Escenario

La boda del príncipe Harry y Meghan Markle: La modernización de la monarquía británica

La nueva pareja real celebró su unión entre cientos de invitados famosos y millones de espectadores alrededor del mundo

La nueva pareja real celebró su unión entre cientos de invitados famosos y millones de espectadores alrededor del mundo

La boda del príncipe Harry y Meghan Markle:  La modernización de la monarquía británica

La boda del príncipe Harry y Meghan Markle: La modernización de la monarquía británica

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Se dice que mucho antes de que la tarde en que el príncipe Harry citó a la reina Isabel II de Inglaterra para presentarle oficialmente a Meghan Markle como su prometida, la pareja ya se había comprometido. Lo que había pasado es que esperaban que la actriz se retirara de la serie de televisión Suits, en la que por siete temporadas le dio vida a la abogada Rachel Zane.

Y es que la realeza también piensa en mujeres ideales que se muestran en el cine y la televisión. La periodista Katie Nicholl: la experta en la familia real le reveló a The Sun que el príncipe Harry se enamoró de Meghan a través de las pantallas dos años antes de conocerla personalmente. “Lo sé porque me tomé unos tragos con una de sus amigas y me dijo que había estado de fiesta con el príncipe Harry. En esa época estaba soltero y ella le preguntó quién era su mujer ideal. Él contestó: ‘Meghan Markle, de Suits’”.

Ahora existen dos historias distintas sobre cómo se conocieron. La primera dice que fue a través de Markus Anderson, amigo canadiense del príncipe que trabaja para la red de clubs privados Soho House Group: “Harry le pidió que se las arreglara para presentársela sin necesidad de una cita”, dijo Nicholl. Por su parte The Telegraph dice que fue gracias a la diseñadora de modas neoyorquina Misha Nonoo, amiga de Meghan. El punto fue que pasó en mayo del 2016.

Desde entonces y hasta que se dio el anuncio del compromiso se habló mucho de los paradigmas que esta pareja rompería respecto a la monarquía. Ya no sólo porque la princesa sería una estrella estadunidense de Hollywood, sino porque además el Duque de Edimburgo, era peculiarmente famoso por sus terroríficas bromas de regusto xenófobo, y ahora sería la hija de una afroamericana quien se casaría con un Windsor.

Ayer, el Duque se sentó a pocos metros de la madre de Meghan, Doria Ragland, una mujer a la que solían acercársele muchos vecinos con la pregunta de si era la niñera de su hija. No podían concebir otra cosa, dada la piel clara del bebé. Su propia hija ha contado que más de una vez ha escuchado cómo a su progenitora la insultaban al grito de nigger (la palabra en inglés peyorativa para referirse a los negros) en las calles de Los Ángeles, la ciudad donde se crió.

Para el contexto político y social es un acto de insolencia. Según The Guardian los “royalistas” opinan que la discriminación por motivos de raza no es ya un problema serio en la sociedad británica. El comentarista social Dickie Arbiter aportó el siguiente supuesto argumento de peso para defender esa idea: “Sin ir más lejos, la reina tiene ahora mismo un ayudante de cámara negro”. Los tiempos de la boda llegan con las heridas del Brexit y los efectos de éste con el crecimiento de la inmigración en Gran Bretaña.

Bajo ese contexto ocurrió la boda entre el príncipe Harry y Meghan Markle. Y aunque tuvo sus infortunios no dejó de ser una ceremonia histórica. El pasado jueves se confirmó que ella no sería entregada por su padre, convaleciente tras una operación de corazón al otro lado del atlántico. Quien finalmente entregó a la novia fue el príncipe Carlos.

Cuando los novios llegaron al altar, los 600 invitados ya estaban esperando el momento único. La popular presentadora de televisión norteamericana Oprah Winfrey, la tenista Serena Williams, Elton John y su marido, David Furnish; David y Victoria Beckham y George y Amal Clooney, han sido algunos de los que más aplausos han levantado entre la multitud.

“Enrique te entrego este anillo como símbolo de nuestro matrimonio, con mi cuerpo yo te adoro, todo lo que tengo te lo entrego...”, han sido las palabras que ha pronunciado Meghan Markle mientras colocaba el anillo en el dedo del príncipe Harry, en la ceremonia que ofició el deán de Windsor, David Conner, junto con el máximo responsable de la Iglesia anglicana en Estados Unidos, el obispo presidente Michael Bruce Curry.

Ellos salieron de la capilla de San Jorge al ritmo de Etta James, con el tema “This Little Light Of Mine”, un himno religioso muy popular en los Estados Unidos que en las décadas de los años 50 y 60 se convirtió además en el oficial del Movimiento por los Derechos Civiles, una lucha encarnada por Martin Luther King y que Meghan Markle, con una larga trayectoria de activismo por la igualdad de género, no se resistió a homenajear.

De esta manera se consumó el matrimonio entre los duques de Sussex, el título que la reina Isabel II ha otorgado a su nieto y a su ya esposa.