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James Metcalf (Nueva York, 1925-Michoacán, 2012) es revisado con diez esculturas en metal, nueve realizadas entre 1959 y 1969, más una de sus últimas piezas, Puño, 1996; exposición que evoca su muestra individual en 1967 en el Palacio de Bellas Artes.
Metcalf dio un giro a su carrera a finales de los sesenta al alejarse del mundo del arte contemporáneo para dedicarse a actividades pedagógicas en Santa Clara del Cobre, Michoacán, donde cofundó junto a Ana Pellicer el actual CECATI 166 e introdujeron en la antigua tradición artesanal en cobre de este pueblo nuevas herramientas, procesos, disciplinas, conocimientos y visión artística.
Esta muestra en Gaga resulta un hito, ya que al redescubrir las aportaciones estéticas y formales de Metcalf las sitúa en perspectiva histórica y sienta bases para reevaluarlo como artista contemporáneo deudor de la modernidad. De la misma manera que Geles Cabrera destaca la “piedrez” en sus esculturas (ver Artgenetic 10NOV2018), Metcalf exploró el potencial expresivo del metal, al soldar, repujar, martillar, doblar, torcer, laminar, utilizando autorreferentemente accidentes y características propias del latón, cobre o hierro, creando esculturas biomórficas que evocan a Jean Arp, Yves Tanguy, Julio González, Roberto Matta, Wolfgang Paalen, etc.; empatando a su vez las iniciales exploraciones del cuerpo humano de Louise Bourgeois entre los 50 y 60. En la escultura, My Scan, 1964, Metcalf anticipa la utilización de pechos femeninos en las famosas Lamps (Lámparas) de la segunda mitad de los años sesenta de Alina Szapocznikow (1926-73).
La vida y obra de James Metcalf llevan a preguntarnos: ¿La creación de conocimiento comunitario indígena se antepone al individualismo occidental? ¿Hay que elegir entre la acción comunitaria o la concentración creativa artística personal? ¿El Arte de Participación Social está hecho por una mayoría de artistas estéticamente ineptos?
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