fenómeno así ocurra en un año determinado. Puede ocurrir, claro; el problema es que el área de Houston lleva tres inundaciones “de 500 años” en poco más de dos años: en mayo de 2015, abril de 2016 y ahora, otra vez.
Por supuesto esto es absurdo, lo que nos lleva a preguntarnos por qué está ocurriendo. La comunidad científica tiene entre muy pocas y ninguna duda al respecto: Es por el cambio climático.
Así, con un incremento de 0.7 grados centígrados en el último siglo, los huracanes son mucho más frecuentes ahora. Si recordamos que los huracanes se forman en aguas calientes, tiene mucho sentido. Además, un clima caliente genera más aire caliente, que retroalimenta los huracanes, haciéndolos más potentes.
Pero el calentamiento global también contribuye al aumento del nivel del mar. Esto explica por qué no sólo hay más huracanes potentes, sino por qué son más destructivos. El climatólogo y geofísico Michael E. Mann explicaba el 28 de agosto a ‘The Guardian’ que este incremento del nivel de las aguas, que atribuye a acciones humanas tales como la explotación petrolífera, significa que las tormentas se forman a más altura que antes, lo que hace mucho más probables y fatales las inundaciones.
Y aún así, Donald Trump sigue sin convencerse de que hay que luchar contra el calentamiento global.
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