
Uno pensaría que vivir en una unidad habitacional es bonito porque se da la buena vecindad, hay mucha convivencia entre vecinos y juntos pueden lograr un excelente lugar para vivir. Y no dudo que haya unidades excelentemente bien administradas, pero seguro que son las menos.
Las unidades habitacionales son “un tipo de asentamiento humano promovido principalmente por instituciones del Estado (INFONAVIT, FOVISSSTE, FOVI, etc.) o por empresas privadas; y se caracterizan por tener una arquitectura y fachada homogéneas y por estar construidos en serie ya sea dúplex, tríplex, múltiplex o unifamiliar".
En sus orígenes, los residentes se caracterizaban por ser trabajadores de grupos sindicalizados, de bajos ingresos y asalariados que tenían acceso a créditos de financiamiento de vivienda como parte de su prestación laboral. Sin embargo, esa característica cambió y los propietarios no necesariamente son sindicalizados ni obreros.
De acuerdo con el Padrón de Unidades Habitacionales 2010 de la Procuraduría Social, existían en aquel entonces 7,233 Unidades Habitacionales con un total de 582,190 viviendas. Si consideramos el promedio de población por vivienda en cada Delegación, la población de Unidades sumaría 2.2 millones de habitantes, lo que representaba el 25% de la población total de la entidad. Mientras que las Unidades Habitacionales censadas representaban el 83% de las viviendas particulares clasificadas como departamento en edificio.
En aquel entonces, los problemas por los que los habitantes de una unidad habitacional se quejaban eran:
En la actualidad, quienes viven en unidades habitacionales, independientemente del nivel socioeconómico de ésta, deben padecer a condóminos morosos que nunca quieren pagar mantenimiento; gente que se adueña de áreas comunes; vecinos que no moderan el sonido de sus estéreos y retumba en todo el edificio; personas que se la pasan emborrachándose con la música a todo volumen sin importar el día de la semana; el deterioro que dejan que se acumule en los edificios; la vendimia de vecinos que dejan todo sucio, lo que favorece la fauna nociva… y así se puede ir alargando esta lista bastante más.
Los estacionamientos son otra área en la que prevalece la anarquía, pues teniendo derecho a un cajón de estacionamiento por departamento, para un auto, la mayoría mete dos y ¡¡hasta tres!!, sin importarles dejar el espacio mínimo para que otros se estacionen, han habilitado áreas comunes como nuevos estacionamientos. Otro problema en el que no se meten las mesas directivas.
Como se puede ver, siguen siendo básicamente los mismos problemas de antaño.
En el artículo 3 de la Ley de Vivienda del Distrito Federal se establece que “todos los habitantes tienen derecho a una vivienda digna y decorosa, entendida como el lugar seguro, salubre y habitable que permite el disfrute de la intimidad y la integración social y urbana; sin que sea un obstáculo, para su obtención, su condición económica, social, origen étnico o nacional, edad, género, situación migratoria, creencias políticas o religiosas”.
Paradójicamente, la “unidad” en estos lugares es lo que brilla por su ausencia, pues pese a que la mayoría tiene que soportar a vecinos borrachos y escandalosos, muy pocos son los que protestan o incluso se atreven a llamar a una patrulla, las cuales en su mayoría tampoco se presentan, lo que contribuye a que con toda impunidad los señores armen sus "pachangas" en las áreas comunes.
Hay unidades habitacionales que tienen más de 70 años, son las menos y están ubicadas en delegaciones alcaldías que las mantienen relativamente en buen estado y cuentan con buenas administraciones.
Aparentemente, la Procuraduría Social podría poner en su lugar a los vecinos morosos, escandalosos y sucios; sin embargo, muchos de quienes están a cargo como Mesa Directiva no tienen la autoridad para hacerlo, pues tampoco están registrados formalmente como tales. A eso se le puede sumar que no actúan por temor a represalias, además de que reina la apatía y no cuentan con el apoyo de la gente.
Todo esto hace que las unidades habitacionales sean caldo de cultivo para que aumente el deterioro social, que como ya vimos, se expresa en elevados índices de delincuencia, alcoholismo y drogadicción.
¿Le suena?
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