
El asesinato de Venustiano Carranza fue un acto de odio. Los presidentes no deben morir por cuartelazos o rebeliones, sino que deben terminar sus gestiones y morir en paz, algún día. Recientemente, Andrés Manuel López Obrador habló de una conjuración golpista de intelectuales, políticos y empresarios que convocaban a una alianza electoral y les llamó “golpistas”, eso no puede ser porque esa es una oposición electoral legal, señaló el historiador Javier Garciadiego.
En entrevista, explicó que analizará las causas, consecuencias y últimos momentos del entonces presidente de México en la conferencia que impartirá el 27 de agosto a las 13:00 horas en el Facebook de la institución, como parte del ciclo de Lecturas estatutarias de la Academia Mexicana de la Lengua.
“Carranza fue el segundo presidente mexicano muerto en funciones de forma violenta y, como historiador, no puedo decir que en un futuro no va a haber más casos, por eso me importa destacar cuando el Presidente habló de esta conspiración, porque sería demencial que México se aventurara en este tipo de tragedias históricas. Nuestro país no merece nunca más una conspiración ni un cuartelazo, todo debe ser con elecciones legales y bien llevadas”.
El 22 de febrero de 1913, siete años antes del asesinato de Carranza, se cometió el de Francisco I. Madero, acto que dio lugar a la usurpación de Huerta y a la lucha constitucionalista; la muerte de Carranza, acontecida el 21 de mayo de 1920 en Tlaxcalantongo, tuvo las siguientes consecuencias: la desaparición del grupo carrancista y el comienzo de un estado revolucionario del que los sectores populares pudieron ser parte.
El miembro de El Colegio Nacional y de la Academia Mexicana de la Lengua, explicó que hasta 1920 la Revolución Mexicana había sido encabezada por elites, Madero en cuestiones económicas y Carranza en los aspectos políticos. Por ello, al morir Carranza, el liderazgo quedó en manos de las clases medias revolucionarias, es decir, Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles.
“Estas clases medias revolucionares están más dispuestas a la integración de los sectores populares. Con Álvaro Obregón y Adolfo de la Huerta se logró la pacificación de los zapatistas, claro, a cambio de darles reforma agraria en Morelos, de incorporarlos a puestos políticos en el estado y en el ejército, se dio también la pacificación con los villistas y se empezaron a hacer las concesiones sociales”.
El estado mexicano de 1920 hasta el alemanismo se define en aquella noche de Tlaxcalantongo, Puebla. “No obstante, ese estado no es eterno, sino que va a modificarse con la Segunda Guerra Mundial y la llegada de Miguel Alemán al poder. Primero todo el país deja de ser rural, desaparecen los generales revolucionaros por cuestiones biológicas, se hace un país con políticos, civiles, profesionistas y empresarios, así como las concesiones políticas se modifican ya que deja de haber política obrera o campesina, sino social”.
Garcíadiego explicó que Carranza fue atacado en aquella noche por los hombres de Rodolfo Herrero y, ya estando muerto, los hombres de éste detuvieron a algunos colaboradores del entonces presidente y en específico a los que estaban en el jacal donde durmió Carranza.
Los que estaban al frente del grupo militar que atacó el jacal fueron: Facundo Garrido y Herminio Márquez, quienes para su beneficio les dijeron a los acompañantes de Carranza que redactaran un acta que dijera que Carranza se suicidó.
“Esa acta beneficiaba a la gente de Herrero porque ya no los podían acusar, pero también a Obregón y Pablo González, que ya no podrían ser culpados como actores intelectuales y a Calles, que era el jefe militar de la rebelión en contra de Carranza, beneficiaba a todos. A esto, súmale que no hubo autopsia, sino un embalsamamiento del cadáver hecho por el médico más cercano, apellidado Sánchez Pérez y en cuya acta se aclara que no se realizó una autopsia”.
Sin embargo, añade, sabemos que el grupo que atacó el huacal lo hizo desde afuera y ya sabían donde estaba dormido Carranza. No obstante, aclara, tampoco se hizo una investigación pericial sobre las paredes de jacal para ver desde donde se hicieron los disparos.
Esta verdad sobre la muerte de Carranza sigue siendo necesaria porque nos interesa extraer experiencias de la historia, añadió. “A mí no me importa la historia en cuanto tal, no me importa saber los muchos nombres de los acompañantes de Carranza, me los sé, pero de nada sirve porque esas son payasadas de historiador, disque erudiciones. Lo que nos importa es entender los mensajes que nos da la historia”.
“En este caso, yo no puedo decir que el asesinato de Carranza fue obra de Obregón, yo más bien creo que lo asesinaron la partida de Rodolfo Herrero, hombres pagados por las compañías petroleras desde hacía 5 años, que odiaban a la Revolución y a Carranza porque les quitaban ingresos”.
A lo anterior, puntualizó, deben sumarse las pugnas locales que agravaron el ambiente de odio de aquella noche como la cercanía de Rodolfo Herrero a la familia de Luis Cabrera, quien viajaba con Carranza y a quien también querían matar esa noche.
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