Imprescindible despolitizar el tema de la seguridad nacional, dice María Araceli de Hass, del Colegio de la Defensa
La seguridad nacional es un esfuerzo compartido y no sólo una responsabilidad institucional o de liderazgo político, por lo que se requiere una reforma urgente a la ley del ramo que propicie la convergencia decidida de los poderes Legislativo y Judicial, así como de los gobiernos estatales, municipales y de los propios ciudadanos, indicaron expertos en la materia.
Durante la conferencia web “La seguridad nacional: un tema de todos”, organizada por la UDLAP Jenkins Graduate School, los especialistas Javier Oliva Posada, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y María Araceli de Haas Matamoros, del Colegio de la Defensa Nacional, llamaron a reformar la Ley de Seguridad Nacional y construir nuevos paradigmas, de tal manera que deje de politizarse el tema de la seguridad.
Elaborada en 2004, la actual Ley de Seguridad Nacional fue redactada por la Secretaría de Gobernación y el CISEN, sin consultar a las demás instituciones del Estado mexicano. Es una ley de “pensamiento lineal” y no fue resultado de un esfuerzo multidisciplinario y colaborativo, advirtió la maestra María de Haas.
“Esta ley del ramo se volvió un problema jurídico (que impide) hacer que la seguridad nacional sea un problema de todos, no solo del Ejecutivo, en el sentido de coadyuvar”, afirmó la especialista.
Como parte de la ley, se creó una comisión especial en el Congreso de la Unión llamada Comisión Bicamaral de Seguridad Nacional, a la cual se encargó el control y la evaluación de la política de Estado en esta materia; sin embargo, se trata de un organismo “bastante acotado”, pues no genera dictámenes y se limita a elaborar opiniones. Es una comisión no vinculante.
Esta comisión “necesita tener mayor actividad, mayor soltura para poder resolver muchos problemas. ¿Por qué? porque muchos asuntos de la seguridad nacional se pueden resolver desde la arena política, (hay) falta de interés de los gobernadores, falta de interés de los presidentes municipales y de la propia federación”, afirmó la ponente.
El Poder Judicial, a su vez, necesita entender que es un actor coadyuvante en materia de seguridad nacional.
“Necesitamos que los magistrados también vean que los asuntos de seguridad nacional tienen que estar totalmente actualizados. Esta Suprema Corte debe hacer un esfuerzo para determinar (una) doctrina jurídica que pueda hacer más comprensible e incluyente el concepto de seguridad nacional”.
Aunque vivimos en una sociedad que se cree individualizada y totalmente ajena a los asuntos del Estado, las personas deben entender que la seguridad también es una responsabilidad ciudadana.
“Hay responsabilidades que puede ejercer el ciudadano a favor de la seguridad nacional, pero nadie habla sobre esto. Yo creo que un ciudadano contribuye a la seguridad nacional si respeta a la autoridad, paga sus impuestos, denuncia y tiene una visión de corresponsabilidad”, enfatizó.
Las prácticas cívicas son una parte esencial no solamente de la seguridad nacional, sino de cualquier sistema, coincidió por su parte el investigador Javier Oliva, quien abordó el tema desde un punto de vista socioantropológico.
La seguridad nacional “tiene que ver precisamente con esta vinculación con el lugar donde nacimos, porque si hay este vínculo, esta identidad, también hay una fórmula de tratar de conservar esa nación, de que funcione bien, de que esté en condiciones de ser habitable.”
El doctor Oliva aseguró que los procesos de construcción de la identidad resultan fundamentales para poder construir políticas de seguridad nacional. “Esta parte es fundamental, porque nos hace compartir ciertos valores de historia, lenguajes, de costumbres, etcétera. La vulnerabilidad de la nación es al mismo tiempo la vulnerabilidad de la identidad”.
Lo primero que vulnera a una nación es la fragmentación social. En ese sentido, se requieren “nuevos valores que fomenten aspectos identitarios”, acordes a la etapa de pospandemia a nivel mundial.
“La identidad no significa homogeneizar a la población, la identidad significa en esos términos compartir esa visión del origen, que en este caso puedo ser oriundo de Mérida o de Tijuana o de Guadalajara o de Ecatepec, pero es lo que me permite compartir este tipo de conductas”, subrayó.