
Inauguran la nueva biblioteca del Instituto Tecnológico de Monterrey, campus Monterrey, que consta de un edificio de 26 metros de altura, con capacidad para atender a más de 2 mil 500 usuarios al día, mismos que podrán consultar un acervo que incrementó a 350 mil volúmenes.
El proyecto que para su realización requirió dos años, fue planteado en 2014, por Sasaki Associates, corporativo que ha trabajado con diferentes instituciones en todo el mundo para hacer proyectos en los que se apueste por diferentes elementos que conjuguen diseño, arquitectura y formas para el aprendizaje propias del siglo XXI.
El despacho requirió de una inversión de 725 millones de pesos, y según el arquitecto Pablo Savid-Buteler, se tomaron en cuenta diferentes aspectos específicos para la elaboración y ejecución del proyecto:
“La idea fue tratar de entender la cultura y la personalidad del campos, para así realizar una obra que respondiera a la movilidad que tiene el Tec. También se tomó en cuenta el lugar, todo el ecosistema es como estudiar en un jardín y queríamos que eso también estuviera plasmado”.
La construcción consta de seis niveles, distribuidos en 17 mil 300 metros cuadrados, con muros de cristal para así dar visibilidad a todo el entorno. En los niveles está ordenado un acervo que aumentó 100 mil ejemplares, en comparación con la biblioteca anterior que tenía 250 mil y que fue demolida para dar paso a la nueva.
“Las ideas del Tec están incluidas. Es una plataforma de nueva enseñanza, las experiencias en la institución también ayudaron a la construcción de los espacios, el edificio fue concebido para este lugar específicamente”.
Actualmente el proyecto cuenta con nivel Plata en Leadership in Energy & Environmental Design (LEED), que es un certificado que otorga desde 1993 el US Green Building Council, a aquellas edificaciones sostenibles, pues la nueva biblioteca es regida por esos factores:
“La primera idea fue expandir la nueva biblioteca, premisa que seguimos durante el plan maestro, pero una vez que estudiamos las posibilidades del edificio, limitaciones estructurales y demás, vimos que adaptar el viejo edificio a las condiciones actuales, no era viable”.
De acuerdo con el arquitecto, la nueva biblioteca tenía que contar con las características propias del siglo XXI, por lo que en los seis niveles hay disponibilidad para que los alumnos puedan sentarse, acostarse, trabajar en equipo e incluso consumir alimentos.
“Tal vez hubiera sido más fácil poner la biblioteca en otro lugar y quizá tener dos bibliotecas, pero eso hubiera disminuido el potencial por el tamaño del campus y el grupo estudiantil”.
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