Opinión

Intentos de secuestro

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Intentos de secuestro

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Repito: Ser mujer y vivir en México es un peligro. No importa si vamos en jeans o falda, con escote o cuello de tortuga. Si estamos ebrias o sobrias. Si son las cinco de la tarde o las cinco de la madrugada. Si viajamos en metro o en taxi privado. Si tenemos 11 o 40 años. Si estudiamos o paseamos perros. Si trabajamos en el hogar o la oficina. Nos están matando y desapareciendo por ser mujeres. Nos están matando y desapareciendo hombres violentos y machistas. Nos está matando una sociedad que normaliza la violencia contra las mujeres.

La violencia de género es una emergencia nacional. Las mujeres no queremos vivir con miedo. No queremos estar siempre alerta en las calles, el transporte público, en el trabajo, la escuela y hasta en casa. La seguridad no debe ni tiene por qué recaer en las propias mujeres.

Una epidemia de intentos y secuestros azotó recientemente la Ciudad de México. Decenas de testimonios ayudaron a crear un perfil de las mujeres que eran buscadas por los secuestradores: jóvenes entre 20 y 25 años de edad, cabello largo, tez morena clara, delgadas, usuarias de transporte que viajan solas. Fueron atacadas entre las 17 y 22 horas e interceptadas en el camino de ida o vuelta de su trabajo o escuela. Los días más comunes fueron lunes, miércoles y viernes. Las estaciones del Metro con más casos hasta el momento, reportadas por el periódico El Universal, fueron Coyoacán, Miguel Á. de Quevedo, Centro Médico y Potrero.

Los testimonios y las denuncias también permitieron establecer un modus operandi. Un secuestrador se acercaba y sujetaba a la víctima dentro y fuera de las estaciones del Metro, en su gran mayoría sin ninguna arma. La víctima recibía amenazas y jaloneos. Si la víctima gritaba o trataba de pedir ayuda mencionaban que eran sus parejas. En la mayoría de los casos había un auto o camioneta (casi siempre blanca) esperando por el secuestrador y la víctima.

Hay que destacar y reiterar que gracias a que decenas de mujeres contaron su historia en redes sociales las autoridades se movilizaron. Se conoció el perfil y el modus operandi. Debemos reconocer que alzar la voz, que hablar de las violencias que sufrimos de diferentes formas, importa. Importa porque permite visibilizarlas, enfrentarlas, estudiarlas y contrarrestarlas.

¿Por qué un secuestrador usa la técnica de “soy su pareja”? ¿Por qué si un hombre que está violentando a una mujer —en este caso— en la vía pública puede buscar justificación en decir que es su pareja para gritarle, forzarla, jalonearla y hasta golpearla? Porque está normalizada la violencia hacia las mujeres. Porque se cree que las mujeres pertenecen a los hombres. Porque nunca se le cree a las víctimas. Las mujeres reiteraban que no conocían al agresor. Pero había personas que las ignoraban. Porque existen muchos estereotipos y estigmas.

También surgen otras cuestiones fundamentales: ¿Cuántas mujeres no lograron escapar de los secuestros? ¿Cuántas de ellas ahora están desaparecidas? ¿Por qué están buscando a mujeres jóvenes con esas características específicas? ¿Son para violarlas, matarlas o esclavizarlas sexualmente?

Muchas mujeres todavía no denuncian ante los Ministerios Públicos y eso no habla mal de las mujeres que no lo hacen. Habla mal de las instituciones. Habla mal de los procedimientos y los protocolos institucionales para la procuración de justicia.

Tampoco hay que olvidar que los Ministerios Públicos no estaban tipificando las denuncias de mujeres atacadas en las instalaciones del metro como intento de secuestro si no como robo. Así que antes de juzgar a una mujer por qué no denuncia ante las instancias correspondientes y sí en sus redes sociales hay que tener en cuenta todo lo anterior.

Y sí las mujeres denuncian el proceso es lento y burocrático, revictimizador, sus datos no son protegidos adecuadamente, en su gran mayoría los agresores son liberados.

Twitter: @wendygarridog

wengarrido@gmail.com