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Humanista y político: la poderosa memoria de Jesús Reyes Heroles

Su vida como político y funcionario se nutrió de su obra como historiador. La apertura y pluralización del sistema político mexicano, uno de sus grandes logros. A su paso por Pemex, dio vida a la industria petroquímica

Fidel Castro dando un discurso
Fidel Castro dando un discurso Fidel Castro dando un discurso (La Crónica de Hoy)

Era todo al mismo tiempo: funcionario público, militante partidista e ideólogo, profesor universitario, historiador acucioso. Nadie es, nunca, una sola cosa, una sola pasión, una sola afición. Pero en el caso de Jesús Reyes Heroles (Tuxpan, Veracruz, 1921-Denver, Colorado, 1985), la solidez de su formación humanística, su intensa vida intelectual, que nunca abandonó por la política, lo convirtieron en un personaje excepcional del muy complejo escenario nacional de la segunda mitad del siglo XX.

Hoy, cuando aún se citan algunas de sus frases memorables –“En política, la forma es fondo”, “Lo que resiste, apoya”—como parte del manual no escrito de los buenos modales políticos, esos que se adquieren casi por instinto, cuando hay disposición e inteligencia, la figura de Reyes Heroles se hace necesaria cuando se mira a los orígenes de la apertura del Estado a la pluralidad política que, pese a los altibajos, vive México, porque creía en la política como una forma de servir a la ciudadanía.

 Un cercano colaborador y sucesor suyo en el viejo edificio de la Secretaría de Educación Pública, el actual titular, Otto Granados, definió recientemente a Reyes Heroles como “el último gran político intelectual en México” con una gran vocación reformadora, porque creía en el Estado como una entidad viva y atenta a la evolución de la sociedad. En sus días de secretario de Gobernación (1976-1979), durante el gobierno de José López Portillo promovió una reforma política que se convierte en la raíz del entorno de pluralismo en que se desenvuelven los partidos políticos.

Cuesta trabajo, a los más jóvenes de los mexicanos en edad de votar, imaginarse el cambio que significó la Reforma Política de 1977, que con llevó la aprobación de la Ley de Organizaciones políticas y Procedimientos Electorales (LOPPE), que ordenaba la creación de un colegio electoral y abría la puerta del registro, en el sistema de partidos, a organizaciones políticas que hasta entonces, operaban en la clandestinidad. En la LOPPE se admitieron las coaliciones y se concedieron tiempos oficiales en radio y televisión para que esa nueva pluralidad de fuerzas tuviese canales de difusión der sus programas e ideas.

La ley electoral de Reyes Heroles tardó un año en concretarse, a partir de su llegada a la Secretaría de Gobernación, también incluyó el recurso de la representación proporcional, que garantizó la presencia, en el poder legislativo, de todas las fuerzas políticas de la época. Es la LOPPE la que amplía el número de diputados en la Cámara baja, de 186 a 400.

En su última gestión como funcionario público, en la SEP, con el presidente Miguel de la Madrid, comenzó a instrumentar la descentralización del sistema educativo, que habría de concretarse en el sexenio siguiente. Con Reyes Heroles se habló de “revolución educativa”, y, como ha ocurrido a muchos otros secretarios de Educación, generó tensiones cuando modificó la formación de los profesores de educación básica: instituyó, a fin de profesionalizar a los docentes, el requerimiento del bachillerato –educación media superior- para que los estudios normalistas adquirieran el nivel de licenciatura.

Entre 1972 y 1975 ocupó la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), y es en esos años, a partir de una sólida formación humanística, vinculada al quehacer político, cuando empieza a acuñarse su perfil de ideólogo, que a ratos pareciera haberse convertido en un lugar común cuando se habla de Jesús Reyes Heroles, aunque en ese rasgo radica una de sus mayores fortalezas como hombre público.

“Fue un gran ideólogo en la época en que todavía la ideología, los programas, los diagnósticos y las propuestas parecían tener centralidad en la vida pública”, reflexiona el especialista en cuestiones político-electorales José Woldenberg. “Hoy todo parece estar sustituido por un pragmatismo ramplón, pero en su momento, las formaciones políticas requerían de ideólogos, de gente que pudiese funcionar como guía, y Reyes Heroles fue uno de ellos. Su legado es del llamado liberalismo social, que él expuso en sus libros y que recreó desde el siglo XIX hasta el siglo XX, y que él mismo encarnaba de una manera muy potente. Con los años, la palabra “ideólogo” adquirió un significado peyorativo, pero ideólogo era alguien capaz de ofrecer un horizonte y  articularlo con el pasado para dar sustento a las acciones del presente; un ideólogo podía dar sentido al transcurso de los años”.

Abogado formado en la UNAM, Reyes Heroles pasó por las áreas jurídicas de la CANACINTRA y del Club del Libro, antecedente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial. Ingresó en los años 40 del siglo pasado, en tiempos del presidente Manuel Ávila Camacho, como asesor en la Secretaría del Trabajo y años después estuvo a cargo del área de estudios económicos de Ferrocarriles Nacionales.

Llegarían las posiciones importantes en el sexenio de Adolfo López Mateos, cuando fue subdirector técnico general del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS),  al tiempo que era diputado por el Partido Revolucionario Institucional. Fue, en el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz, director general de Petróleos Mexicanos (PEMEX), y auspició la creación del Instituto Mexicano del Petróleo.

Pero una virtud particular, la capacidad de aprender de las enseñanzas del pensamiento político del pasado mexicano le permitió mirar su presente con ánimo reformador. Así modificó una parte de la vida nacional que, en estos tiempos de pluripartidismo, casi se antoja como irreal, por más que se insista en la existencia de un pasado autoritario. Reyes Heroles lo transformó, progresivamente, como punto de partida, como el ejecutor de la misión del Estado, que lee los reclamos de la ciudadanía. 

Pie de foto: “Fue un padre estricto en lo público, y afectuoso en la vida privada”, recuerda Jesús Reyes-Heroles González-Garza al hablar de su padre. Un rasgo definió la relación padre hijo: un intenso, continuo diálogo acerca del México que vivieron juntos.

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