El nuevo jefe de la junta militar de Sudán, Abdelfatah al Burhan, tendió ayer la mano a la oposición y a los manifestantes al ofrecer diálogo y levantar el toque de queda, dos días después del derrocamiento del dictador Omar al Bashir en un autogolpe militar del ejército.

La designación anoche de Al Burhan, después de que su antecesor Awan bin Auf, dimitiera tan sólo 24 horas después de asumir el cargo, ha abierto la puerta al diálogo con la oposición, que no rechaza al general, considerado más próximo a las demandas de la calle, a diferencia de Bin Auf, quien era secretario de Defensa de Al Bashir.

En su primera aparición tras jurar el cargo, Al Burhan anunció también que ordenó liberar a todos los presos políticos, arrestados en los últimos cuatro meses de protestas para exigir la caída de Al Bashir.

Con tono conciliador, Al Burhan hizo “una invitación abierta al diálogo a todos los componentes de la sociedad sudanesa, sus partidos y la sociedad civil”, que aceptó la principal coalición de grupos y partidos opositores, las Fuerzas de la Libertad y el Cambio, creada en enero en el marco de las protestas contra el dictador.

Además, el Partido del Congreso Nacional, que gobernó Sudán con Al Bashir al frente, rompió ayer el silencio que mantenía desde la caída del dictador y mostró su deseo de participar en el proceso de transición que promete la junta militar, aunque criticó el derrocamiento de Al Bashir.

MUERTOS. El portavoz de la policía sudanesa, el general Hashim admitió el sábado que fuerzas del régimen y milicias mataron al menos a 16 personas e hirieron a otras 20 en las protestas del jueves y el viernes, pero atribuyó estas muertes a “balas perdidas”.