Cultura

Linda Manzanilla narra cómo fue la sastrería en el barrio Teopancazco

El hallazgo de entierros de sastres indica que éstos tuvieron un estrés nutricional durante su infancia y que migraban a Teotihuacan para tener una base económica certera como artesanos adscritos a Teopancazco con comida asegurada, dice la Premio Crónica

Linda Manzanilla narra cómo fue la sastrería en el barrio Teopancazco

Linda Manzanilla narra cómo fue la sastrería en el barrio Teopancazco

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

La sastrería fue una actividad de Teopancazco, un centro de barrio multiétnico de la antigua ciudad de Teotihuacan, Estado de México. Los sastres trabajaban horas continuas de manera vigilada y realizaban trajes con incrustaciones de moluscos y tocados de plumas para los nobles de rango medio.

“La sastrería en un entorno multiétnico de la sociedad teotihuacana donde se hablaban cinco o seis lenguas, quizá más, es importante a nivel visual para reconocer quién es quién, de qué barrio viene, de qué grupo étnico es”, explicó la arqueóloga y Premio Crónica 2016, Linda Manzanilla Naim.

Durante la conferencia La sastrería de Teopancazco, Teotihuacan, la también investigadora del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM señaló que el auge de la sastrería en ese barrio sucedió del 350 a 420 d.C. en donde las élites intermedias lucían tocados, pintura facial, vestidos y sandalias únicas.

Esa vestimenta estuvo asociada para usarse en la plaza central y en rituales de siembra, de cual Manzanilla Naim comentó que existe una representación mural con dos personajes que caminan hacia el altar tirando semillas de chía con una ropa llamada trajes de sacerdote del océano, es decir, vestimenta con incrustaciones de aves y moluscos procedentes del Golfo de México.

“Tanto el traje con sus elementos marinos engarzados se arma en la sastrería, pero también se cortan las partes faciales de mamíferos para armar el tocado. Para el tocado tenemos varias aves –identificadas por Raúl Valadez y Bernardo Rodríguez– que proporcionaban plumas para armarlos, y las partes faciales de los mamíferos cortadas para ser engarzadas ahí”, dijo.

Manzanilla Naim habló de dos espacios relacionados a la sastrería en Teopancazco. El primero es un cuarto donde se realizaba la sastrería en sí con la característica de que su piso carece de estuco porque éste se ensuciaba fácilmente al cortar partes de los animales.

El segundo es una cocineta donde se recalentaba comida para que los sastres estuvieran trabajando como maquiladores muchas horas al día.

“Los sastres en su esqueleto tienen marcas de actividad de haber trabajado no sólo acuclillados muchas horas al día sino marcas en las falanges. Aquellos que estuvieron deteniendo alfileres y agujas mucho tiempo tuvieron las rugosidades en sus manos, aquellos que estuvieron ablandando fibras con los dientes tienen los desgastes en los incisivos”, indicó.

Respecto a la comida, la arqueóloga explicó que gracias al estudio de la cerámica se sabe que ésta era a base de maíz y se recalentaba para que los sastres no salieran más allá de su zona de trabajo.

“Los sastres eran artesanos que provenían del corredor hacia Nautla, Veracruz, es decir, foráneos. Los podemos ubicar como personas que comían dieta terrestre no desértica, adultos masculinos cuyo reclutamiento fue a través de las caravanas organizadas por la élite intermedia a través de los corredores de sitios aliados”, indicó.

Manzanilla Naim explicó que el hallazgo de entierros de sastres indica que éstos tuvieron un estrés nutricional durante su infancia y que migraban a Teotihuacan para tener una base económica certera como artesanos adscritos a Teopancazco con comida asegurada.

EXCAVACIONES.

El área de sastrería que refirió Linda Manzanilla Naim tuvo diferentes etapas constructivas, en el nivel más contemporáneo hay evidencias de concha y hueso trabajado, figurillas, candeleros y alisadores de estuco, es decir, los pobladores ya se dedicaban más a la construcción y uno que otro a la sastrería.

En el siguiente nivel (Xolalpan tardío), las excavaciones arrojaron restos de fauna de lepóridos, venados, guajolotes, tortuga, coyote, aguililla y búho, usados para engarzarse en las mantas de algodón procedentes de Veracruz y para hacer tocados.

“La cerámica de este sector fue: vajilla de servicio, vajilla de almacenamiento y navaja con huellas de uso porque las navajillas se usaron para cortar los distintos elementos de hueso y algodón que se trabajan ahí, además herramientas para desfibrar y perforar”, afirmó.

Debajo de esa etapa se encuentra Xolalpan temprano, es decir, del año 350 al 420 d.C. momento de auge la de la sastrería en Teopancazco. “Encontramos muchos elementos de figurillas, concha trabajada, hueso trabajado, las vajillas de servicio, perforadores y arqueobotánica”.

Para la arqueóloga, Teopancazco es el centro de un barrio donde hubo una élite intermedia muy involucrada en mover y traer bienes de la costa del Golfo: mantas de algodón, peces e incluso hasta vidrio volcánico de Altotonga, Veracruz, para hacer los pisos de estuco que ellos pisaban, esto para reiterar su identidad y vínculo con el océano.

“Este grupo de personas, organizadas por las élites intermedias, formaron una sociedad de casa, es decir, un grupo corporativo amplio de carácter multiétnico que tenía emblemas, trajes, festividades, mitos de origen y el vínculo social, económico y simbólico con el océano. La riqueza es traer las mantas de algodón procedentes de la costa de Golfo para ofrecerlas a las élites de Teotihuacan”, señaló.